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Seguí, de Salón en Salón

Defendiendo el uniforme del team de Buenaventura, en el que alineaba como cuarto madero, fue captado por el promotor Javier Pupo, «Quilla», y se trasladó a la ciudad holguinera

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Holguinero nacido en la finca El Rosario (17 de agosto de 1937), en el actual municipio de Calixto García, el otrora lanzador derecho Diego Pablo Seguí González —exaltado a tres Salones de la Fama del béisbol— impresiona por las estadísticas que acopió en su carrera y la incursión en varios circuitos profesionales.

Defendiendo el uniforme del team de Buenaventura, en el que alineaba como cuarto madero, fue captado por el promotor Javier Pupo, «Quilla», y se trasladó a la ciudad holguinera.

En el antiguo Liceo Park, se unió a un equipo patrocinado por la tienda Luz de Yara. Seguí fue contratado por los Rojos de Cincinatti en 1958, después de ser explorado por Al Zarilla. Ya entonces se le valoraba como un lanzador de más de 90 millas y la afición nororiental terminó admirándolo.

Posteriormente, se enrumbó con los Rojos del Habana en la Liga Profesional Cubana, y precisamente en la última edición que se efectuó, la 60-61 (fue novato en la 58-59), se apuntó un triunfo y cinco derrotas. La victoria sobre el Cienfuegos, 2-1, la logró soportando cinco jits y un cuadrangular de Leonardo Cárdenas, por encima de los 420 pies, en la novena entrada.

Participó en 15 temporadas de Grandes Ligas, representando a seis planteles. Sus éxitos (92), juegos salvados (71) y encuentros lanzados (639) califican entre los mejores guarismos de Cuba en la Gran Carpa. Su efectividad de 3.81 fue positiva y en 1970 lideró ese departamento en la Liga Americana (2.56). Ganó diez pleitos o más en tres torneos consecutivos (1969, 1970 y 1971) y debutó con los Atléticos de Kansas City el 12 de abril de 1962, contra los Mellizos de Minnesota.

Se desempeñó en la Serie Mundial del 75, perteneciendo a los Medias Rojas de Boston, quienes cedieron ante aquellos fabulosos Rojos de Cincinatti; aunque tuvo otra aparición en postemporada con los Atléticos de Oakland. Según la publicación Doubleheared, collection of facts, feats and first, picheó el desafío de debut ligamayorista de dos franquicias diferentes en la misma ciudad, Seattle —en 1969 y 1977—, con los Pilotos (de apagafuegos) y Marineros (de abridor), respectivamente.

Además, completó 28 juegos y dio siete lechadas (perdió 111 encuentros), y participó en siete campañas en Ligas Menores, mayormente en Triple A, totalizando 55 sonrisas y 48 resbalones.

El 3 de julio de 2003 fue exaltado al Salón de la Fama venezolano (primer cubano y extranjero), toda vez que al béisbol morocho fue mucho durante el invierno, acreditándose 95 victorias de por vida, 941 ponches —puntero histórico de ese circuito— y 2.76 de efectividad. Durante 15 torneos, debutando con los Industriales de Valencia en el del 62-63, actuó con los Leones de Caracas, equipo con el cual apareció en tres períodos (1966-1971, 1972-73, 1976-1980), Tigres de Aragua (1980-1983) y uno con Portuguesa.

Las Series del Caribe lo tuvieron entre sus estrellas, pues asistió a la de 1973, en Caracas, donde blanqueó, 2-0, a los puertorriqueños Cangrejeros de Santurce, recetándoles 15 ponches. Con los melenudos de la capital venezolana repitió en Mazatlán, México, en 1978, y allí se anotó dos triunfos.

Se despidió de estos eventos en República Dominicana, en 1980, y dominó a Vaqueros de Bayamón (5-3). Se fue sin tropiezos del clásico caribeño, con 34 estrucados en 25 entradas, departamento en el cual se destacó siempre, ya que en Grandes Ligas hizo abanicar o dejó con la carabina al hombro a 1 298 bateadores.

Nueve años estuvo por la Liga Mexicana, en la cual alcanzó el tercer juego perfecto de esa competición, el 21 de junio de 1978, tirando para los Cafeteros de Córdoba ante Tecolotes de Nuevo Laredo, en Veracruz. En México también fue ganador, con balance de 95-61 y PCL de 2.91.

En 2004 lo incluyeron en el Pabellón de la Fama de la Serie del Caribe y en 2006 en el Hispanic Heritage Baseball Museum Hall of Fame, espacio que resalta en la ciudad de San Francisco a la pelota latinoamericana. Hasta hace pocos años, Seguí vivía en Kansas City, Estados Unidos. Su hijo David, ambidextro, le siguió los pasos y tomó parte en 15 temporadas como primera base y jardinero de Grandes Ligas.

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