A los que andan todavía en el invento, acogidos a la práctica de vulnerar la legalidad, hay una medida que les dispara la presión y los pone al borde del infarto. «¿Cómo?», suelen preguntar cuando, en un abrir y cerrar de ojos, se les esfuma de golpe lo mal habido en la confabulación.
Las multas, en realidad, las asimilan sin sobresaltos. En definitiva les es fácil sufragarlas porque, como se afirma vox populi, a la mayoría de ellos lo que le sobra es dinero tras el resultado de sus marañas.
Entonces es fácil entender que en su caso esa sanción constituya algo así como un golpe blando, que soportan sin chistar, en contraposición con el decomiso, la medida que los devasta de pies a cabeza y los deja boquiabiertos.
Esa disposición se viene aplicando en Villa Clara con rigor, sin extremismos y con estricto apego a lo establecido en el Decreto Ley 315 de 2013 sobre las infracciones personales de las regulaciones del trabajo por cuenta propia, destinado a sancionar violaciones muy graves.
¿Cuáles? Por ejemplo, ejercer una actividad de venta o prestar servicios que no están autorizados por la legislación para el trabajo no estatal, carecer de licencia sanitaria y vender productos o utilizar para su elaboración materias primas de procedencia ilícita, una práctica bastante generalizada.
Por esas causas, fundamentalmente, en la provincia se habían realizado hasta octubre último 33 decomisos a transgresores y, a la vez, se les impusieron multas de hasta 1 500 pesos.
Nadie vaya a pensar que los recursos manejados por estas personas eran una menudencia. ¡Qué va! Todo lo incautado suma millones de pesos.
Veamos una sola muestra: en uno de los negocios desarticulados, sustentado en la compra y acaparamiento de productos procedente del sector estatal, se ocuparon más de 10 800 artículos de plomería y ferretería, efectos electrodomésticos y 1 123 996 pesos, entre CUP, CUC y dólares estadounidenses.
A estos vividores, al margen de los honrados comportamientos, aparte de la confiscación y la multa se les hizo una advertencia por su conducta ilícita. Ni más ni menos, simplemente un agravante que tendrán en cuenta en caso de que vuelvan a sus andanzas.
Claro, resulta entendible que se pongan al borde del infarto con el decomiso y sus otros añadidos. Es donde más les duele y, ley en mano, ahora mismo le pueden estar tocando a la puerta a cualquiera de los transgresores. Tiempo al tiempo.