Valeria Mariaud se estrenó en el personaje de Kitri el pasado sábado y aún le queda una presentación el próximo 15 de julio. Las entradas están a la venta en la taquilla del Teatro Nacional de Cuba. Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 12/07/2022 | 09:41 pm
Una oda onírica al amor, la libertad y la justicia continúa siendo la versión cubana del ballet clásico Don Quijote, que no pierde adeptos entre el público amante de este arte escénico. La propuesta del Ballet Nacional de Cuba regresó durante el pasado fin de semana al escenario de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba y continuará los días 15, 16 y 17 de julio.
Apenas superamos el recuerdo de las sensaciones provocadas por las pasadas presentaciones del tributo al coreógrafo británico Ben Stevenson, y la compañía insignia de la danza cubana presenta la versión coreográfica de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, inspirada en la composición original de Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus e interpretada por la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana, bajo la dirección de Yhovani Duarte.
Sin dejar de lado el repertorio clásico que históricamente ha hecho brillar al Ballet Nacional de Cuba dentro y fuera del Archipiélago cubano, la agrupación que comanda la primera bailarina Viengsay Valdés está decidida a seguir apostando por lo novedoso y porque sus más jóvenes integrantes se sigan probando en roles de gran envergadura y nuevas experiencias creativas que completen su formación artística.
Por ello, la compañía cubana ha invitado a la primera solista de la Compañía Nacional de Danza de México, Valeria Mariaud, quien tiene a su cargo el papel protagónico, la joven Kitri, desempeño que comparte con el primer bailarín cubano Dani Hernández, quien asume el rol de Bassilio. Durante las jornadas de presentaciones veremos a otras figuras del Ballet Nacional de Cuba interpretar ese romance central del ballet Don Quijote y por el papel de Kitri pasarán la primera bailarina Annette Delgado, la bailarina principal Chavela Riera y la joven intérprete María Luisa Márquez.
El papel de Bassilio será asumido también por otros rostros talentosos de la compañía cubana como el solista Yasiel Hodelin, el bailarín principal Narciso Medina y el primer bailarín Yankiel Vázquez. Todos ellos acompañados del cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba, prometen —y ya lo han demostrado durante el primer fin de semana de presentaciones— llevar una vez más al público por esos campos españoles cargados del embeleso, la picardía y la utopía quijotesca que guía el movimiento de los danzantes.
Valeria Mariaud ha supuesto un nuevo descubrimiento para el público cubano en esta nueva temporada. Juventud Rebelde conversó con la joven bailarina en las jornadas previas a su estreno el pasado 9 de julio en el papel de Kitri, rol que interpreta por primera vez en su carrera.
La intérprete de 22 años vive por estos días intensas jornadas de ensayos —aún le queda pendiente una presentación el próximo 15 de julio—, cargadas del estrés propio que conlleva la preparación de un estreno, pero también de la fascinación provocada por estar bajo la batuta de Viengsay Valdés, de quien confiesa ser una profunda admiradora desde muy joven.
«Después de ver videos de Viengsay bailando, nunca pensé que compartiría estos momentos con ella, teniéndola en frente orientándome. Es algo que agradezco mucho como bailarina. Desde que llegué he sentido el apoyo de todos, especialmente de ella y de mi partenaire Dani Hernández, que me aporta una sensación de calma que agradezco mucho», comenta orgullosa la bailarina mexicana, cuyo talento y desenvolvimiento sobre el escenario de la Sala Avellaneda fue secundado por una ovación de pie por parte del público.
Desde los ensayos se percibía que esta temporada de Don Quijote tendría algo diferente. Ver a Viengsay Valdés impartiendo sus conocimientos sobre uno de los personajes con el que durante años ha deleitado al público cubano y foráneo con especial destreza, resulta, cuanto menos, emocionante. Viengsay y Kitri conviven en el mismo cuerpo, no cabe duda: conoce el personaje, la música, la mímica, cada aspecto de la técnica y el movimiento para lograr esa picaresca y frescura de la joven lozana y así lo transmite a Valeria Mariaud, quien trata de no perder detalle de cada explicación.
«Tomar lo que ella hacía en su Kitri e incorporarlo a mi forma de ver el personaje es importante, aunque intento buscar mi estilo. No somos las mismas bailarinas, no somos iguales, pero el hecho de poder tomar esos elementos enriquece mi interpretación y me hace crecer como artista. Por supuesto, en la siguiente oportunidad no seré como la Kitri que hice la primera vez, será diferente y me iré transformando con cada presentación», reflexiona la bailarina, entre cuyos referentes figuran las rusas María Kochetkova, Svetlana Zakharova y cubanos como Yolanda Correa, actual bailarina principal en el Staatsballett Berlin.
El viaje de Valeria Mariaud está cargado de novedades, también en su carrera personal. La primera solista de la Compañía Nacional de Danza de México se presenta por primera vez fuera de su país, representando a su agrupación como artista invitada del Ballet Nacional de Cuba, un hecho que considera como una oportunidad para crecer dentro del arte danzario.
«Por lo general, cuando invitan a bailarines a otras compañías, son bailarines principales que tienen bastante experiencia y han interpretado esos roles muchas veces. En mi caso se trata de la primera vez que salgo a bailar un ballet completo y que sea en Cuba supone una presión añadida, porque aquí todos saben de ballet, conocen muy bien el repertorio. Esta oportunidad supone una motivación importante para mí», confiesa la joven intérprete que en su carrera ha asumido otros roles como en el pas de deux y pas de trois de El lago de los cisnes, el Hada de Azúcar en Cascanueces, y Destino en Carmen, entre otros.
Para llegar hasta Kitri, Valeria debió pasar por una selección que comenzó meses antes en la sede de su compañía. Allí recibió clases de la maître cubana Svetlana Ballester, para luego transitar un proceso de audición, todo ello sin que la joven danzante supiera que el objetivo de esos encuentros y pruebas serían para bailar como artista invitada del Ballet Nacional de Cuba en esta temporada de Don Quijote. «Fue algo totalmente inesperado», confiesa.
Lo cierto es que la sorpresa devino trabajo intenso para que finalmente lo aprendido en aquellas clases tuviera frutos sobre el escenario de la Sala Avellaneda. A ello se sumaron otras experiencias artísticas en el intercambio con bailarines cubanos durante las presentaciones de Giselle en México durante 2020.
Valeria, quien se formó en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, convirtiéndose en bailarina profesional a los 16 años, cuenta que «en esa temporada en que fueron los bailarines cubanos a bailar Giselle en México yo interpreté a Myrtha, la reina de las Willis, y fue sublime compartir escenario y ver el desempeño de Annette Delgado, Rafael Quenedit y Daniela Gómez, entre otros. Tienen muy claro el estilo, lo que quieren transmitir y eso es una inspiración constante.
«Creo que los bailarines mexicanos tenemos cierto sabor y particularidad que nos define: una mezcla, como les ocurre a los bailarines del Ballet Nacional de Cuba, que tiene su propio estilo, a partir de otras bases como la técnica rusa. Somos diferentes, pero también somos parte de la técnica cubana. Tenemos una historia compartida, entre bailarines cubanos que van a México y mexicanos que han venido a Cuba. Creo que ambas compañías son bastante parecidas y esa colaboración solo puede dar buenos resultados».
La obra compuesta originalmente por Marius Petipa supone una nueva oportunidad para que jóvenes intérpretes de la compañía cubana demuestren su talento. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez