Los peloteros cubanos celebran su victoria sobre el equipo de los Estados Unidos en el último partido del Mundial Universitario de béisbol en Tokio, Japón. Autor: Getty Images Publicado: 21/09/2017 | 05:00 pm
Con dos jonrones salvadores de Alfredo Despaigne, Cuba venció este sábado a Estados Unidos, cuatro carreras por tres, y ganó la medalla de oro en el Campeonato Mundial Universitario de béisbol. Sin duda, valió la pena levantarse de madrugada para ver por televisión un partido espectacular, decidido en diez capítulos gracias a la controvertida regla Schiller.
Como en una novela, Despaigne pasó de villano a héroe, pues en sus tres primeros turnos al bate falló con corredores en posición anotadora. Incluso, produjo para doble play en el tercer episodio, cuando encontró las bases llenas.
En todos esos casos fue dominado por el derecho Gerrit Cole, cuya recta supersónica mantuvo en jaque a la artillería cubana durante siete entradas. Así, se «fajó» a ceros con el habanero Miguel Alfredo González, quien trabajó impecablemente hasta que Andrew Maggi le dio jonrón solitario por el jardín derecho en el octavo inning.
Ya con ventaja, el manager estadounidense hizo lo correcto: sustituir a su abridor después de 92 lanzamientos. Pero Despaigne le cazó un envío bajo al relevista Noe Ramírez y enseguida empató el juego con un fogonazo atronador.
Muchos pensamos entonces que Eduardo Martín tumbaría también a Miguel Alfredo, pero el derecho apareció de nuevo en el noveno. En esa entrada permitió dos cañonazos y si no le anotaron fue porque José Dariel Abreu le robó un aparente hit a Jackie Bradley.
Cuba salió con las pilas cargadas en el final del noveno y llenó las bases en un pestañazo (doble de Frank Camilo, pelotazo a Borroto y boleto intencional a Leonys). En esa situación vino a lanzar el inicialista Nick Ramírez, algo que ya se ve muy poco hasta en los juveniles.
Sin embargo, el zurdo atrapó un disparo de Cerce y lo convirtió en doble play (pitcher-receptor-primera). Luego dominó a Olivera en línea al jardín central y colgó un cero de espanto.
En el extrainnings comenzó a aplicarse la regla Schiller y desde entonces cada equipo a la ofensiva situaría dos corredores en bases, sin outs. Los norteños colocaron en circulación a sus dos primeros bateadores, pero el manager me dejó pasmado cuando sacrificó a Bradley, tercero en la tanda.
Seguidamente, Eduardo Martín ordenó bolear al cuarto palillo, Ryan Wright, y después George Springer bateó por el cuadro. La jugada casi se convierte en doble play, pero el corredor llegó quieto a primera base y Estados Unidos tomó ventaja mínima.
Luego, Nick Ramírez conectó otro hit por el cuadro y remolcó la tercera carrera de los norteños. Solo entonces fue sustituido Miguel Alfredo, quien realizó en total 151 lanzamientos y propinó 14 ponches.
¿Era necesario forzarlo tanto? Por supuesto que no. En su lugar entró el veloz derecho Vladimir García y apagó el fuego con apenas dos lanzamientos.
Según explicó Martín ante las cámaras de la televisión japonesa, el propio Miguel Alfredo pidió seguir lanzando y por eso fue demorado más de la cuenta. Lógicamente, a ningún pitcher le gusta salir, pero ese paternalismo nos parece inapropiado.
Manejar el pitcheo es un arte y nosotros seguimos aferrados a viejos moldes. Sucede una y otra vez. ¿Acaso los golpes no enseñan?
A pesar de sus detractores, estoy convencido de que la medida de limitar a 120 lanzamientos la labor de los abridores en nuestras series nacionales ha salvado muchos brazos.
En fin, obligado a marcar, el alto mando cubano optó por poner en bases a Leonys y Cerce en la parte baja del décimo episodio. Ahí Eduardo Martín fue temerario y le dio luz verde a Olivera, quien falló en fly largo al jardín central.
Después vino el jonronazo de Despaigne que nos dio la victoria, ante un lanzamiento manso de Ramírez. Ya ven ustedes, si Olivera se hubiese sacrificado, al cuarto bate cubano seguramente le iban a tirar cuatro bolas intencionales.
Así terminó este evento que nos dejó varias sensaciones. Una de las más agradables fue ganar con un equipo diferente, aunque las regulaciones de la competencia influyeron en ello.
Los estadounidenses cambian su plantilla de un año a otro y nosotros podemos hacerlo también. Fíjense que en este equipo lucieron Frank Camilo, Aledmis y Borroto, pero se quedaron sin jugar Henry Urrutia, Yosvani Alarcón y Ramón Lunar, quienes rindieron muchísimo en la pasada serie nacional. ¿Cuándo les tocará a ellos?
Bronce para Japón
Japón, que organizó el torneo con mucho interés, se quedó con el bronce tras batir 9-0 a Corea del Sur. A los nipones no les va bien en esta categoría, ni tampoco en los juveniles. Ellos también tienen sus dolores de cabeza.