El corrido de las bases no ha sido uno de los aciertos, hasta el momento, de la preselección antillana. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 05:26 pm
Este viernes, los dos bandos en que está dividida la preselección nacional cubana de béisbol continuaron sus exhibiciones públicas en el capitalino estadio Latinoamericano, válidas para ir calibrando opiniones en torno a la conformación del equipo que pronto viajará a Asia para topar con dos posibles rivales en el próximo Clásico Mundial.
Antes de este tercer duelo, el cuerpo técnico dirigido por Víctor Mesa y Jorge Fuentes tuvo oportunidad de poner en práctica varios conceptos «refrescantes», valorar el desempeño de algunos jugadores en diferentes posiciones, y su respuesta ante determinada situación de juego.
No pocos consideran que ya está más o menos vertebrada —cosa lógica— una formación incluso, hasta las posibles variantes de esa idílica alineación. Pero aun cuando nadie discute la existencia de algunas ideas concebidas, cabe señalar que lo visto hasta ahora deja unas cuantas incertidumbres en el ambiente.
Casi un mes después de reunido el grupo y luego rebajado hasta los 41 jugadores que aún luchan por un puesto y luego de dos partidos disputados, sigue siendo el área de lanzadores el habitat de las principales incógnitas. Y si hubiese que cerrar el círculo, es indudable que las dudas marcan más a quienes han tenido la responsabilidad de cubrir los primeros cinco capítulos durante los dos pleitos iniciales.
Es cierto que por el ritmo del adiestramiento, no es tiempo para recoger los mejores frutos y que dos juegos no son todo lo suficientes para elaborar las más certeras evaluaciones. Pero también es una verdad que, hasta el momento de redactar estas líneas, solo Vladimir García había salido bien librado del enfrentamiento con los bateadores rivales.
El veloz diestro avileño logró espaciar los cuatro imparables permitidos a una tanda de bastante calibre, y demostró además notables mejorías en su control. No se puede decir lo mismo de Freddy Asiel, Odrisamer o Ismel Jiménez, a quienes le conectaron con mayor facilidad y oportunidad.
En contraste, quienes fueron designados para cubrir el resto del trayecto, con funciones afortunadamente bien delimitadas, navegaron con mucha mayor suerte. Alentadoras fueron las presentaciones de los zurdos, encabezados por el cienfueguero Norberto González. Visto el panorama universal, de algunos de estos siniestros que definitivamente hagan el grado, así como de su manejo por la dirección del equipo, dependerá nuestra suerte en los complicados retos que se avecinan.
Fuera de esto, lo más preocupante sigue estando en las mentes de los jugadores. No solo basta con plantear dinámicas estrategias, sino que se impone tener la concentración y la maestría necesaria para ponerlas en práctica con absoluta eficacia. Y hasta el momento, varios deslices en la mecánica ofensiva y defensiva han dejado al descubierto que a nuestros jugadores, incluso algunos de experiencia, les quedan varias cosas por corregir.
Quedan por delante otros tres desafíos a partir de la semana entrante, —si no se concretan los juegos en México— y puede ser que los desempeños vayan demostrando lo contrario. El III Clásico Mundial comenzará el próximo marzo, y hasta entonces habrá tiempo para ajustar.