Nos ha llevado el dedo sobre la llaga ese informe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) develado el martes, donde se consignan las partidas millonarias que esa entidad-pantalla de Washington ha seguido entregando a los golpistas hondureños, descontando algunos recortitos magros y cosméticos.
Como recordó la vocera del Departamento de Estado, Laura Tishler, esa instancia sigue varada en la política de «suspender algunos programas» que tendría que cerrar legalmente… si declarara que lo de Honduras fue un golpe de Estado.
¡Y ahí está la pústula!: todavía el equipo de Hillary Clinton no ha decidido que en Honduras hubo una asonada.
Tales inconsistencias vuelven a mostrar dónde están las «fisuras» que, junto a la mediación de Costa Rica —empujada precisamente por la Clinton—, han debilitado con todo propósito la acción diplomática internacional contra los golpistas, y avalan las declaraciones del usurpador Micheletti cuando confiesa que lo importante son las relaciones «comerciales» con Estados Unidos.
Lo de la USAID, sin sumar las entregas también millonarias que está haciendo el FMI —el propio Banco Central hondureño habló de escandalosos 96 millones recibidos apenas el pasado día 28 de agosto «para paliar la crisis», que luego fueron desmentidos—, así como la llamada Ayuda del Milenio, que EE.UU. da a los países pobres —eso sí, que piensen y actúen como quieren ellos—, y que en el caso hondureño asciende a otros 215 millones.
Asunto tan definitorio vuelve sobre el tablero porque se afirma que, finalmente, la Clinton recibiría hoy a José Manuel Zelaya y algunos especulan que también, por fin, la titular certificaría lo del golpe, que debería recogerse, como corresponde, bajo la sección 7008 de la Ley de Operaciones Extranjeras, de modo que se les cerraran a los golpistas, realmente, las tuberías.
Pero según dijo otro vocero, Ian Kelly, todavía EE.UU. no había adoptado esa decisión...
El giro no parecería probable cuando, contraviniendo todos los pronunciamientos, la arrancada de la campaña electoral en Honduras sitúa a los usurpadores y sus condescendientes sostenes a solo un paso de la meta: concluir los comicios espurios que se celebrarían bajo el régimen de facto en noviembre y, de una vez, que se olviden el golpe y los derechos violados a la ciudadanía durante estos tiránicos meses. Claro, si el dinero acumulado en las arcas por los golpistas les sigue dando aire, y de aquí a allá resulta suficiente, entonces es probable que el Departamento de Estado decida lavarse la cara ante el mundo… y juegue la estratagema.
El sólido movimiento social agrupado en el Frente contra el golpe rechaza los comicios organizados por el régimen de facto —que ayer rechazó la OEA, en un postrer esfuerzo— y anuncia que no participará… salvo que las elecciones se efectuaran bajo el mandato constitucional de Zelaya. La unidad y fuerza que han acumulado en la resistencia pacífica podría dar, entonces, un tremendo susto a los de la oligarquía. Pero todavía a los de abajo les sigue tendida la celada.