Los profesores chinos se afanan en la enseñanza de los estudiantes cubanos. Autor: Cortesía del Instituto Confucio Publicado: 21/09/2017 | 05:01 pm
Cuando se traspasa el umbral de la puerta principal del estadio Juan Abrantes de la Universidad de La Habana (UH) pareciera que no se va a encontrar lo que se busca. Pero en el ala izquierda del edificio palpita el Instituto Confucio en Cuba, que al igual que en el resto del mundo promueve el aprendizaje del chino mandarín, conocida como la lengua sabia de China, así como el conocimiento de la cultura de la nación asiática.
Inaugurado el 30 de noviembre de 2009, y ocho meses después del inicio oficial de las clases, la institución ya muestra resultados alentadores. No importa que todavía falte un grupo de detalles para andar a toda máquina: aun así las aulas son un hervidero; cada mes se imparten conferencias temáticas y ya se preparan los cursos y otras experiencias educativas, como un círculo de interes experimental.
El Instituto, que vive la efervescencia de iniciar su andar concreto en el año en que la República Popular China y Cuba cumplen medio siglo de relaciones, emprende sueños y avanza en el camino de fortalecer el entendimiento entre ambos pueblos hermanos. Luego de tres años de preparación, los estudiantes cubanos, futuros técnicos de nivel medio en lengua china, serán ubicados allí donde sea más necesaria la comprensión. La historia se completará cuando terminen sus estudios en este centro, que lleva el nombre del sabio y filósofo chino, Confucio.
Un programa Sui Generis
Según comentó a JR el ingeniero Arsenio Alemán Agusti, director ejecutivo del Instituto, aunque la filial en Cuba se rige por los principios básicos, tiene características especiales. Si bien en otros países —se han establecido 288 Institutos Confucio en 82 naciones— son instituciones autofinanciadas, donde los interesados en matricular pagan el acceso y los materiales, en la Isla todos los cursos son gratuitos.
«El desarrollo de nuestros cursos no genera ingresos», explicó Alemán.
Hasta enero de 2010, según fuentes oficiales, ascendió a 40 millones el número de personas que aprenden mandarín fuera de las fronteras de la República Popular. En Cuba, aunque lo esencial es la enseñanza del idioma, los estudiantes reciben una preparación integral que incluye inglés como segunda lengua, español, traducción, interpretación, panorama de la cultura china, computación y educación física. Una de las diferencias de la docencia en la institución está ligada al hecho de que cuentan con profesores chinos, y también que trabajan por habilidades; así se hace énfasis en la escritura, lectura, la expresión oral o la audición.
Alemán explicó que el programa está patrocinado por la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing —una de las más prestigiosas del gigante asiático y con una larga experiencia en la enseñanza del chino a extranjeros— y por la Universidad de La Habana.
De avances y sueños
Alemán no puede dejar de sentirse orgulloso de sus estudiantes. Ellos avanzan y en estos meses han dado muestras del éxito del programa.
«Los resultados docentes del primer corte diagnóstico, con los profesores recién llegados, y los obtenidos en un examen similar en el mes de abril, apuntan a un índice progresivo positivo. Incluso la viceministra de Educación china, Wang Liying, quien nos visitó hace unos meses, quedó asombrada del nivel de los estudiantes», destacó.
Tanto el director ejecutivo como la subdirectora docente, Doctora Maribel Torres García, concordaron en la importancia que tienen los libros, videos y discos especialmente diseñados para la enseñanza del chino, y agradecieron los 3 000 volúmenes enviados por la Oficina del Consejo Internacional del Idioma Chino (Hanban) para la puesta en marcha del Centro de Documentación del Instituto Confucio en La Habana.
Asimismo mencionaron como una experiencia muy enriquecedora y productiva los encuentros entre los alumnos del Instituto y los jóvenes chinos que estudian español en nuestro país. Mientras, para acercar la cultura china a la Isla —la segunda esfera prioritaria de trabajo del Instituto Confucio—, el colectivo no para de idear propuestas que permitan ese encuentro necesario.
Ya han tenido experiencias positivas con la organización de concursos, galas en las que se mezclan algunos de los patrones culturales más representativos de ambas naciones, además de las conferencias especializadas sobre China que tienen lugar mensualmente.
Para celebrar el aniversario 50 de las relaciones ya realizan un amplio programa de actividades, integrado en la Jornada de la Cultura China en la Universidad de La Habana. Una exposición fotográfica, cuyas instantáneas recogen momentos trascendentes de medio siglo de amistad, un seminario académico, un ciclo de cine con importantes producciones chinas y una gala especial del Ballet Nacional de Cuba, formarán parte del festejo.
Al Instituto Confucio le queda mucho por andar, pero el paso es firme. Tanto estudiantes como trabajadores no se detienen ante los obstáculos de la existencia cotidiana. Unos resuelven complicados entuertos, otros estudian y aprenden… todos apuestan por la amistad y el entendimiento que se crece desde esas aulas. El diálogo es el reto a pesar de la distancia geográfica.