Buena Fé. Autor: LAZ Publicado: 22/05/2023 | 09:05 pm
—Israel, tienes muchos hijos espirituales, que cantan las canciones de Buena Fe…
—Bueno, eso intentamos. En mi barrio trato todos los días de influir en ellos para cargarlos de valores, que sean capaces de entender que solo conectados con su tiempo y con su realidad es posible transformar las cosas. Eso es lo que aprendí de Martí.
—¿A medida que pasa el tiempo el público exige más? ¿Es como tener un látigo encima?
—Es un látigo, sí.
—Sin embargo, me confesaste que desechas mucho de lo que escribes porque también tú te vuelves cada vez más exigente. ¿Cómo sostener esa productividad creativa desde la calidad?
—Trabajando muy duro todos los días. Realmente no tengo tiempo, te lo digo de verdad. Tú no te imaginas la cantidad de gente que yo me pierdo porque no tengo tiempo; amigos que podían ser mucho más amigos, gente a la que quisiera acompañar más, estar más cercano. Me acuesto a las dos o tres de la mañana todos los días, trabajando, escribiendo, preparando cosas… Me pongo metas con mis músicos de presentarles al siguiente día algo para poder trabajar, para reinventarnos, para crear algo distinto, porque esto es esclavizante, pero es apasionante.
«Pero de verdad que no hay algo mejor como cuando nosotros terminamos un tema y nos decimos: ¡Deja que esto salga mañana! Nos llena de tanta emoción, de tanta alegría.
«Tampoco asimilamos la creación como el salto de altura de Javier Sotomayor porque si lo ves así, hay un momento en que hay un límite de posibilidades. Nuestro deseo es ir acompañando al público en el tiempo que nos ha tocado vivir, y hacer en cada momento lo que en cada momento pudimos sacar mejor de nosotros. Es la única fórmula de no parecer repetitivos y a la vez evolucionar hacia nuevas áreas creativas que sean convincentes para nosotros y para nuestros seguidores».
—Buena Fe fue al principio el nombre, pero las explicaciones de la buena fe siguen evolucionando en el tiempo. ¿Por qué Buena Fe? ¿Por qué de buena fe?
—Cuando comenzamos no teníamos más que una guitarra y dos voces y mucha buena fe. En aquel momento le dije a Yoel: «Mira, vamos a ponerle Buena Fe», y le di mis razones. Él comentó: «Chico, me gusta, porque en la Biblia he leído en el versículo tal que la buena fe es la certeza de lo que no se ve…». Algo así muy bonito, que él siempre explica muy bien, porque él es el que se lo sabe. Y me gustó ese espíritu, me gustó esa manera de él.
«Luego arrancamos a trabajar. Cuando las cosas empezaron a ir para mejor y a funcionar mejor, siempre pensábamos en la buena fe. ¿Pero sabes qué? El nombre, que al principio fue complicado, se ha vuelto un concepto a defender, se ha vuelto también un prisma por el cual se puede tocar cualquier temática, de cualquier índole, política, social, humorística, de pareja… por el cual mirar la vida, y marcar el destino. Y así fue como el nombre se fue volviendo para nosotros importante. Definitivamente hoy, ese concepto de la buena fe es la brújula que guía nuestro trabajo.
«Sé que no está muy de moda la buena fe. Ahora la onda de ser transgresores de la realidad, de toda esta historia, hace que a veces las cosas, al ponerles demasiada buena fe, pierdan el interés comercial. Pero para eso estamos aquí: para encontrar, incluso donde parece que no hay, filones comunicacionales para las temáticas que menos venden, de manera que cuando la gente se asome, todavía pueda encontrarse cosas interesantes.
«Cuando nos decidimos a poner algo en circulación, a defender una canción, es porque nos va la piel en ello, convencidos de que hemos logrado una casa con muchas puertas, para que cada cual entre y salga por donde más le guste y sobre todo poner ideas en circulación. Lo interesante es que una canción te motive a la reflexión.
«Una canción, si divierte, es buena: también es importante divertirse; si hace reflexionar, para mí es una maravilla; si además de divertirte y reflexionar, te emociona, ya está hecho el trabajo. Cada cual se emociona y reflexiona con cosas que uno ni sospecha; pero las canciones son eso: alquilar un servicio público para el pensamiento, para que cada cual sobre todo crezca. Que nadie espere de nosotros una canción que, a la vuelta de hacerse pública, pueda servir para que las personas se hagan daño.
«Justamente así es como enfocamos la creación, con tino, con muchas garras y ganas de atacar lo atacable, pero con gran responsabilidad para que mañana, cuando cambien las circunstancias de eso que estás atacando, la gente todavía se asome a la canción y la vea con cariño.
«Cada vez que me paro frente a la computadora, me digo: qué va, hoy no voy a escribir nada. Y me acuerdo de mi mamá soplando la hornilla de carbón para hacerme un pudín de boniato con coco. Y me digo: “Mire, déjese de bobería, que todo lo que hemos avanzado hasta hoy lo logramos porque un día hiciste una canción que sirvió. Tú no sabes si esta noche vas a componer la que va a servir el año que viene.” Y ahí le meto duro y poquito a poco van saliendo las cosas».