Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El baloncesto cubano necesita más que entrenamientos para salir adelante

Goteras, agujeros, desatenciones... influyen en el desarrollo de ese deporte, catalogado como el segundo del país que moviliza a más aficionados

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El techo de la polivalente de San José de las Lajas fue afectado por el ciclón Dennis y la falta de mantenimiento. El pasado 31 de agosto publicamos la triste noticia: el choque de baloncesto entre Capitalinos y La Habana, correspondiente al Torneo Nacional de Ascenso de baloncesto masculino, se trasladaba súbitamente para la Ciudad Deportiva capitalina, pues la sede habanera de San José de las Lajas no estaba en condiciones de recibir a los equipos y quedaba proscrita para toda la competencia.

Desde la Comisión Nacional de Baloncesto nos dijeron entonces que el tabloncillo había sufrido afectaciones por las lluvias recientes y una parte de él se había «hundido». Pero los lectores de JR fueron más allá: «eso está en candela, es una vergüenza, vayan para que vean», nos retaron varias veces por teléfono.

Y allá fuimos, porque desde otras provincias nos llegó un reclamo similar. El baloncesto es muy popular en Cuba y su campeonato está catalogado como el segundo espectáculo deportivo del país porque moviliza a miles de aficionados. Entonces, ellos merecen respeto. También los atletas, quienes se entregan a los entrenamientos sin mirar hacia los lados.

Todos queremos que este deporte resurja y recupere sus bríos de antaño. Pero el camino es largo y espinoso, por cosas como las que a continuación les contaremos. Y todavía queda mucha tela por donde cortar.

La verdadera historia

El tabloncillo de la sede habanera colapsó en esta temporada, pero desde hace rato tenía problemas. El entrenador Eduardo García Leal practicaba con sus muchachos, cuando el suelo bajo sus pies se hundió. El tabloncillo de la sala polivalente de San José de las Lajas «cantó el manisero» y trajo al equipo de La Habana muchas incomodidades.

«El pasado año nos alojamos en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) de Artemisa, pero viajar hasta aquí para jugar era una tortura. Así, esta vez pedimos alojarnos en la propia instalación, pensando en tener mejores condiciones», nos dice Eduardo.

Los atletas de La Habana tienen muy malas condiciones de alojamiento. «Pero las cosas no nos han salido bien. En efecto, mejoramos en la alimentación y recibimos un excelente trato, pero jugar siempre en patio ajeno significa viajar el mismo día del juego, pues en los demás territorios no tenían prevista nuestra presencia. Eso nos roba tiempo de descanso y entrenamiento. Para colmo, aquí en San José dormíamos en literas prestadas del estadio de béisbol, pero los peloteros de la provincia ya comenzaron a practicar y hubo que devolverlas. El resultado es que llevamos una semana durmiendo en el piso».

Sobre la caótica situación, Antonio Hernández García, administrador de la instalación, explica que «el problema es que esto nunca fue concebido como albergue. Quisimos resolverles a los muchachos porque nos pidieron ayuda. Pero no previmos que los peloteros se incorporaran en esta fecha».

Sobre el estado constructivo del recinto, cuya fecha de inauguración él no recuerda con certeza, pero debe estar por los años 1980-81, reconoce que «el último ciclón —Dennis, en julio de 2005— afectó el techo y el agua puso el tabloncillo en las condiciones que tiene ahora. Ya está proyectada la reparación. Tenemos los recursos: las tejas, la pintura y casi la madera, que no está en nuestras manos, pero sí localizada. Se va a hacer una reparación capital, y estamos esperando a que llegue la brigada del contingente Blas Roca desde Santa Cruz del Norte para comenzar. En menos de un año todo debe estar terminado».

Eride Guerrero Díaz, director de la polivalente, confirma lo anterior y dice que «el proyecto se comenzó en febrero de este año. Vino el presidente del Gobierno municipal, vio la situación que teníamos con el tabloncillo, y luego nos aprobaron un presupuesto de alrededor de 47 000 pesos para el techo y otro tanto para el tabloncillo, además de 4 000 pesos en pintura. Poco a poco se han ido comprando los materiales».

También en Matanzas

Cuando llueve en Matanzas, hay que secar constantemente la cancha. Foto: Leticia Arango La pelea entre Sixto Soria y Orestes Pedroso, en el Torneo de Boxeo Córdova Cardín de 1977, se recuerda en Matanzas no solo por lo reñida que fue, sino porque los peleadores se batieron además contra una gotera majadera que caía desde el techo.

La cubierta del Ateneo Aurelio Janet lleva 30 años goteando cada vez que llueve, lo que ha creado hasta bellas estalactitas de casi 20 centímetros en su base, formadas por la precipitación de los minerales contenidos en las aguas. En tres décadas se ha reparado el techo en diversas ocasiones, al igual que el tabloncillo, pero sin efectividad.

Hoy somos testigos de inesperados acontecimientos: un grupo de aficionados, por iniciativa propia, suben por una peligrosa escalera hasta el techo con frazadas de piso y unos cartones para que no se suspenda el juego.

«Eso es algo cotidiano. Contra Capitalinos subí dos veces al techo, aunque la humedad era tanta que no pudimos impedir el goteo», nos dice Osmany Ríos, un espectador.

En total, se han suspendido tres juegos con la afición esperando, y muchos de los fanáticos llegan a la capital yumurina desde municipios lejanos.

José Ricardo Suárez, director provincial del INDER, dijo a este diario que existe gran preocupación por parte de las autoridades del territorio y que especialistas del MICONS estudian la situación a profundidad para conocer el monto de la inversión.

«Ya el techo no permite ningún tipo de capa encima, por la cantidad de ocasiones en que se ha tratado de reparar con procedimientos como la gravilla y asfaltos de diferentes características», explica Ramón Medina, subdirector general de la ESPA provincial.

«Los compañeros del INDER que atienden las instalaciones especiales vieron que en algunos de los soportes básicos principales de la instalación hay oxidación de un nivel serio. Eso es peligroso, porque nadie sabe de qué manera puede colapsar», amplía.

Pedro Figueroa, técnico en seguridad y protección, es uno de los hombres que en dos décadas ha subido más cantidad de veces al techo: «Hasta de vacaciones me van a buscar para secar un poco el área. Parece que en el desagüe los codos están rotos. El techo es en forma cónica, con ocho departamentos, y el agua corre hacia un solo punto donde está el tragante», nos dice.

«Aquí han venido compañeros de todas partes, todos los años vienen cuatro o cinco, miran y miden... y nada. Dicen que hasta nos pueden quitar la sede del baloncesto; el público nos chifla cuando suspendemos los juegos, nos dicen cosas de todo tipo. ¡Esto da pena!», se lamenta.

Por suerte, los resultados del quinteto matancero no se ajustan a las condiciones de su base de entrenamientos. Este deporte ha desplazado al béisbol en la provincia y las gradas repletas son la prueba ideal.

Luis Raúl Ponte, DT del equipo Matanzas, comenta que las afectaciones no solo son en la etapa de competencia, sino que vienen desde el entrenamiento.

«Hemos tenido un mal arranque, pero en el momento en que el equipo está acoplado, que tiene la motivación alta, vienen estas suspensiones... Por ejemplo, a Pinar del Río podíamos ganarle dos juegos cuando estábamos mal, y ganamos el primero, pero luego nos desmotivamos porque se suspendió el segundo», explica.

«Antes del campeonato se comenzó a remozar de nuevo la instalación y el carpintero que hizo el trabajo dijo que ya no podía inventar más porque las vigas de madera debajo del tabloncillo estaban podridas, y aquí juegan atletas de hasta 200 libras de peso, y son diez jugadores interactuando en una zona, así que es un peligro».

Allens Jemmott, estelar atleta matancero y del equipo Cuba, no oculta su sufrimiento: «Cuando uno tiene deseos de jugar, cualquier detalle te afecta y mucho más cuando son cosas que se pueden solucionar como el estado del techo. No concibo que en un deporte que se juega en salas techadas se suspendan juegos por lluvia. Ni nosotros, ni el público, nos merecemos esto.

Por el momento, como medida preventiva, se han cambiado los horarios vespertinos para la mañana, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos llueve en las tardes. Pero entonces está el inconveniente de las gradas vacías y es peor el remedio que la enfermedad.

En Granma...

La lluvia de tabloncillos desvencijados se extiende, por supuesto, al oriente cubano y especialmente a provincias como Granma, que nunca ha sido potencia en este deporte.

En ese territorio, Bayamo, su capital, jamás hubo una instalación «pública» para la práctica de la disciplina pues la sala techada 12 de Enero, la «principal», fue diseñada apenas para la gimnasia. No obstante, la «19 de Mayo», del municipio de Jiguaní, salvaba tal carencia.

Pero hace más de dos años ese recinto, inaugurado oficialmente en 1990 —aunque tiene más tiempo de explotación—, colapsó para el juego de las cestas por la rotura de una parte de su piso entablado.

¿Cuándo se volverá a lidiar allí bajo los aros? Ni un brujo lo sabría.

De modo que se recurrió al tabloncillo de una escuela, el de la ESPA Simón Bolívar, en Bayamo. Este local no tiene, a la legua, las condiciones óptimas para jugar.

Según el entrenador del equipo granmense, Rolando Acea Antúnez, esta cancha, de unos 25 años, puede servir a lo sumo para entrenar, no para jugar.

«Sus aros no poseen las medidas establecidas oficialmente hoy —conservan las antiguas dimensiones— ni son flexibles», nos dice mientras enseña las pocas luminarias que funcionan, lo que impide jugar de noche.

«No cuenta con pizarra informativa ni con controlador de los 24 segundos, todo es manual y eso desorienta a los atletas».

A eso agregamos ciertos «baches» en el tabloncillo que impiden a ratos un buen dribbling de balón y la falta del llamado plastrón de seguridad bajo los aros.

«Aquí lo que hacen es amarrar dos colchones para evitar un poco los golpes; aun así hay jugadores que se han dado con la base metálica. En un partido contra Las Tunas se desamarró un colchón y se perdió mucho tiempo», dice el manzanillero Alexander Guillén, quien ha sido el líder anotador durante buena parte del campeonato.

Quizá, como dice Rolando Acea, entrenador durante 22 años en el baloncesto, la solución temporal sea buscar un terreno alternativo. «Nos han hablado sobre el otro tabloncillo que queda en Granma, el de la Facultad de Ciencias Médicas de Manzanillo, pero para poder jugar allí hace falta una autorización de otro organismo, no deportivo, y vencer varios trámites burocráticos o de coordinación».

Respecto al público «no hay problemas», asegura. Y lo dice porque incluso en la ESPA, que está en las afueras de la ciudad y no tiene gradas, «la gente va».

La gran pregunta que nadie sabe responder es: cuando sea mayor el deterioro de las instalaciones, en el futuro, ¿habrá que renunciar al baloncesto en Granma?

Y en Holguín

Hace un año, JR publicó una entrevista con René López González, director provincial de deportes en Holguín, quien anunciaba el inminente montaje de un nuevo tabloncillo en el Ateneo Fernando de Dios, una instalación con capacidad para 3 500 personas.

Entonces el equipo de la Ciudad de los Parques no jugaba en casa por no tener una sede con condiciones. Felizmente, los holguineros reciben por estos días el cariño de su afición, pero en la Facultad de Ciencias Médicas, una cancha emergente.

¿Qué pasó con la obra del Ateneo? Elvia Peña Cuello, su directora, nos aseguró por teléfono que las labores comenzarán el próximo 22 de octubre, pues eso le dijeron esta semana autoridades del territorio. Ya están disponibles los recursos y la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería número 9 será la entidad ejecutora.

Concluimos la investigación el pasado jueves, quizá algo haya cambiado en los últimos días. A veces solo hace falta romper la inercia para desatar algunas acciones. Pero el gran reto es mantener el ritmo. Sirva este trabajo para reforzar el cerco a la inconstancia.

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