Su anuncio en un sitio de Internet dejó claro que por un poco de plata para pagar sus estudios, estaba dispuesto a llamarse de cualquier manera. Así, Calvin Goesz obtuvo 5 000 euros y un nombre finés casi impronunciable. Una empresa de electrodomésticos le compró la ocurrencia y le otorgó su nuevo nombre: Verkkokauppa, que es como se dice «catálogo» en Finlandia. El «Verkko» cobró feliz su factura. ¿Cuánto pagaría Yasikisisledy por librarse de su nombrecito?