Río De Janeiro.— El boxeo, ese bien llamado «buque insignia» del deporte cubano, inició este viernes su andanada de ganchos y golpes rectos en estos XV Juegos Panamericanos.
Los pugilistas de la Isla, dispuestos a recalar una vez más en «Puerto Dorado», devienen amplios favoritos para conservar el primer lugar por países que ostentan ininterrumpidamente desde la cita continental de Winnipeg 67. Tamaña rúbrica es motivo para que el perspicaz pueblo brasileño indague por nuestros boxeadores, en especial por el bicampeón olímpico de los pesos gallo, Guillermo Rigondeaux.
Y si el tema «convoca» a figuras excepcionales en el arte de golpear y no ser golpeado, la delegación cubana enroló en sus filas al monarca olímpico y mundial, Mario Kindelán, como una de las 16 Glorias del Deporte invitadas a esta fiesta del músculo.
-¿Cómo enfrentas este nuevo «asalto»?
-Ante todo, me siento muy feliz con esta invitación, pues se reconoce mi esfuerzo y dedicación al boxeo. Aquí, además de apoyar y dar ánimo al equipo, también les brindo mis conocimientos a los muchachos que tan dignamente nos representan. Y además tengo la posibilidad de disfrutar otros deportes, porque visito muchas instalaciones.
-¿Puede triunfar el conjunto de boxeo?
-A pesar de ser un equipo muy joven, renovado en casi un 95 por ciento si se compara con el de Santo Domingo 2003, sigue siendo fuerte, así que pronostico ahora ocho o nueve títulos.
-Le ha tocado al santiaguero Yordenis Ugás cubrir tu plaza en los pesos ligeros. ¿Qué opinas de él?
-Ugás es un buen púgil, que comenzó muy bien este ciclo olímpico. Aquí es el favorito de la división. Ciertamente, a él le corresponde seguir no solo mis pasos, sino también los de otros monarcas panamericanos como Adolfo Horta y Julito González, a quienes yo sustituí.
-¿Qué sientes fuera del cuadrilátero, cuando los ves boxear a ellos?
-Me dan unos deseos enormes de combatir. A veces pienso que no podré superarlo.