Robiel Savón superó los siete metros en todos sus saltos durante la final. Autor: Mónica Ramírez Publicado: 18/09/2021 | 10:25 pm
Cualquier evento deportivo múltiple deja, siempre, resultados que no estaban subrayados en la casilla de «posibles» en las anotaciones de los periodistas, entrenadores o aficionados. En los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, la primera medalla dorada de la delegación cubana llegó de un «brinco» inesperado, cuando un jovencito de la capital, Robiel Yankiel Sol, levantó la arena del tanque de saltos en la rayita que indicaba 7,46 metros, en la prueba de longitud, clase T46, y grabó su nombre en los libros de récords para estas lides. Aunque con la frialdad que brinda a veces la unidireccionalidad de los mensajes de voz, Robiel habló en exclusiva para JR sobre su experiencia y su trayectoria hasta convertirse, en la actualidad, en el rey bajo los cinco aros.
—Robiel, ¿dónde naciste y cuándo fue que te iniciaste en el mundo del deporte?
—Nací en La Habana, en el municipio Plaza de la Revolución y mis primeros pasos en el deporte los di cuando tenía 11 años.
—¿Siempre te interesó el atletismo o preferías otra disciplina?
—Desde chiquitico me gustaba correr, saltar, y el deporte que más me llamaba la atención era el atletismo.
—Cuéntame sobre el origen de tu discapacidad.
—Durante el parto, los médicos forzaron un poco mi brazo y me provocaron una parálisis braquial.
Aunque este tipo de lesiones tienen mayores posibilidades de recuperación y poseen mejor pronóstico que las lesiones que suceden en los adultos, Robiel no se pudo recuperar.
—¿Cómo influyó el lugar de nacimiento y la familia en tu decisión de comenzar tu carrera e irte desarrollando como atleta?
—Desde mis inicios en el deporte el apoyo de mi familia ha sido fundamental, sobre todo, el de mis padres. Ellos han estado a mi lado, «empujándome» en cada competencia, en los entrenamientos, dándome mucho ánimo para salir adelante de la mejor manera posible.
—Con solo 18 años de edad, en tu primer evento grande, ganaste el oro olímpico. ¿Cómo se mira al futuro después de algo así?
—Ese día, en los Juegos, no hice nada más que concentrarme en mi evento. Me olvidé de todo lo que estaba a mi alrededor y me enfoqué únicamente en lo que tenía que hacer, para de esa forma ser capaz de mostrar la mejor versión de mí.
—Háblame de los entrenadores que te han ayudado a alcanzar este enorme resultado.
—Ellos son los pilares que me permitieron alcanzar este título. Desde Luis Alberto Bueno, mi preparador actual, hasta mis entrenadores en la base Lien Gay y Geikel Cabrera, mis tutores cuando comencé a practicar esta disciplina.
—¿Quiénes son tus ídolos en el deporte?
—Mi ídolo deportivo es Iván Pedroso. Desde que era pequeño era mi ejemplo a seguir. Veía videos de sus participaciones en competencias y siempre me fijaba en la forma en que saltaba, en su técnica, para aprender de él.
—Mejoraste varias veces tus marcas personales en Tokio, e incluso, llegaste a imponer un nuevo récord paralímpico, con 7,46 metros. ¿Qué factores influyeron en que llegaras en tan buena forma a ese evento?
—Yo llegué mentalmente listo a los Juegos. Entre los factores que influyeron en que estuviera en óptimas condiciones está la preparación. Los entrenamientos que realizamos fueron los mejores, enfocados en una competencia de ese tipo. Mi entrenador Luis se enfocó en hacer todos los ajustes necesarios para que mi desempeño en Tokio fuera el mejor.
—¿Cómo sientes que haya influido en ti la relación con tus compañeros de equipo y también con tus profesores? Háblame de la dinámica entre ustedes.
—La relación que tengo tanto con mis compañeros como con mi entrenador es muy buena. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer públicamente a mi compañero de equipo Ángel Jiménez Cabeza, quien me ha ayudado mucho desde el primer momento en que entré a formar parte del equipo nacional. En aquel entonces yo era el más joven en el grupo y él fue una figura importante por su apoyo y todos los consejos que me dio, para ser un poco mejor cada día.
—Cuando ibas a saltar, se te veía decir algunas palabras y motivarte. ¿Qué sueles decirte a ti mismo en un momento como ese?
—Es algo que hago, sí. Cada vez que me toca saltar yo mismo me doy palabras de aliento, me digo cosas para motivarme. En ese momento, en mi cabeza, repaso todo los movimientos técnicos, la manera en la que debo realizar la carrera de impulso y una serie de elementos que debo ejecutar a la perfección para que mi salto sea óptimo.
—¿Puedes explicarme cuáles son los pasos que sigues para lograr un salto que no solo tenga una buena carrera de impulso, sino que te permita aprovechar al máximo la tabla sin cometer foul?
—Bueno, no te puedo decir otra cosa: mi opinión es que lo más importante está en la carrera de impulso. Si la realizas bien, técnicamente perfecta, al límite, te va a garantizar un buen salto. Es muy importante distribuir los pasos de manera correcta, para pisar muy cerca de la tabla sin cometer una infracción.
—¿Crees que pudieras romper el récord mundial en tu categoría?
—Te voy a ser sincero: no me gusta hacer pronósticos acerca de marcas a las que puedo llegar. Prefiero dejarle los resultados a la competencia. La «verdad» se ve en la pista, el día de la competencia, en el momento.
—¿Qué otra figura hay en el salto que pudiera tener futuro?
—Hay una muchacha de Santiago de Cuba que se llama Felipa. Realmente no estoy todavía muy informado sobre ella, ni siquiera sé cuáles son sus apellidos porque aún no forma parte del equipo nacional —ríe—, pero mi entrenador la está siguiendo de cerca. Según lo que me cuenta, tiene condiciones excelentes y en un futuro puede dar muchas sorpresas.
—¿Qué es lo próximo que hay para ti en términos competitivos?
—Mi objetivo principal es seguir enfocado como he estado hasta ahora, no descuidar los entrenamientos. Debo tratar de seguir haciendo las cosas bien, sin precipitarme. Si logro mantener mis rutinas bien, y continúo organizado y concentrado en mi trabajo de preparación, puedo llegar en óptimas condiciones al Mundial del año que viene.