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Un inquietante ajedrez con trebejos nucleares

Por ahora es una guerra de declaraciones, y ojalá se mantenga en ese plano, aunque hace recordar a la Guerra Fría, y carga el ambiente de incertidumbres

Autor:

Juana Carrasco Martín

 

Por ahora es una guerra de declaraciones, y ojalá se mantenga en ese plano, aunque hace recordar a la Guerra Fría, y carga el ambiente de incertidumbres. No es para andar dándole las espaldas a este problema, que ha ido tomando vuelo en días recientes, desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó al Pentágono «comenzar a probar» las armas nucleares estadounidenses, y en respuesta, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que también podría reanudar sus pruebas nucleares.

Como le es habitual, el mandatario de Washington utilizó argumentos falaces para justificar su decisión, cuando el jueves 30 de octubre dio la orden, minutos antes de reunirse cara a cara con el presidente par chino, Xi Jinping, en Corea del Sur —durante la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia Pacífico  (APEC)—, para buscar una tregua en su guerra comercial, lo que es considerado su forma clásica de «negociar», presionando, amenazando.

En esta ocasión, Trump afirmó desde su red Truth Social que «instruyó al Departamento de Guerra para que comience a probar» las armas nucleares del país «en igualdad de condiciones», aludiendo falsamente a que tanto China como Rusia han estado realizando pruebas nucleares.

Como parte de sus aspavientos, el estadounidense volvió a la carga el domingo 2 de noviembre, durante una entrevista con el programa 60 Minutos de la CBS News, reiterando que países como Rusia o China han realizado pruebas subterráneas de armas nucleares que son desconocidas para el público y que Estados Unidos haría lo mismo.

Rechazo inmediato de la aseveración trumpiana por parte del Kremlin. El último ensayo nuclear de Moscú ocurrió en 1990, poco antes de la caída de la Unión Soviética. Otra cosa es hacer pruebas con los vectores, sin carga nuclear, como hicieron recientemente con el misil Burevestnik y el dron submarino Poseidón.

Otro tanto hizo China. Su portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, quien afirmó que China «sigue una política de ‘no ser el primero en usar’ armas nucleares y una estrategia nuclear centrada en la autodefensa, y se adhiere a su moratoria de pruebas nucleares», compromiso que no ha incumplido.

Pero las inquietudes sobre las intenciones de la administración Trump aumentan y con razón, y hasta en los propios Estados Unidos, donde a mediados de la primera semana de noviembre, 14 senadores demócratas —encabezados por Jacky Rosen, de Nevada, y Martin Heinrich, de Nuevo México (miembro de mayor rango del Comité Selecto de Inteligencia)—, le dijeron a Trump en una carta: «Nos dirigimos a usted hoy para expresarle nuestra profunda preocupación por cualquier acción que implique reanudar las pruebas de armas nucleares», y agregaron: «Le solicitamos que nos proporcione aclaraciones personalmente»… «La decisión de reanudar las pruebas de armas nucleares sería geopolíticamente peligrosa, fiscalmente irresponsable y simplemente innecesaria para garantizar la capacidad de Estados Unidos para defenderse».

En ese sentido también se pronunció la congresista Dina Titus (demócrata por Nevada), quien presentó un proyecto de ley para prohibir nuevas pruebas de armas nucleares en Estados Unidos, y atacó directamente a Trump por anteponer «su ego y sus ambiciones autoritarias a la salud y la seguridad de los habitantes de Nevada».

Recordemos que el Sitio de Pruebas de Nevada (NTS), ubicado a 105 kilómetros al norte de la famosa ciudad-casino de Las Vegas, fue uno de los sitios de pruebas de armas nucleares más importantes de Estados Unidos, donde se realizaron 928 detonaciones, 100 atmosféricas y 828 subterráneas, entre 1951 y 1992, cuando EE. UU. expandió su arsenal de esas mortíferas armas para presentarse como la mayor potencia militar en ese acápite, luego de haber lanzado las genocidas bombas sobre las ciudades japonsesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.

Un solo dato relacionado con aquellas pruebas. Un estudio realizado en la década de 1990 determinó que los soldados que las presenciaron presentaban una tasa de mortalidad por leucemia, cáncer nasal y cáncer de próstata 50 por ciento mayor que la de otros grupos de personal militar que no participaban en las pruebas.

Las autoridades del Pentágono no han revelado en qué consistirían las pruebas a realizar ahora, pero el mundo tiene claro que desde aquellos años 90, no se sabe que ningún país haya realizado una prueba nuclear desde la última de Corea del Norte en 2017.

Y aunque Trump aseguró después que su propósito es lograr la desnuclearización, no se pudo contener y alardeó: «Estados Unidos tiene más armas nucleares que cualquier otro país», y es desde esa «superioridad» que pretende poner en peligro la seguridad mundial, e incluso la de su propio país.

El anuncio de Trump hizo crecer desasosiegos y el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, calificó la decisión como «una manifestación de una enfermedad profunda» que amenaza la paz global.

Esta posición política trumpiana puede quebrar la moratoria nuclear existente y si el presidente de Estados Unidos quiere realmente la desnuclearización, lo haría mucho mejor ratificando el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y no abrir las puertas a una nueva carrera armamentista, donde pudieran competir no solo Estados Unidos, Rusia, Reino Unidos, China y Francia, también India, Pakistán, la RPDC, y el genocida Israel sionista.

Como lo calificó el presidente Putin, es una «cuestión seria». El mundo entero queda una vez más como rehén y no se trata de quedarse con los brazos cruzados ante los vaivenes de un mandatario que se cree con poder omnímodo y nos ponen en vilo con sus amenazas de que tiene suficiente armas para «volar al mundo 150 veces», aunque agregue «no hay necesidad para ello»… «creo que la desnuclearización sería algo genial».

El problema es que Donald Trump así piensa y actúa: «Quiero la paz a través de la fuerza. Pero queremos la paz en todo el mundo, y estamos muy cerca de conseguirla». Mientras tanto, durante esta semana el Comando de Ataque Global de la Fuerza Aérea de EE.UU. efectuó un lanzamiento de prueba de un misil balístico intercontinental Minuteman III no armado desde la base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California.

Y como elemento colateral, la OTAN —a la que Trump le ha exigido que aumente sus presupuestos de guerra hasta el 45 por ciento de su productos interno bruto, y en cuyo territorio europeo el Pentágono tiene depósitos de armas nucleares, además de las propias del Reino Unido y Francia—, sigue fortaleciendo sus apetitos militaristas hacia Rusia e incluso la región Asia-Pacífico…

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