Todos conocen a Alejo Carpentier como el impulsor del concepto de lo Real Maravilloso, que marcó un punto de giro en la narrativa latinoamericana. Pero la obra de los escritores atraviesa los tiempos cuando su riqueza intrínseca subsiste respondiendo a las inquietudes de los lectores más allá de los tiempos y las circunstancias en que se produjo.
Junto a la cuna de Carpentier, las hadas no parecieron ser muy dadivosas. Fue un niño enfermizo, sometido a la violencia del asma que evocan algunos de sus personajes, entre ellos el Esteban de El siglo de las luces. No se sabía entonces de alergias. Lo razonable indicaba una vida campestre sana, nada menos que en una granja de pollos, lo que llevó su salud a momentos de extrema gravedad. Abandonó la escuela y comenzó a hacerse de una formación autodidacta, ininterrumpida a lo largo de toda su existencia, mediante la cual logró adueñarse de un inmenso saber, abarcador de la música, de la literatura, de la filosofía y de las nuevas ideas que emergieron en el siglo XX. Voluntad y disciplina se sobrepusieron a las señales del destino, sostenidas por una vocación irrenunciable de escritor con eticidad probada, ajeno a la mercadería de la letra.
En la narrativa de Alejo Carpentier pueden encontrarse referencias al tópico del conflicto humano entre el sometimiento a un destino prefijado y la capacidad de construir una vida, a pesar de esas condicionantes. Estamos ante un tema universal que se expresa en los mitos que atraviesan las culturas. Para la tradición occidental, Edipo es el emblema de la imposibilidad de eludir el designio prefijado por los dioses en desafío a toda racionalidad. La reflexión de Carpentier se nutre del pensamiento filosófico y moderniza al dilema al colocarlo en el contexto de nuestra América enriquecido por la inclusión de la cultura y de la historia.
Ocurre entonces que Ti Noel en El reino de este mundo, esclavo ágrafo circunscrito a sus tradiciones originarias, recorre la revolución haitiana sin comprender sus coordenadas. No traspasa el umbral que pudiera conducirlo a la conciencia de sí para abrirse a las perspectivas de una emancipación verdadera. No podrá superar su condición de víctima, aunque se hubieran roto los ligámenes que lo ataban a la esclavitud.
El músico de Los pasos perdidos vive la contradicción entre las posibilidades de recuperar sus facilidades creativas en un sitio remoto de la selva venezolana; sin embargo, un hombre de la modernidad, hijo de la letra y el papel, ajeno a una cultura de la oralidad, tiene que optar por dos caminos que se bifurcan en una opción permanentemente libre, aunque condicionada por una biografía personal que lo ata a otros contextos.
En El siglo de las luces la noción del destino se instala en el cuerpo del devenir histórico. La Ilustración y la Revolución Francesa sacuden el mundo. Los personajes fundamentales de la novela optan libremente por incorporarse a la acción en ese magno acontecimiento formador de realidades y valores. Cada uno de ellos lo hace desde su perspectiva, su modo personal de entender la realización personal. En Víctor Hugues predomina el apetito de poder para lo cual asume camaleónicamente las sucesivas máscaras que las circunstancias imponen. Será el verdadero derrotado en todos los planos de la existencia. Despojados de sus ambiciones, Esteban y Sofía buscan la realización del ser en el empeño por la emancipación del nuevo mundo al que pertenecen. El intelectual Esteban, más aferrado a principios fundamentalistas, padece, con su mirada crítica, el desmoronamiento de sus ilusiones efímeras. Sofía (etimológicamente el nombre significa sabiduría) concilia, en la búsqueda de su plenitud, pasión, entrega, fidelidad a las ideas matrices y realismo. Sobre una plataforma histórica común, tres vidas edifican su proyecto personal.
A los 120 años de su nacimiento, Alejo Carpentier sigue dialogando con los lectores inmersos en otra contemporaneidad, en sus conflictos y sus contradicciones para quienes sus textos ofrecen todavía puentes hacia la reflexión y el autorreconocimiento. En este aniversario, el Instituto Cubano del Libro presenta Guerra del tiempo, colección de relatos, en edición que rescata, en su selección y contenido, la preparada por el escritor para su publicación príncipe.