El Gobierno bolivariano dispuso para los damnificados de la catástrofe casas nuevas con toda la mueblería y equipamiento. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
CARACAS.— Durante una reunión entre un directivo de una encuestadora venezolana y un funcionario de la embajada de EE.UU. aquí, el experto en sondeos señaló que todos indicaban clara victoria para Chávez. Ante la certidumbre, el empleado del Departamento de Estado inquirió sobre la posibilidad de que un «evento extremo» pudiera cambiar el rumbo de las cosas.
El encuentro debió ocurrir en algún momento del verano. La desclasificación la hizo el periodista, político, ex vicepresidente y ex canciller de la Revolución Bolivariana, José Vicente Rangel, a fines de agosto, en su programa Confidenciales de la televisora privada Televen.
Desde hace meses, reporteros nacionales y extranjeros acreditados aquí —incluido este redactor— hemos preguntado más de una vez si un hecho límite, como un acto terrorista, pudiera cambiar la tendencia. Algunos expertos dicen que «eso es cosa de adivinos». Otros, como los directivos de las encuestadoras Datanálisis e Hinterlaces aceptaron la posibilidad.
No obstante, Oscar Schemel, vocero de la última, considera que el estado de opinión de la población venezolana necesita para cambiar su curso un lapso de no menos de 45 días.
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Los «imprevistos catastróficos» han marcado no pocos comicios occidentales en los últimos 12 años. El más conocido es el atentado del 11 de marzo de 2004 en el metro de Madrid, que dio al traste con la vaticinada victoria de Mariano Rajoy sobre José Luis Rodríguez Zapatero, quien al final se levantó con la silla de la Moncloa.
Estudios de universidades hispanas indicaron entonces que no fue tanto el hecho terrorista, sino la movilización del Partido Socialista Obrero Español en vísperas de las elecciones, lo que aseguró la victoria —por estrecho margen— a Zapatero, como consecuencia de la manipulación que quiso hacer José María Aznar del siniestro, al culpar en un inicio a ETA.
No obstante, poco se toma en cuenta, en la línea de «hechos tremendos» que cambiaron el devenir, el repudiable atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. En mi criterio, ese aborrecible trance fue el puntillazo para legitimar al presidente Bush y dar inicio al plan derechista que este representaba y debía cumplir.
Bush accedió a la Casa Blanca en el 2000 por un fraude en el estado de la Florida. Y hasta el 11-S, su «liderazgo» fue menos que anodino. Luego sería el hombre dispuesto a llevar a sus ejércitos a más de 60 «rincones oscuros del mundo».
Recordemos, además, que una de las artífices del fraude fue la mafia cubanoamericana de Miami, que apadrina y está traspasando desde hace una década su know how de malignidades a la contrarrevolución venezolana asentada allí: muchos, prófugos de la justicia, como militares golpistas y dueños y ejecutivos de empresas y bancos que desfalcaron al país antes de huir.
No puede olvidarse, también, que en vísperas de los comicios de 2004 en EE.UU. varios videos «de» Osama bin Laden salieron a la luz de forma oportuna para conmocionar al electorado.
Amuay: ¿El hecho inusitado que esperaba la embajada de USA?
Sobre la 1:10 de la madrugada del 25 de agosto, una explosión en la refinería Amuay del Centro Refinador Paraguaná, en la península homónima —el complejo industrial de su tipo más grande del mundo—, dejó más de 40 muertos y casi cien heridos.
Otro comunicador chavista, Miguel Ángel Pérez Pirela, quien dispone de fuentes evidentemente muy informadas y confiables, denunció entonces en su programa Cayendo y corriendo de Venezolana de Televisión y su sitio web 3.0 www.laiguana.tv, un grupo de sospechosos correlatos relacionados con el desastre.
Entre ellos: la «casual» presencia de «un camarógrafo aficionado, con una cámara profesional, a la hora de la explosión en Amuay, para captar la primera explosión, presentada en tiempo récord y en exclusiva por el canal Globovisión», líder de los medios audiovisuales antichavistas.
«A la misma hora de la explosión de Amuay —agregaba Pérez Pirela—, fueron hackeados tres sitios web del Estado». La reseña incluía «la página de Cadivi, Defensa Pública y el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti)».
Otro: «A minutos de la tragedia, miles de correos electrónicos se difundieron con informaciones sobre la situación, enviados por emisores automáticos; a horas del evento circularon nuevos mensajes cuestionando la futura disponibilidad de combustible, e incitando a llenar los tanques de los autos».
Cuarto hecho: el cartel Gente del Petróleo, de miembros de la llamada «meritocracia» de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que dirigió el golpe petrolero de diciembre de 2002- febrero de 2003, «se apresuró a suponer que la explosión se debió a falta de mantenimiento, fugas de gases o fallas humanas, después de diez años (de estar ellos, “los mejores”) fuera de Pdvsa».
Pérez Pirela también colocó un videojuego de 2006 cuyo quid era un ataque a la refinería Amuay. Recordó el comunicador que el Parlamento consideró entonces que este «era parte de la campaña de EE.UU. contra Venezuela, una de las tantas acciones concebidas para justificar una agresión o intervención militar en Venezuela».
El ministro de Petróleo de Venezuela y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, señaló que el incidente fue producido por un escape de gas que generó una densa nube que no se disipó, debido a las condiciones climatológicas, e hizo combustión al encontrarse con un punto de ignición.
Las investigaciones continúan. Las causas se darán a conocer tan pronto la pesquisa concluya. No obstante, los medios antichavistas quisieron hacer su agosto con la catástrofe. Un articulista llegó a decir: «Un hecho así, tumba presidentes».
Amuay, la historia continúa
Dorelys Zambrano trabajó un tiempo como obrera en la refinería Amuay. La conoce. Luego se dedicó a hacer artesanías en su casa, a unos metros de la cerca perimetral de la industria.
Madre soltera con dos hijos, se ganaba la vida vendiendo sus obras a unos metros del primer tanque de almacenamiento que explotó. A veces estaba hasta medianoche y más en su venduta.
Su mejor cliente podría ser un enamorado noctámbulo que se detuviera frente a ella para comprar un obsequio. Ese día, su hijo estaba algo incómodo. Le pidió quedarse en casa.
En la madrugada, la explosión. Parte de las paredes de su «hogar» (un espacio de 6 x 12 metros) y el techo se resintieron. Por suerte salieron ilesos. «Cosa de Dios», me dice.
Dorelys es una de las más de 200 familias que perdieron sus casas y ahora viven en un complejo residencial de la Gran Misión Vivienda Venezuela, y que el presidente Hugo Chávez decidió con prontitud destinar a los damnificados.
La suya es una hermosa casa uniplanta. Sala amplia, comedor, cocina, tres cuartos, dos baños y espacio de jardinería. El Gobierno bolivariano también decidió entregarles toda la mueblería, camas, colchones, cocinas y equipos electrodomésticos.
«Lo que pasó en Amuay nunca lo podré olvidar», repite Dorelys. «Le sigo pidiendo a Dios, y agradeciendo a Chávez. El amor cura», agrega. Todavía es presa del susto. Llora.
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A pesar de la complejidad del evento, bomberos civiles y de Pdvsa, entre otros expertos locales, controlaron el incendio de grandes proporciones en 84 horas. La refinería retomó su ritmo y el Gobierno reparó o indemnizó los comercios aledaños.
La presencia de Chávez durante el siniestro y la voluntad política de la Revolución Bolivariana redujeron al mínimo las secuelas físicas, aunque están conscientes de que el daño emocional y las pérdidas de vidas humanas son irreparables.
La Revolución continúa. Pese a la manipulación por la derecha local e internacional y sus medios de comunicación, el proceso bolivariano salió fortalecido. Esta no fue ni la primera ni la más grande catástrofe tecnológica sufrida aquí. Antes de la Revolución chavista acontecieron otras muchas. Pero nunca un Gobierno actuó de forma tan decidida, responsable y humanista.
(*)El videojuego sobre un ataque a la refinería Amuay está en: http://www.laiguana.tv/noticias/2012/08/27/1350/video-videojuego-gringo-previa-en-2006-violento-ataque-a-refineria-amuay.html