El luchador santiaguero Ismael Borrero se convirtió en el primer campeón olímpico de Cuba en los Juegos de Río 2016. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:36 pm
RÍO DE JANEIRO.- Nada mejor para superar diez jornadas de sequía, que un torrente de emociones. Y esas aparecieron de forma sensacional sobre el principal colchón de la Arena Carioca 2 de esta ciudad, donde el gladiador cubano del estilo grecorromano Ismael Borrero consiguió lo que todo atleta ha soñado alguna vez: sentir el orgullo de ser un campeón olímpico.
El santiaguero, monarca de la división de 59 kilogramos en la más reciente cita universal, derrochó una calidad extraordinaria a lo largo de toda la competencia, y ya en la final, cuando se hace necesario el control de cada detalle para asegurar un buen resultado, demostró un nivel difícil de igualar.
Víctima de todo ese talento y preparación fue el japonés Shinobu Ota, quien llegaba a ese pleito final con el aval de haber sacado del camino a varios medallistas en mundiales, pero que quedó sin respuestas para frenar la inevitable consagración del cubano.
Borrero apenas le dio libertades durante los más de cinco minutos que duraron las acciones. En el primer tiempo logró forzar la posición en cuatro puntos, y esa fue la perdición de Ota. Entonces, llegó el trabajo fuerte, la técnica exquisita, alzada y volteo para seis puntos. Ya el segundo tiempo fue casi anecdótico, pues con un pase atrás sumó los dos que necesitaba para finiquitar la disputa y encaramarse a lo más alto del podio.
Tan evidente fue su superioridad, que desde el palco de prensa el cubano siempre parecía fuera de peligro. No se si siempre, pero al menos este domingo, el muchacho era imbatible y todos los rivales lo reconocieron. El primer de ellos fue el kirguizio Eraliev, sometido por puntos técnicos (3-1). Luego, la lista de «presas» creció con los triunfos por superioridad (8-0) sobre el chino Wang, y por puntos técnicos (3-1) frente el uzbeco Tasmuradov en la semifinal, combate que consideró luego como el más difícil durante su tránsito hacia el trono.
«Sin dudas, es el más estable de la división y ya me había ganado en Tashkent (sede del Mundial de 2014) por superioridad, discutiendo la medalla de bronce. Por eso tenía que cuidarme», dijo un emocionado Borrero a su paso por la zona mixta, donde fue abordado por muchos medios de prensa cubanos y extranjeros.
El muchacho de solo 24 años explicó que estaba preparado para enfrentar a todos sus oponentes, y que no le sorprendió tener que luchar contra el nipón en la final, a pesar de que este no había llegado con grandes resultados a la competencia. «Si los medallistas mundiales quedaron en el camino, es porque no estaban tan preparados para este momento. Si yo había sido ya campeón mundial, estaba seguro que también podía serlo aquí. Que solo era cuestión de prepararme muy bien y atender todas las indicaciones de mis entrenadores», sentenció.
Aunque que para él la gloria olímpica es algo «muy grande», el gladiador confesó que aún le quedan sueños por cumplir, y entre ellos mencionó sacarse la espinita que tiene clavada desde su discreta actuación en los pasados Juegos Panamericanos de Toronto, en los que ocupó el séptimo puesto.
«Aunque no lo crean, este resultado se lo debo a ese momento, porque ahí aprendí que debo tener calma y hacer todo paso a paso. Eso cambió mi mentalidad, y este es el fruto de este cambio», añadió antes de aclarar que previo al combate decisivo solo pensó en su madre. «Solo tenía bien presente que debía hacer las cosas bien para lograr un triunfo por el que me ha sacrificado tanto».
Hizo las cosas tan bien, que acaparó elogios de sus oponentes. «Aunque yo me siento más cómodo trabajando arriba y es mi principal arma, he mejorado mucho el trabajo en cuatro puntos, incrementando la fuerza y ajustando la técnica», consideró el ya encumbrado gladiador, cuyo criterio coincide con el de sus entrenadores.
«Borrero cumplió muy bien el plan táctico. La idea era trabajar fuerte arriba para llevar al rival a los cuatro puntos y entonces ahí establecer la ventaja. Lo logró siempre y la defendió muy bien», consideró Pedro Val, jefe del colectivo técnico y uno de los que lo acompañó en tan importante momento.
Por su parte, su preparador Raúl Trujillo expresó la alegría y el orgullo que sentía por el desempeño de su pupilo. «Es muy importante este título para nuestra delegación. Ismael ganó por su coraje y por su gran nivel técnico. Es un luchador excepcional», dijo emocionado.
De tal forma, la lucha grecorromana abre con buen pie su camino por esta cita olímpica, aunque el su otro representante en la jornada, Yurisandi Hernández (75 kilogramos) cedió en la primera presentación frente al estadounidense Andrew Thomas Bisek.
El lunes, durante la segunda fecha, aparecerá sobre el colchón el doble titular olímpico Mijaín López, en busca de otra corona que ensanche su ya legendaria trayectoria. «Mijaín va ganar. Es el mejor de Cuba y del mundo. Ya vio que aunque soy más joven lo pude hacer, él también ganará. De eso no tengan dudas. Seremos dos los inspiradores para el resto de los muchachos que restan por competir, y yo creo que la lucha puede tener aquí una gran actuación», aseguró Borrero antes de partir hacia los camerinos para seguir disfrutando de su ya histórico triunfo.