Los cooperantes cubanos han atendido a más de 90 000 pacientes. Foto: Liurka Rodríguez Barrios ISLA DE JAVA, Indonesia.— Todavía se aprecian vestigios del terremoto en los poblados del municipio de Klaten, aunque sus moradores consiguen levantar sus casas otra vez, gradualmente. Lo cierto es que aquella imagen tan desoladora de los primeros días, en que todo no era más que escombros y destrucción ya va siendo parte de la historia.
Durante las jornadas laborables es constante el ir y venir del transporte pesado, el paso veloz del ferrocarril, la avalancha de las motocicletas, la prisa de los transeúntes... Los domingos, sin embargo, suelen ser apacibles, aunque para estos hombres y mujeres de campo no importa la hora si hay buen cultivo de tabaco y corte de arroz.
Entonces, es domingo. La Brigada Médica Cubana en Java Central ha repartido sus fuerzas en pequeños grupos, para recorrer hasta el último rincón de uno de sus más poblados municipios, Klaten. La razón es la de asistir a las familias en solidaria extensión de la medicina de campaña.
Un grupo, comandado por la médica general integral, Yazmín Rodríguez, se dirige hacia Sidomullo, una villa situada a más de una hora del hospital cubano Ernesto Guevara. También componen el equipo la doctora Arelis Dorta, la enfermera instrumentista Zoraida Pairol, los especialistas en Cirugía y Ortopedia, respectivamente, Eugenio Sánchez y Carlos Menejías.
El camino a transitar no puede ser más difícil a ligero juicio, con montones de piedras apiladas en los extremos, unido a la irregularidad del terreno. Todo dificultaba la transportación. No obstante, quienes ya habían vivido la experiencia paquistaní, en los ascensos y descensos por las cumbres del Himalaya, como el doctor Menejías, lo de esta vez era una bicoca.
Durante el trayecto hasta llegar al lugar escogido para la consulta, no faltaron las muestras de agradecimiento. Ya había corrido la voz de que los médicos cubanos estarían esa mañana y hubo quien se apuró para ser de los primeros en saludarlos.
Ya in situ, los cooperantes cubanos comenzaron su faena. La hipertensión arterial clasificó como la enfermedad más frecuente en los adultos de la zona, así como las lesiones dermatológicas. Muchos de los infantes tratados pesentaban cuadros respiratorios agudos y los jóvenes varones exhibían aún anomalías en sus extremidades, como consecuencia de la crudeza del terremoto y el esfuerzo por perder lo menos posible. Para todos, hubo un tratamiento acorde a sus patologías y la seguridad de nuevos encuentros para seguir la evolución.
La gran sorpresa se la llevaba la enfermera Zoraida, pues aseguraba que en su vida jamás había vacunado ella sola, en medio día, a tantas personas contra el tétanos. Ayudaba, así, a romper uno de los mitos que los propios hombres javaneses han querido desafiar con la presencia cubana, al dejarse inmunizar.
Concluida la labor dominical, el citado grupo de colaboradores de la salud regresó al campamento. Las expresiones de gratitud recibidas estaban a buen resguardo, listas para compartirlas con el resto de los equipos que, como el suyo, partieron al encuentro de los pacientes en sus hogares. Ese domingo especial la Brigada Médica contabilizó la asistencia récord: 2 700 casos en un día.