Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La casa de patio habanera: una apertura al cielo

Juventud Rebelde conversa con Rosalía Oliva, especialista del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador  de La Habana, una de las protagonistas, junto a los patios coloniales, de la reciente Noche del Patrimonio

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Caía la tarde del pasado 16 de septiembre y el centro histórico habanero abría algunas de sus puertas para vivir la Noche del Patrimonio. El evento, que desde 2018 promueve el Grupo Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España, se desarrolló por primera vez en las ciudades patrimoniales de Cuba, México, Perú y la nación ibérica simultáneamente.

Esa celebración de la diversidad a través de los talentos locales, la imbricación de elementos del presente y el pasado, así como de expresiones culturales diferentes, ocupó un espacio especial en cada una de las 15 ciudades patrimoniales cubanas, siendo La Habana el centro del festejo organizado por la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba.

Eran las 5:00 p.m. cuando el Palacio del Conde de Lombillo abrió sus puertas para recibir a decenas de personas que, conducidas por la Doctora en Ciencias Rosalía Oliva Suárez, especialista del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana, contemplaban fascinadas cada detalle del patio central.

Era el inicio de un recorrido por los patios de casas coloniales aledañas que luego se trasladaría al palacio del Marqués de Arcos, salía por la calle Mercaderes, accedía al jardín ecológico Hans Christian Andersen, contiguo a la Casa de la Poesía, para luego volver a la arteria principal, doblar por O’Reilly y entrar al Palacio de los Capitanes Generales.

La casa de patio fue la protagonista de la Noche del Patrimonio que se vivió en La Habana, aderezada con el arte de la compañía Danza Teatro Retazos, una muestra documental dedicada a la labor del Doctor Eusebio Leal Spengler y la encantadora voz de Ivette Cepeda mientras el sol se escondía, dando paso a las estrellas.

Entonces, el patio se convirtió en un espacio-pretexto para disfrutar el arte, también como un rico intercambio social, como seguro lo hicieron antes los primeros habitantes de esas grandes casas. Por ello Juventud Rebelde conversó con Rosalía Oliva Suárez, quien ha calificado esta experiencia inédita en el centro histórico habanero, por el horario en que transcurrió, como motivadora.

«Abrir estos espacios al público es importante, pues permite revalorizar y visibilizar instancias privadas, domésticas del centro histórico. Es una experiencia que incluso nos muestra posibilidades de trabajo en el futuro para la difusión de este tipo de patrimonio natural y cultural de nuestra ciudad», comenta la promotora del recorrido, que si bien era inusual en el horario en que se realizó, no era la primera vez que ocurría.

Desde 2017, explica, llevan adelante en el centro histórico el proyecto Los patios coloniales, espacios culturales y medioambientales para su protección y sostenibilidad, que ha formado parte del proyecto Rutas y Andares en sus ediciones de 2017, 2018 y 2022.

Tras concluir su tesis doctoral sobre los espacios domésticos habaneros de los siglos XVI y XVII, la mirada de Oliva se centró en los patios coloniales. «Nos dimos cuenta, un grupo de expertos de la Oficina del Historiador, de que estos espacios no habían sido estudiados profundamente. La casa de patio, que además se dice que es la casa típica habanera, objeto de estudio de investigadores como Alicia García Santana, no ha sido lo suficientemente abordada como espacio intercultural y natural. Empezamos a ver que muchos de estos espacios se estaban perdiendo dentro del centro histórico habanero.

«Los museos poseen estos espacios muy llamativos, algunos con macetas, decorados, sin embargo no están intervenidos museológicamente: son un área de paso. Los patios en las casas de vecindad o en los solares se están perdiendo por estos procesos constructivos que hay, y no solamente se pierden los elementos arquitectónicos que los identifican, como las arcadas y los aljibes. También se estaban perdiendo los valores culturales que podrían incluso definirse para un posible desarrollo sostenible del centro histórico de La Habana», explica.

El proyecto que lidera Rosalía, desde sus inicios cuenta con la participación de más de una veintena de actores, entre especialistas de universidades, biólogos, botánicos, zoólogos, arqueólogos, historiadores, conservadores, arquitectos, jardineros y miembros de la comunidad. De los talleres con estos actores se constató la necesidad de restaurar y rehabilitar estos espacios, así como reutilizarlos de una forma conservadora y sostenible.

Asegura que «entre esos lugares tenemos los espacios domésticos, casas de vecindad, edificios múltiples o solares, que además tienen sus características culturales, no solamente de la época colonial, si no posteriores. Son la base también donde se crean determinados ritmos musicales o dinámicas de la vida cotidiana, posteriores a la República y después del proceso revolucionario.

«En otro grupo tenemos los edificios que acogen los museos: la Oficina del Historiador tiene alrededor de 52 inmuebles que están enclavados en edificios con valor patrimonial de alto grado de protección y, sin embargo, en los procesos de rehabilitación que se estaban llevando a cabo en estos inmuebles o después, en los montajes museográficos, el patio no era concebido como un área importante dentro de estas viviendas, o sea, no se mostraba realmente el esplendor que pudo tener en su período histórico».

—¿Cuáles fueron las líneas de acción asumidas en la revitalización de estos espacios?

—Uno de los pasos que empezamos a hacer fue la declaración de la Fiesta de los Patios Coloniales. La primera fue en 2017, entre el 18 de mayo (Día Internacional de los Museos) y el 5 de junio (Día Mundial del Medioambiente): dos semanas en que se desarrollan una serie de actividades científicas, de divulgación de las investigaciones que se llevan a cabo en estos sitios desde la botánica, la conservación, la historia.

«También actividades culturales para mostrar que en el caso de la información que tributa la historia y los viajeros, la bibliografía que se pudo consultar mostró que estos espacios eran multifuncionales, se hacían actividades culturales, exposiciones, se realizaban las tertulias, conciertos y toda la vida cultural de la ciudad, porque no había edificios públicos.

«La socialización se daba dentro de la vivienda y por las altas temperaturas y por la amplitud, los patios se convirtieron en un lugar central, incluso se pusieron en algunos patios de estos palacios entablados de madera para hacer obras de teatro o algún concierto de una cantante que podía visitar la ciudad y era invitada por estas familias de la aristocracia habanera».

—Nos hablan estos espacios de un modo de vivir y de socializar que hoy reproducimos, de alguna manera…

—El patio fue un espacio de sociabilidad donde no solamente los propietarios de la vivienda interactuaban. Su interrelación con los esclavos, las dinámicas comerciales se producían ahí, porque muchas de estas edificaciones fueron viviendas en segunda planta y la planta baja se convirtió en área comercial donde el trasiego de los visitantes a la casa ya muestran toda una red de relaciones sociales que se establecieron en estas áreas, que fueron estudiadas por el equipo de investigación que hoy asume el proyecto, y queremos mostrarla en los montajes museográficos que estamos haciendo en los espacios de la red de los museos de la Oficina del Historiador.

«Los patios habaneros tienen su origen en los patios romanos o el patio de las casas de Nubia del siglo XVII, en África. La casa de patio fue un modelo tipológico doméstico, desarrollado en todo el país, e incluso en América podemos encontrarlo en lugares como Lima, pero en La Habana la característica que tienen es que además de ser espacios de sociabilidad físicamente, la diferencia es la presencia de los aljibes. Casi todas las viviendas poseen esa construcción, si no compartían un aljibe con la vivienda de al lado, estructuras que después en la parte superior se le ponían brocales muy bien adornados según el dinero de los propietarios: esa es una de las características que definen estos patios.

«Es por conocer elementos como esos que son importantes estos recorridos, que permiten visitar no solo los espacios domésticos, sino también las edificaciones religiosas y militares, las cuales tienen el patio porque es la solución de luz y ventilación que se les daba a las construcciones coloniales en este período. Eran estructuras muy cerradas por fuera con vida hacia adentro, y el patio es el escape, la apertura al cielo».

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.