Néstor Almanza junto a uno de sus alumnos. Autor: Rodolfo Blanco Cué Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
CIEGO DE ÁVILA.— Durante la prodigiosa década de los años 90 —¡ojalá retornara!—, la lucha grecorromana en Cuba exhibió a gladiadores que mezclaban fuerza y talento, con lo cual se granjearon el respeto de todos sus rivales.
En esa rica historia de éxitos se insertó el capitalino Néstor Almanza, campeón mundial juvenil en Budapest, Hungría, en 1989, y titular del orbe entre mayores en Estocolmo, Suecia, en 1993, quien ahora funge como jefe de entrenadores de la selección nacional juvenil.
Recientemente, finalizó en Camagüey el torneo nacional del estilo greco, en el cual sus discípulos lograron una loable cosecha de dos medallas de oro, una de plata y tres de bronce.
—¿Cómo recuerda los certámenes nacionales en esa década de lujo?
—Eran muy fuertes, había mucha rivalidad entre varios hombres en cada división, incluida la mía, que fue la de 74 kilogramos. Mi gran oponente fue siempre el excepcional Filiberto Azcuy, un monstruo que era imbatible.
Les recuerdo, en especial a los más jóvenes, que Azcuy ganó oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, en 74 kilogramos, y en Sydney 2000, pero en la división inferior de 69 kg, algo inédito en la historia de este deporte. Además, es el único cubano incluido en el Salón de la Fama de la FILA (Federación Internacional de Luchas Asociadas).
—Ya mencionaste a Azcuy. ¿Cuáles fueron tus rivales más difíciles fuera de Cuba?
—El francés Ivon Riemmer y el ruso Eskandarian, muy fuertes y con grandes habilidades sobre el colchón.
—¿Qué técnica empleabas más?
—Siempre confié en todas las modalidades del tackle: directo al tronco, por debajo de las axilas y combinado con sumersión. Es una a las que más tiempo le dedico cuando entreno a mis alumnos.
—¿Cuándo comienzas a trabajar con los juveniles?
—Yo padecía de una lesión en la cervical, y decidí retirarme después de concluir el torneo nacional del 2001. En ese año, me alié con el técnico Juan Carlos Linares —ahora brinda ayuda en Querétaro, México— quien estaba al frente de los juveniles. Con ellos se ve más el trabajo y trato de fusionar la función de entrenador, con la de padre y amigo. Además de las enseñanzas técnicas, les inculco que lo vital para triunfar es tener disciplina y dedicación.
Este año, la categoría juvenil dirimirá, entre otros, el torneo panamericano en Guatemala y el Campeonato Mundial en Qatar. Sería muy provechoso que los nuestros pudieran asistir.
—¿Quiénes son los chicos más talentosos?
—Tengo muy buenos atletas, pero mi gallo de pelea es Ismael Borrero (60 kg), plata nacional. También veo con buenos ojos a Keldis Joseff y Oscar Pino, ambos medallistas de bronce en 120 kilogramos.
—¿La lucha greco goza de buena salud?
—Este deporte marcha muy bien. Tengo la posibilidad de estar en todos los torneos en Cuba, tanto escolares, como juveniles y mayores, en los cuales aprecio que se hacen muchas proyecciones y se trabaja muy bien en ambas posiciones, tanto de pie como abajo. Solo debemos recuperar algunos de los eventos que antes eran anuales, como las copas ESPA, Verde Olivo, Dinamo o Ramón Leal, por solo citar algunos ejemplos.
—En Guatemala prestaste ayuda técnica. ¿Cómo fue aquella experiencia?
—Fue un trabajo muy bonito, desde febrero de 2005 hasta diciembre de 2007. Cuando llegué, solo había luchadores del estilo libre con otro entrenador, quien me dio ocho muchachos con poca preparación física y escasos conocimientos técnicos. Pero los chicos se fortalecieron y consiguieron una medalla de plata y dos de bronce en los torneos panamericanos de la disciplina, así como una de bronce en los Juegos Centroamericanos de Cartagena de Indias en 2006.