Genocidio del régimen sionista de Israel contra el pueblo palestino. Autor: AFP Publicado: 01/05/2024 | 10:34 pm
En un forcejeo propio de quien siente la muerte política a la vista, Benjamín Netanyahu insiste en que no aceptará poner fin a la guerra en Gaza, como parte de un acuerdo de intercambio de prisioneros con la Resistencia Palestina.
El Jefe del Gobierno sionista recibió este miércoles al secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, con una verdadera rabieta, y sin pensarlo dos veces le reiteró que una posible tregua no impedirá la operación de Rafah.
Sin perder la calma, Blinken reiteró la oposición de Estados Unidos a la incursión militar terrestre a la ciudad fronteriza con Egipto, donde se agolpan un millón y medio de desplazados palestinos, como un asunto del propio presidente Biden.
El Jefe de la Casa Blanca ha participado personalmente en intensos esfuerzos en los últimos días para negociar un acuerdo de alto el fuego entre el Gobierno israelí y la Resistencia Palestina Hamás.
Es evidente que Washington considera llegada la hora de poner fin a una guerra «que genera fuertes críticas a Biden entre algunos de sus principales partidarios antes de las elecciones presidenciales».
La decisión del mandatario norteamericano, quien parece a cargo de la operación de reparación de daños (a su proyecto de reelección), pone a Netanyahu ante un dilema mortal frente a sus propios aliados de la extrema derecha, que amenazan con hacerlo caer si se detiene la operación en Rafah.
Según se informa, funcionarios estadounidenses dijeron a Axios que «un alto el fuego es la única forma real de abordar sistemáticamente la situación y evitar el riesgo de hambruna en el enclave».
Según Axios, «las consecuencias para Biden se extienden mucho más allá de Gaza. La Casa Blanca cree que un alto el fuego como parte del acuerdo de rehenes extinguirá otros incendios en la región», incluidos los ataques del grupo yemení Ansarallah contra barcos en el Mar Rojo».
Además, el acuerdo podría disminuir las tensiones en la frontera entre Israel y el Líbano, que han ido aumentando en los últimos meses, y potencialmente allanar el camino para un acuerdo de normalización con Arabia Saudita, según el sitio web estadounidense.
En el frente interno, agrega la fuente, un acuerdo podría «contribuir a bajar la temperatura en torno a las protestas en los campus universitarios de Estados Unidos que critican la política de Biden hacia Israel».
Además, pudiera «ayudar a Biden a intentar reconstruir su empañada imagen entre los votantes árabes en el estado clave de Michigan».
A lo largo de los últimos siete meses, la administración Biden se ha opuesto repetidamente a cualquier intento de poner fin a la guerra, al vetar también tres resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que pedían un alto el fuego inmediato.
En cualquier caso, y para mayor malestar de Biden y Netanyahu, las claves de un pronto arreglo están en manos del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, que estudia —sin prisa— con lupa y en consulta con las demás organizaciones palestinas todas las cláusulas del Acuerdo propuesto por Washington.
En este contexto, cobra mucha mayor importancia el encuentro que acaban de tener en Beijing el Movimiento Nacional de Liberación de Palestina (Fatah) y el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, en el que expresaron su plena voluntad política de lograr la reconciliación mediante el diálogo y la consulta.
Ambas partes acordaron continuar el diálogo, apreciaron el firme apoyo de China a la justa causa del pueblo palestino para restaurar sus derechos nacionales legítimos, y llegaron a un acuerdo sobre la siguiente etapa del diálogo.
Según trascendidos del encuentro, difundidos por el sitio web libanés Al Mayadeen, Hamás y Fatah acordaron la unidad del posicionamiento palestino con respecto a la guerra en la Franja de Gaza, y reafirmaron la importancia de detener el genocidio y eliminar completamente la presencia del «ejército» de ocupación en Gaza.