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Santiago despide al hijo de Tumba Siete

Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz; del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y del Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo Hernández, acompañaron el sentido homenaje del pueblo cubano al querido trovador Eduardo Sosa Laurencio

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA. —Eduardo Sosa Laurencio, el trovador de voz potente y decir campechano, el artista comprometido y orgulloso de sus orígenes, el nagüito hijo de Tumba Siete, en las serranías del Segundo Frente, recibió este miércoles el tributo póstumo del Santiago musical que le vio empinarse desde su talento y le tendrá siempre como uno de sus hijos más entrañables.

A los 52 años, víctima de un accidente cerebrovascular de tipo hemorrágico que mantenía a todo el país pidiendo por su recuperación desde el pasado 3 de febrero, Sosa, así sencillamente, cedió en su batalla por la vida, y la urbe oriental que hace unas semanas lo tuvo en sus calles y le agradeció que inspirara con su Verso Amigo la marcha de las antorchas por el natalicio 172 del Maestro, le reciprocó su afecto sincero.

Las honras fúnebres se iniciaron entre las lomas del Segundo Frente, que supieron de sus primeras correrías y le vieron debutar como artista aficionado.

Cobijado por la sonoridad de su antológico tema A mí me gusta, compay, amaneció el poblado de Mayarí Arriba, cabecera de ese Segundo Frente —donde tuvo causa y motivo—, según declarara desde sus propios versos y cuando a media mañana, custodiadas por su hermano Cándido Sosa y otros familiares, llegaron las cenizas del trovador hasta el cine Los Andes, el cariño fue flor en manos de niño y de labriego, entre ellos amigos de la infancia y admiradores de todas las edades, orgullosos de ese retoño del monte, que llegó a la cumbre sin olvidar las raíces.

A partir del mediodía, el tributo continuó en la casa de la Trova santiaguera, en la que tantas veces entregó su arte y en la que seguirá vivo el ímpetu
y pasión del incansable defensor de la herencia de los grandes del pentagrama.

Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz; del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; de Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado; del Consejo de Ministros, del Ministerio de Cultura, la Uneac y del pueblo de Segundo Frente, acompañaron el homenaje en el que sus compañeros le dedicaron poesías y canciones y no faltó el aroma del café recién colado.

Las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en la oriental provincia, músicos de la ciudad y el país, intelectuales representantes de las diferentes manifestaciones del arte, directivos del sector de la Cultura, el Instituto Cubano de la Música y de la Uneac, organización de la que era uno de sus vicepresidentes, y cientos de santiagueros de varias generaciones, en fila interminable, acudieron a la casona de la calle Heredia para despedir al trovador.

Ante la mirada de Pepe Sánchez, Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Compay Segundo y otros tantos que son historia en las paredes del emblemático inmueble, cada cual le recordó a su manera, como el amigo que siempre tenía una historia entretenida y oportuna, el bromista; el muchacho alegre y jovial que inició su vida artística en festivales estudiantiles, consolidó su propuesta desde el dúo Postrova y luego en 2003 comenzó su carrera en solitario.

En las palabras de despedida, hondamente emocionado, el reconocido tresero y amigo Pancho Amat lo definió como un genuino defensor de la cultura toda y un hijo de la Patria.

Desde la tarde de este 12 de febrero las cenizas de Eduardo Sosa Laurencio descansan en el cenizario Los Sauces, aledaño al cementerio patrimonial Santa Ifigenia; allí, cerquita de Martí, de Fidel y de todos los grandes de la trova cuya huella defendió y enriqueció con su voz y su guitarra.

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