Raudo y veloz, un sargento de la policía de Nueva York rompió la ventanilla de un auto para rescatar a una anciana con máscara de oxígeno, que se «congelaba de muerte» en el vehículo. Al menos eso decía la llamada de urgencia que había recibido.
La verdad fue otra: la «viejita» no era más que un maniquí bien realista del dueño del carro, un viajante que comercia con implementos de auxilios médicos. Y usted siga guiándose por las apariencias…