Muro de los Deseos Toronto 2015, un mural gigante que invita a dejar allí mensajes de aliento, de solidaridad, de amor... Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 21/09/2017 | 06:13 pm
La villa de los atletas se parece a una ciudad chiquita, pero concéntrica. Una de esas urbes que tienen un poquito de todo. De las que se debe recorrer con paso de hormiga para no perder ni un milímetro de espacio, ni un local —por pequeño que sea—, porque quizá ahí está lo mejor, lo más curioso. Lo inédito.
Para entrar al recinto de los atletas en Toronto hay que someterse casi a los mismos requisitos de seguridad de un aeropuerto. «Tiene que ser así, para que no haya problemas, para que nadie perturbe la paz panamericana», me dicen.
Así y todo, solo es posible acceder a un área común. Al fondo están los edificios grises, confortables y modernos, que sirven de dormitorio.
Una vez cumplido el chequeo y con la credencial de invitado colgando del cuello, uno confirma lo meticulosos que han sido los canadienses en la organización de estos Juegos. Alrededor de una gran explanada se ubican bancos, cajeros automáticos, tiendas, salones de belleza, cafeterías, un escenario para conciertos... Hasta una réplica de las habitaciones donde se alojan los atletas.
Pero lo más curioso (al menos, para mí) es el Muro de los Deseos Toronto 2015. Un mural gigante que invita a dejar allí mensajes de aliento, de solidaridad, de amor...
Hay de todo. Desde alguien que «extraña a Olivia y su familia», hasta otro sin identidad también que dejó constancia de sus intenciones deportivas en un «eres mi amigo, pero te voy a ganar».
Algunos han dejado cómo localizarlos en Facebook y Twitter. Abundan los Arriba: ¡Arriba, México!; ¡Arriba, Chile!; ¡Arriba, Perú!... y casi en el centro está nuestro ¡Vamos Cuba!
Sin embargo, el texto más conmovedor dice: «I am greek, I need money». ¿Lo dirá por él/ella o por su país?. «Grecia necesita dinero, pero no dignidad. Su pueblo está dando la pelea contra las tenazas neoliberales», comentó un periodista sudamericano al leer el texto.
Ya el muro está casi vestido con tantos mensajes. Supongo que los organizadores, tan previsores, estén pensando en cómo ampliarlo. Porque tela hay, y no precisamente para cortar.