La defensa sigue siendo una asignatura pendiente del béisbol cubano. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:19 pm
Terminadas las acciones en la noche del viernes, cuando uno aprovecha para repasar los box score de cada partido y tener una idea menos fragmentada de lo sucedido en la jornada, algo saltaba a la vista. Cinco de los ocho juegos celebrados habían concluido sin errores en el casillero.
Evidentemente, no es la norma desde hace algún tiempo en la pelota cubana, en la que la defensiva no está entre sus principales virtudes. Temiendo una falsa percepción del tema, y con la ayuda de nuestro eficiente estadístico Benigno Daquinta, comenzamos a «exprimir» los datos disponibles en la página oficial de la Federación Cubana de Béisbol y supimos que de los 201 partidos celebrados antes de la jornada sabatina, solo 34 habían gozado de una defensa impecable, lo que representa solo el 17 por ciento.
Es una tendencia que, a medida que avanza el torneo, la cifra de deslices defensivos disminuya, pero que en poco más de la primera mitad del tramo inicial tengamos 28 juegos en los que se cometieron más de cuatro errores, es un signo elocuente de que las manos de muchos de nuestros jugadores no andan muy finas. Los números crecen hasta 62 —poco más del 30 por ciento— si le añadimos los que concluyeron con tres pifias, algo que a nuestro entender es un duelo con mala defensa del campo.
Pongamos que, si hubiese que establecer una clasificación, los choques con uno o dos errores —al menos uno por bando— pueden ser considerados de aceptables. De esos ahora hemos tenido casi la mitad (102) de los disputados.
En lo que va de campeonato solo recordamos tres jornadas en las que se han cometido menos de ocho errores, es decir, a promedio de uno por juego. Además de la del pasado viernes están las celebradas el 23 y 24 de septiembre, esta última de solo cuatro pifias, pero en un total de siete desafíos.
En el momento de escribir estas líneas, la actual campaña mostraba una media defensiva de .976 (383 errores), ligeramente superior a las tres precedentes, lo cual no quiere decir que alcance para emular con las mejores ligas del mundo. Mas es un indicio de que venimos arrastrando un problema. Lo paradójico es que no se haya disparado ahora, cuando las nóminas están notablemente rejuvenecidas con cerca de 80 debutantes y casi 160 peloteros que iniciaron las acciones con tres o menos temporadas de experiencia.
No obstante, coqueteamos con el horror cuando vemos partidos como el del 1ro. de septiembre pasado, cuando en el estadio granmense Mártires de Barbados, entre locales y artemiseños sumaron ¡siete pifias! Cercanos al desastre han estado 17 juegos, ya que en ellos se cometieron cuatro equivocaciones defensivas. Equipos como Camagüey, Pinar del Río, Santiago de Cuba, Isla de la Juventud, Industriales y Mayabeque han sumado esa cantidad en un mismo partido, con este último repitiendo dos veces la fatídica noche. Sin dudas, andamos mal.
De las 16 novenas concursantes, solo cinco han escapado a la pesadilla de cometer tres marfiladas en un mismo juego, y la voz cantante la lleva la guantanamera, a la que le ha sucedido en cinco ocasiones. No por gusto exhiben la defensa más deficiente del torneo, con apenas .967 de promedio.
Estos son apenas algunos datos que demuestran todo lo que hay que trabajar en este aspecto, y no solo en nuestro certamen élite. Lo ideal —amén de la obligada necesidad de quemar etapas que nos persigue— sería que los jugadores no llegaran al máximo nivel con tantas carencias. Para la buena salud del béisbol cubano, para la imperiosa necesidad de llegar a tener un digno espectáculo.