Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La risa tiene cosquillas

El grupo de teatro Ismaelillo llevó a escena el texto en 1987

Autor:

JAPE

Con este sugerente título, la editorial Pablo de la Torriente publicó un libro escrito por un hombre de profundo sentido del humor y subrayada presencia en la cultura cubana del siglo pasado.

Este texto fue llevado a escena por el grupo de teatro Ismaelillo, en 1987, y dicha obra fue merecedora de varios premios; sin embargo, poco se sabe de este significativo autor, cuyo nombre, Bruno Javier Machado, hizo historia en la literatura, el teatro y el periodismo de nuestra Isla.

Cuentan las redes digitales que nuestro invitado de hoy, que nació en La Habana, en 1935, pasó un curso emergente de formación de maestros en 1972 y se incorporó al trabajó en escuelas primarias. Posteriormente ingresó en el Seminario de Arte Dramático de la Comisión de Extensión Universitaria y actuó en los grupos Teatro Universitario, Teatro Joven y, en ocasiones, subió a las tablas del Teatro Martí.

En la segunda mitad de los años 70 desempeñó diversos trabajos en obras marítimas, cumplió el Servicio Militar Obligatorio e impartió clases de educación artística a profesores de secundaria.

Fue miembro y vicedirector del grupo de teatro aficionado Taller Dramático Yagruma, profesor y jefe de cátedra de teatro y de educación artística en diversas escuelas y tecnológicos capitalinos.

En 1979 se suma a los cursos de formación de instructores de arte y crea el grupo Taller Dramático Abdala, con el cual obtuvo premio provincial de aficionados, con su obra Más temprano que tarde, en 1981.

Bruno Javier fundó la sección humorística de Radio Rebelde, y escribió guiones para programas televisivos y radiales. Algunas de sus piezas han sido llevadas a escena por diferentes grupos de teatro.

Sus textos, llenos de humor costumbrista, han aparecido en dedeté, Palante, Pionero, Tribuna de La Habana, Alma Mater, Joven Comunista, Cine Guía, Opina, Juventud Rebelde, Granma, Bohemia, El Habanero, así como en el santaclareño periódico Vanguardia y su suplemento de humor gráfico Melaíto.

Entre sus obras de más renombre, por las que obtuvo premios en nuestro país, figuran El verdadero Clark Kent, Más temprano que tarde, Búsqueda en la oscuridad histórica de Casa Blanca, Hallé su oscura luz, esta última escrita en 1987. Fue un asiduo participante del concurso nacional Chispa Joven, convocado por Palante, en el cual resultó premiado en múltiples ocasiones.

Bruno Javier Machado también se destacó por su obra como historiador, sin desprenderse nunca de su peculiar estilo y su fino y profundo humor. Como siempre digo, yo solo doy el pie forzado para redescubrir y recordar cuánto de hilaridad tuvimos algún día en nuestra prensa, sin que por ello dejara de ser seria, informativa y revolucionaria. Dejo a usted la intención de buscar y conocer más sobre este inagotable tema.



Cada cual, cada quien

Hay veces que la madurez se le va a uno para los pies, que la experiencia adquirida se convierte en un soplo que acompaña al viento en su ir y venir. Cuando uno llega a cierta edad, se supone que la vida nos entrega sorpresas con menos frecuencia y no es por gusto ese refrán que dice: «más sabe el diablo por viejo, que por sabio»… Sin embargo, en cuestiones amorosas, hasta el mismísimo diablo se le doblan los tarritos. Ese es el caso de Godofredo.

¡Godofredo, cará! Quién iba a pensar que a sus años se pusiera a estar inventando, un tipo tan inteligente, tan mesurado, que ha llegado incluso a tener la responsabilidad de dirigir a los demás. Pues Godofredo se ha enamorado perdidamente… «¿quién tuviera 20 años menos?»… dice él, pero aún con su lógica sigue entusiasmado en su «canita al aire». Pero bueno, «para eso soy jefe, qué cará»… se responde él mismo.

Así empezó Godofredo a olvidarse de todo, pero sin tener «20 años menos», aunque sí invertía muchos «pesos más». Su ceguera creció y se alejó del hogar, de los amigos y de la modestia, y se sumergió en la euforia y la idiotez. «Mi chini, mi palomita, mi tesoro… está loca por mí… esto es distinto»: así se fue sumergiendo en el desastre y saliendo a flote su dejadez.

—Dime, mi palomita —decía él— ¿Tú me quieres? ¿No te importan mis años?

—Sí, claro… ¿Por fin resolviste la gasolina?

—Sí, sí, sí… Te llevo a la casa en la playa, palomita… ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti? Los ojos… ¿Y de mí? ¿Qué es lo que más te gusta?

—Tu carro y tus viajes al extranjero… perdón, perdón… no quise decir eso…

Pero ya era tarde, el impacto fue muy despiadado y el corazón no resistió. ¡Ay, Godofredo! Si no fuera por que la empresa marcha mejor ahora y se gasta menos gasolina, te recordáramos más.                   

 Bruno Javier Machado/dedeté 1984

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