En el tiroteo de Uvalde fueron asesinados 19 alumnos y dos maestros Autor: USA TODAY Publicado: 02/09/2023 | 09:55 pm
Ya están abiertas las aulas en Estados Unidos para un nuevo curso escolar, y leyendo sobre el tema llama la atención un titular del diario The Denver Post: «A medida que los estudiantes de Denver regresan a clases para el nuevo año escolar, también lo hace la policía armada». Se explica en el sumario del artículo periodístico que «los SROs estarán estacionados en 13 campus de las escuelas públicas» de ese estado.
SRO son las siglas de School Resources Officer (oficiales de recursos escolares), los guardias armados que deben proteger a estudiantes y personal de la enseñanza para que no ocurra un fatal tiroteo en el centro. Hay una realidad, las escuelas estadounidenses se convierten en predios para esa policía que lleva, en definitiva, las armas a sus aulas, pues están presentes en más de 40 000, donde estudian tres millones de niños.
En esa angustia por proteger a los suyos, una encuesta realizada por Hi Delta Kappa International, organización profesional para educadores, inquirió entre 1 008 adultos y el 45 por ciento apoyaba, incluso, armar a los docentes; sin embargo, los maestros en un 54 por ciento de otra indagación realizada por RAND Corporation, consideran que los estudiantes se sentirían menos seguros si acuden a las aulas no solo con sus libros, sino con un arma a la cintura.
No son pocos los estudios demostrativos que reflejan no haber mayor seguridad en aquellos centros escolares donde están presentes los guardias, por el contrario. También resulta que no es necesariamente confortable para los estudiantes la presencia policiaca, es más, se sienten vigilados, especialmente los de las minorías étnicas. La Asociación Nacional de Psicólogos Escolares afirma que, al igual que la violencia misma, el miedo a los resultados puede dañar el proceso de aprendizaje.
Además, se ofrecen datos de que los SRO sirven frecuentemente para criminalizar una mala conducta escolar, especialmente con estudiantes negros o latinos, y concluyen en arrestos y encarcelamientos y con el uso de la violencia contra los estudiantes involucrados en el problema en cuestión, que puede ser hasta una simple riña entre muchachos…
Una investigación del HuffPost descubrió que entre septiembre de 2011 y septiembre de 2018 los agentes de policía escolares utilizaron pistolas Taser o paralizantes contra los estudiantes al menos 120 veces.
Los que atestiguan la ausencia de seguridad, incluso con un SRO en el centro escolar, recuerdan que la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, tenía un oficial de guardia durante el tiroteo, y el sheriff del condado de Broward reconoció que ese agente permaneció afuera «en una posición defensiva», sin actuar en defensa de los alumnos y sus maestros. Fueron 17 las vidas segadas por un joven de 19 años, condenado ya a cadena perpetua. El guardia, juzgado también por negligencia en su función y deber, salió absuelto.
Sin respuesta cierta para la tragedia
La actual decisión de la Junta de Educación de la ciudad de Denver, que ha ordenado la presencia de los agentes policiales, revierte la política aprobada hace tres años, cuando destituyeron a esos guardias. Ahora responden, según argumentaron, a solicitudes de los padres y también de otros agentes de la comunidad, preocupados luego del evento de hace cinco meses en la escuela secundaria East.
El uniforme policiaco debe marcar la diferencia en el curso 2023-2024 en Denver, capital del estado de Colorado, que nació en aquella época del Viejo Oeste de pistoleros que podían ser por igual sheriffs o bandidos, rancheros, granjeros o jugadores, caza-recompensas o fugitivos, todos viviendo en la violencia, dentro o fuera de la ley, al parecer orígenes de una mancha indeleble en la cultura estadounidense.
El año 2023 está siendo testigo de no pocos tiroteos, y no creo que sea casualidad que la mayoría haya ocurrido en algunos de esos estados que han heredado aquella impronta, hecha famosa y hasta aplaudida a nivel universal por las películas de Hollywood, donde indios y mexicanos eran «los malos» frente «los buenos» cowboys blancos.
Durante estos violentos días de ahora, según las estadísticas, la mayoría de los tiroteos ocurrieron en Texas, Kansas, Nuevo México, Oklahoma, California, Missouri y Colorado. Según un estudio publicado en 2022 por Everytown for Gun Safety, que aboga por la prevención de la violencia armada, aquellos estados que tienen menos restricciones a la posesión de los artefactos mortales son los que registran tasas más elevadas de muertes por armas de fuego, incluidos homicidios, suicidios y muertes accidentales.
Tan solo en los tres primeros meses de 2023 se habían registrado 33 tiroteos en escuelas de Estados Unidos, de los cuales 13 corresponden a instituciones de educación primaria, destinadas a menores de 12 años. Se romperá la cifra récord de 2022, cuando según Education Week se registraron 51 tiroteos en los predios escolares.
El Gun Violence Archive, en lo que va de 2023 hasta el 31 de agosto, el día 243 de este año, reporta 478 tiroteos masivos, casi dos diarios, y cuenta entre las víctimas fatales 204 menores de 12 años y 992 entre 12 y 17 años. A ello se suman 476 heridos del primer grupo y 2 788 adolescentes. Estas tasas superan a las de años anteriores.
Expertos consideran que existen en Estados Unidos varios factores claves que propician esa tendencia al asesinato en masa, y en primer lugar sitúan la facilidad con que se tiene acceso y se adquiere legalmente un arma y la incapacidad del Gobierno de verificar adecuadamente los antecedentes criminales o mentales de los compradores. Estados Unidos es un arsenal casero, donde la proporción de armas de fuego en manos de la población civil es de 120,5 por cada cien personas.
No pocos de los jóvenes y adolescentes que protagonizan los hechos sangrientos en escuelas y campus buscan venganza, como víctimas a su vez de un historial de intimidación escolar, o encuentran en su acción reconocimiento, fama y notoriedad en una sociedad que les habla de «ganadores» y «perdedores» como elementos contrapuestos en una cultura absorbida por el consumismo y el individualismo.
El diario The New York Times publicó recientemente un reportaje titulado Un autobús atraviesa EE. UU. uniendo a las familias de las víctimas de tiroteos, en el cual afirmaba: «Mientras siguen produciéndose tiroteos masivos en escuelas, centros comerciales y lugares de entretenimiento de todo Estados Unidos, un dolor insondable ha unido a una liga cada vez mayor de familias. En llamadas telefónicas nocturnas y reuniones en persona, han compartido consejos y lágrimas con otros padres de tiroteos pasados, a sabiendas de que nadie más puede entender lo que significa perder a un hijo de una manera tan violenta y pública».
El conductor de ese ómnibus es Manuel Oliver, quien perdió a su hijo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, y pretende detener ese vehículo de la esperanza en cada lugar donde el dolor se ensañó con padres, abuelos, hermanos, familiares y amigos de las vidas tronchadas por las balas.
Lean bien esto: en marzo, Manuel Oliver fue detenido tras interrumpir una audiencia de un comité de la Cámara de Representantes, convocada por los Republicanos para apoyar la Segunda Enmienda de la Constitución, la que plantea que «el derecho del pueblo a poseer y portar armas no se violará» y es lo que garantiza un «Estado libre».
Los Oliver y muchos más en EE. UU. no aspiran a tener policías en los centros de enseñanza de sus hijos, sino a una sociedad sin armas, que propicie una mayor seguridad sin violencia. Pero también hay casi una mitad de la población estremecida por el desasosiego y la preocupación que considera necesaria la presencia de la policía.
Citamos al senador demócrata por Connecticut, Chris Murphy, quien está empeñado en que se apruebe una ley sobre control de las armas desde que ocurriera en 2012 el terrible tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook: «Este es el único país del mundo en el que los hombres que rompen con la realidad exorcizan sus demonios mediante matanzas masivas (…) No somos el único lugar del mundo con enfermedades mentales. No somos el único lugar del mundo donde la gente está paranoica. Pero solo en Estados Unidos somos tan despreocupados con el acceso a las armas de destrucción masiva y solo en Estados Unidos fetichizamos tanto la violencia que acabamos teniendo todos los tiroteos masivos».
Efectivamente, Estados Unidos es una nación de miedos «educada» en darle la cara a sus problemas y a los del mundo mediante las armas y la violencia. Una tragedia que se repite y hasta se incrementa…