Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Época de crítica y fe

Autor:

Ricardo Ronquillo Bello

Tras las épocas de fe vienen las de crítica. La frase la  recordó en reciente artículo un ardoroso martiano y encaja perfectamente en la brújula salvadora de Cuba.

El profesor Jorge Juan Lozano agrega que la sabiduría del Apóstol indica que en las épocas de fe no puede faltar la crítica, como en las de crítica no puede faltar la fe, porque así se garantiza el poder ético del amor.

Incita sublimar estas ideas, mientras los ecos del VI Congreso del Partido adquieren los contornos de esas líneas que nos proponen rearmar el futuro socialista del país, cual lo hará también la anunciada conferencia nacional de esa instancia.

El abandono del narcisismo político que obnubiló a los llamados «socialismos reales», devenidos en letales —porque abandonaron el poder regenerativo de la crítica— había comenzado, en verdad, mucho antes de los debates de este último congreso en el archipiélago.

Tal vez la cúspide del dilema hacia la Cuba profunda la había planteado Fidel el 17 de noviembre de 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Ese día nos sorprendió a casi todos con esa posibilidad que advertíamos, pero éramos incapaces de reconocer públicamente: La Revolución Cubana puede ser reversible; es posible su autoaniquilación, si permitimos que las distorsiones y errores le carcoman el cuerpo sano de sus sueños.

En aquella oportunidad dije que en semejante desafío planteado por Fidel palpitaba más una lección renovadora que una advertencia apocalíptica: ninguna verdad puede ser tan grave como para ignorarla, para acallarla.

Es que la verdad tiene fuerza telúrica. Emerge de lo hondo, desde las entrañas, como los volcanes. Posee, incluso, el calor ardiente, abrasador de su lava. Tal vez por ello algunos la temen o la coartan o la mediatizan. Prevén que su erupción pueda arrasarlos.

El Héroe Nacional, cuya muerte recordaremos este 19 de mayo, y quien poseía una espiritualidad conmovedora, rendía, como hemos recordado otras veces, un culto infinito a la verdad. Situaba a esta en el centro mismo de la realización humana, personal. También la ubicaba en su perspectiva social: la libertad, sostenía, es el derecho que todo hombre tiene a decir lo que piensa, y a pensar y hablar sin hipocresía.

Aunque a veces se nos escapan detalles en el examen de nuestra espiritualidad, nunca debería ocurrir con la elevada dimensión ética que palpita en el corazón de la nación. Nos desmoronaríamos como pueblo si la ética se nos separara como el cuerpo del alma, a semejanza de las muertes bíblicas.

He apuntado aquí que, cuando Martí inspiraba una nueva república para Cuba, le situaba un apellido que es como un altar, tabernáculo de todas las ofrendas, pues se trataba, nada menos, que de una «república moral»; y como refrenda la constitución «con todos y para el bien de todos».

Curiosamente, un año después del aldabonazo de Fidel a los 60 años de su ingreso a la Universidad donde se hizo revolucionario, en tres oportunidades, entre el 18 y el 23 de diciembre de 2006, en un congreso de los universitarios y en la Asamblea Nacional, Raúl subrayaba nuevamente que la Revolución solo vive en la verdad, en la franqueza, en la honestidad, y en la pureza.

El ahora Primer Secretario del Partido y Presidente del país reafirmaba que quienes discrepan de la verdad cómoda no subvierten a la Revolución, la cual solo puede ser conmovida por la hipocresía y el acomodamiento del carácter, que no termina en otra cosa que en la prostitución del alma.

Se dignificaba de esa forma la discrepancia como fórmula de mejoramiento de la Revolución, como principio de su funcionamiento, como método de consenso, frente a cualquier tipo de homogeneidad paralizante y simplificadora.

En la medida en que seamos capaces de percibir junto a nuestros brillos las manchas que los opacan, estaremos más cerca de extasiarnos en los placeres de un narcisismo justificado, en vez de embelesarnos ante el espejo de una belleza fabricada.

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naidel

Viernes 22 septiembre 2017 | 01:17:24 am.

Toyo55: Yo, en tu lugar, diera las gracias por la publicación de tu comentario.

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toyo55

Viernes 22 septiembre 2017 | 01:17:25 am.

Muy de acuerdo con UD,pero cuando la critica lastima la comodidad de la verdad de que Raul hablaba,entonces no la publican.Cuando la critica es selectiva entonces desestimula hacerla pues uno nunca sabe si la misma "Caera bien" a quien decide lo que se publica o no,por ejemplo esta..La publicaran?

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toyo55

Viernes 22 septiembre 2017 | 01:17:26 am.

Es lo que hago Sr(a) Naidel,ahora que acabo de leerlo y aunque no lo necesitaba,Gracias a UD,por recordarmelo..Gracias JR.por publicar mi comentario,con mis opiniones solo trato de mejorar el pais que me vio nacer

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Alexis Schlachter

Viernes 22 septiembre 2017 | 01:17:26 am.

Estimado Ronquillo: De nuevo acabas de referirte en tu brillante comentario titulado Época de crítica y de fe a todo nuestro país como archipiélago y no como isla, esto último error bastante frecuente en nuestos medios de comunicación. Quienes denominan isla a nuestro estado-archipiélago pasan por alto, o no conocen, el artículo 11 de la Constitución de la República de Cuba, ni han leído lo que al respecto plantea oficialmente la Comisión Nacional de Nombres Geográficos, encabezada por el Ministerio de las Fuerzas Armadas, institución que agrupa a un total de 15 organismos estatales; en la página XVII (números romanos) de su Diccionario Geográfico de Cuba plantea textualmente: "República de Cuba. Archipiélago formado, además de 1 600 islas, islotes y cayos..." Si alguien desea conocer - en términos políticos - la importancia de conocer y defender la nomenclatura geográfica, lea el punto 6 de la Enmienda Platt . Y no olvide que este punto se debió y argumentó sobre la base del error geográfico de España al denominar durante 400 años a su posesión caribeña como "la siempre fiel Isla de Cuba". Esa dolorosa equivocación la tuvieron también los mambises hasta que la última Constitución de la República en Armas la enmendó. Pero fue tarde. Los yanquis aprovecharom el error geográfico sostenido por centurias para intentar apoderarse durante más de un cuarto de siglo de la entonces Isla de Pinos. Como bien has planteado en tu trabajo magnífico y valiente: ésta es una época de crítica basada en la fe. Hago el señalamiento crítico y sincero con fe plena que al final triunfará la verdad. Afectuosamente tu colega Alexis Schlachter

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