El tema de la educación sexual es asunto de preocupación y ocupación para un amplio sector académico y los medios de comunicación de nuestro país, trascendiendo asimismo al ciudadano común.
Recuerdo que en algunas de sus presentaciones, el fallecido humorista Chaflán reconocía, quitándose el sombrero, el interés por la educación sexual de los niños en las escuelas y, poniéndose el sombrero, jocosamente, el disgusto de estos porque no se hicieran clases prácticas.
Los medios masivos de comunicación y las instituciones especializadas, entre las que se encuentra en primer lugar la escuela, hacen esfuerzos por potenciar la educación sexual, mas no siempre se cumplen las expectativas de algunas familias o cierto público. Y nada hay de extraño en ello, pues el alto nivel de información e instrucción pone constantemente a los individuos ante nuevas preguntas, inquietudes y juicios, todo un desafío permanente para quienes asumen con esfuerzo y entusiasmo la excepcional misión de guiar a sus hijos.
¿Qué enseñar u orientar? ¿Cómo hacerlo? Ahí está uno de los dilemas. Un principio ético de la Medicina advierte que el proceder del médico no puede de ningún modo dañar al paciente. Es posible extender esta máxima a la educación sexual, teniendo en cuenta que el propósito es educar sin quemar etapas, buscando un equilibrio y creando en los adolescentes y jóvenes actitudes responsables hacia la sexualidad.
Es verdad que los comportamientos humanos están históricamente determinados. Por ejemplo, la virginidad ha dejado de ser para muchos un valor, pero antes, en la época de nuestros abuelos y bisabuelos, si alguien se casaba con una muchacha que no era virgen la devolvía a sus progenitores y esto constituía una deshonra. Ahora los patrones han cambiado. Pero puede ser que por diversos motivos grupos de familias hayan inculcado este valor a sus hijas, y eso merece respeto.
Por tradición la escuela cubana, a través del contacto con los padres, los mantiene informados de la evolución de sus hijos en el aprendizaje y el comportamiento. Especial énfasis debe ser puesto en lo que respecta a la educación sexual por todas las instituciones encargadas, pues en asunto de repercusión familiar tan significativa debe tomarse en cuenta cada vez más lo que piensa la familia.
En el artículo 35 de la Constitución de la República de Cuba se establece que «el Estado protege a la familia, la maternidad y el matrimonio», criterio a mi modo de ver muy vinculado a la educación sexual y que se proyecta como una orientación para toda la sociedad.
La Carta Magna considera a la familia como célula fundamental de la sociedad y le atribuye la responsabilidad de la educación de sus hijos, reconociendo en el artículo 36 al matrimonio como la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer.
Por eso en las condiciones actuales, cuando tanto se habla de educación sexual, debe prestársele cada vez mayor atención por todas las instituciones a la opinión de la familia cubana. Padres, abuelos, tíos, hermanos… no están ahí solamente para sugerir y apoyar acerca del aprendizaje de las Matemáticas y el Español. También ha de tenerse en cuenta sus criterios para la educación sexual. Esta será más eficaz y nos aproximará a individuos más integrales mientras más se fortalezca la institución familiar.
*Profesor del Instituto Superior Pedagógico Juan Marinello, de Matanzas