Israel continúa valiéndose del pretexto de la seguridad para derribar casas, expropiar terrenos y dar rienda suelta a la política de expansión de los asentamientos Autor: B´Tselem Publicado: 25/02/2021 | 10:22 pm
Asesinatos a sangre fría, sin motivo alguno, de civiles desarmados; allanamientos de hogares, arrestos arbitrarios y encarcelamiento sin juicio por tiempo indefinido; demolición de viviendas y expulsión de sus barrios, matizan la vida de los palestinos bajo ocupación militar israelí.
En fin, un rosario de abusos y arbitrariedades tan brutal que resulta difícil de creer, como el balance de 2020, o de los días transcurridos este año, elaborado por Naciones Unidas.
Las cifras y hechos son tan escalofriantes que la prensa occidental, incapaz de levantar un dedo por juicio propio contra el sacrosanto estado judío, espera por la versión oficial y solo desliza una crítica si tiene el respaldo de fuentes israelíes fuera de toda sospecha.
Durante cuatro décadas me he visto obligado a hurgar en medios israelíes, impresos o electrónicos, para verificar o validar hechos que, de otro modo, parecen invenciones.
El pasado año los militares y fuerzas de seguridad israelíes mataron a 27 palestinos, 7 de ellos menores de edad: uno en la Franja de Gaza, 23 en Cisjordania, incluida la ocupada Jerusalén Oriental, y tres dentro de Israel.
En Cisjordania, en al menos 11 de los 16 incidentes que investigó el Centro israelí de Derechos Humanos B’Tselem, los palestinos asesinados no representaban amenaza alguna para las fuerzas israelíes.
Incluso, si hubieran sido una amenaza, subrayó B’Tselem, «los disparos fueron absolutamente desproporcionados y sin justificación». Y a seguidas ofreció varios ejemplos, entre ellos, el caso más sonado por su crueldad: Iyad al-Halaq de 31 años, un joven autista de Jerusalén que fue baleado por agentes de la policía fronteriza israelí mientras huía asustado, cuando le dieron la voz de alto.
Los agentes —subraya el informe— le dispararon mientras estaba tendido en el suelo, y su cuidadora del instituto especial al que asistía diariamente intentaba explicarles durante largos minutos que tenía una discapacidad.
La situación en Gaza, de donde Israel sacó en 2005 a sus tropas y varios cientos de colonos judíos, es peor, al encontrarse bloqueada, cercada y vigilada por aire, mar y tierra, completamente aislada, salvo dos pasos fronterizos, uno de ellos con Egipto, que abren al antojo del gobierno de ocupación militar.
A finales de 2019, cesaron las protestas de la «Marcha del Retorno» en la Franja de Gaza. Durante esos actos, los militares israelíes abrieron fuego real contra manifestantes desarmados, situados muy lejos, al otro lado de la valla perimetral, y mataron a más de 220 palestinos, recordó B’Tselem.
En 2020, militares israelíes asesinaron a un palestino en la Franja de Gaza: Muhammad a-Na'am de 27 años. Según el ejército, él y otra persona habrían intentado colocar explosivos junto a la cerca perimetral. Después de la muerte de a-Na'am, los soldados abrieron fuego contra los palestinos que intentaron sacar el cuerpo e hirieron a dos de ellos, y una topadora militar profanó el cuerpo, arrojándolo mientras intentaba levantarlo.
Durante años, Israel ha estado implementando una política de fuego abierto imprudente e ilegal en Cisjordania. Esta política está totalmente respaldada por el gobierno, el ejército y los tribunales, con total indiferencia ante los predecibles resultados fatales.
Demoliciones de viviendas, fábrica de refugiados
A pesar de la crisis económica sin precedentes y la pandemia de la COVID-19, que requiere otro examen de su empleo por Israel como arma genocida, el estado judío-sionista ha intensificado las demoliciones de viviendas palestinas en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental ocupada.
En 2020, más palestinos perdieron sus hogares que en todos los años anteriores desde 2016, que fue el año de más demoliciones registrado por B’Tselem.
En total, Israel demolió 273 casas en 2020 y dejó a 1006 palestinos sin hogar, 519 de ellos son menores. En 2019 destruyó las viviendas de 677 palestinos; en 2018, 397; y en 2017, 528.
En 2020, Israel también destruyó 456 estructuras e instalaciones de infraestructura no residenciales. Esto incluye infraestructura humanitaria como cisternas de agua y tuberías o redes eléctricas, que son esenciales para mantener la salud y la higiene, particularmente importantes en estos momentos de coronavirus.
La incesante limpieza étnica
Esta propia semana de febrero de 2021 un tribunal distrital de Jerusalén emitió una decisión para desalojar a seis familias de sus hogares en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén Oriental —territorio asignado como capital de un posible estado palestino—, donde han vivido casi 70 años, para construir un barrio de colonos israelíes.
La ONG israelí Peace Now (Paz Ahora) dijo en un comunicado el martes último que las familias palestinas, compuestas por 27 personas que viven en cuatro casas, fueron notificadas de la decisión el lunes y se les dio hasta el 2 de mayo para desalojar sus hogares.
Esta decisión, dijo Paz Ahora es «parte de un movimiento diseñado para despojar a una comunidad palestina de su hogar y establecer un asentamiento judío en su lugar».
Cientos de palestinos que viven en Sheikh Jarrah se enfrentan a procesos judiciales similares, junto con cientos más en el barrio de Batan al-Hawa en Silwan, Jerusalén Oriental. Paz Ahora advirtió sobre la ejecución de expulsiones masivas en los próximos meses.
Una historia política
«La historia aquí no es legal, sino política», dijo la organización no gubernamental. La demolición de una aldea israelí deja a familias palestinas desesperadas y sin hogar.
«El tribunal es solo la herramienta que los colonos utilizan con la asistencia cercana de las autoridades estatales para cometer el delito de desplazar a toda una comunidad y remplazarla por un asentamiento».
En octubre del año pasado salió a la luz pública la maniobra de una empresa llamada Nahalat Shimon, registrada en Estados Unidos, que representa a los colonos que buscan construir un gran asentamiento en el barrio árabe palestino de Sheikh Jarrah.
El pasado año investigadores de campo de B’Tselem documentaron 248 ataques violentos de colonos contra palestinos en Cisjordania, incluidas 86 agresiones corporales, como parte de la limpieza étnica que pusieron en práctica desde finales del siglo XIX los precursores del estado judío, al amparo de Gran Bretaña, que después de la Segunda Guerra Mundial cedió su lugar a Estados Unidos como beneficiario de esa verdadera base militar al servicio de su expansión hegemónica en Oriente Medio.
Los hechos actuales prueban que la limpieza étnica y la expulsión de más de 700 000 palestinos en 1948 sigue en marcha, con el visible propósito de vaciar
Palestina de sus originarios pobladores.