Las piedras incrustadas en el autobús de Boca Juniors y el gas pimienta disperso en las afueras del Estadio Monumental, de Buenos Aires, son huellas de la violencia desatada por los hinchas más radicales de River Plate, que ha derivado en una situación extremadamente rocambolesca, cuyo final, el día 9 de diciembre, desembarcará nada menos que en Madrid.
Parece una obra de comedia. La Copa Libertadores decidirá su ganador —ríase usted— en la tierra de los conquistadores. Ironías de la vida. Lejos del calor bonaerense, de los cánticos apasionados endémicos de la torcida gaucha, en terreno frío y neutral, uno de los dos grandes de Argentina levantará el trofeo. No será lo mismo, por supuesto.
Esta novela tiene muchísimas páginas. Lo que pudo ser la final del siglo, con todo el morbo derivado de una rivalidad sin parangón en el continente —y en el mundo, según protagonistas— intentará ahora desprenderse del sabor insulso que han dejado sus constantes suspensiones con el nuevo e imponente escenario.
Allí estarán, presumiblemente sentados en algún palco de honor, los dos futbolistas más ilustres de la última década: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Ya les contaba anteriormente que esta historia regala cada día un nuevo episodio.
El argentino, deseoso de vivir el gran clásico de su país in situ, solicitó algunas invitaciones a la Asociación Argentina de Fútbol, la misma a la cual, en teoría, ha dejado plantada con su renuncia ¿momentánea? a la selección. El portugués, por su parte, deberá esperar a que responda su solicitud nada menos que ¡el Real Madrid! Parece ser, en teoría, que la relación de CR7 con el presidente madridista, Florentino Pérez, no es tan mala como aparenta.
Ahora toca a los organizadores hacer de las suyas para aderezar el choque con una pizca más de picante. ¿Se imaginan a ambos sentados juntos? La final que pasará a la historia con una mancha imborrable de violencia, también podría hacerlo por un hecho insoslayable: los dos astros del fútbol mundial, uno al lado del otro, observando un River-Boca en el estadio del Real Madrid. El titular, al menos, suena atractivo.