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Matanzas luce joya mundial

Premio Nacional de Restauración en 2008, el hoy Museo Farmacéutico de la Atenas de Cuba fue reconocido este diciembre con el Premio de Conservación que otorga el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural

 

Autor:

Hugo García

Una maravilla quedó detenida en el tiempo: la Botica Francesa del doctor Ernesto Triolet, convertida posteriormente en el Museo Farmacéutico de Matanzas. Ubicada en el céntrico Parque de La Libertad, es una joya patrimonial admirada por cientos de visitantes foráneos de todas las latitudes.

Marcia Brito Hernández, directora de dicha institución desde hace más de 35 años, testifica que en ese espacio «se conserva la única botica francesa de finales del siglo XIX que existe en el mundo, trabajamos para mostrar esa exclusividad, para lograr que muchas personas reconozcan su autenticidad. El ambiente es completamente diferente a otros museos, porque hay un sentido de homogeneidad en el modo en que se exponen los bienes patrimoniales y en el quehacer de la botica.

«El impacto mayor en los visitantes se produce al comprobar el alto grado de conservación, aun siendo una botica que surgió hace 139 años. Sin embargo, mantiene su estructura original, lo cual no es frecuente en otras entidades de su tipo».

Cuenta la historia que en 1876 el doctor Ernesto Triolet Lelievre, que había sido invitado a Cuba por su colega Juan Fermín de Figueroa, fundó junto a este una botica francesa en Sagua la Grande, la que brindaba sus servicios a los ingenios azucareros de la zona.

«Ambos vinieron a la Expo de 1881, en el Palmar de Junco, ciudad de Matanzas, y se alojaron en el hotel Las Delicias, en la esquina donde en la actualidad se halla este museo. Desde el balcón observaron que había una farmacia pequeña que estaba en venta, entonces hablaron con la dueña y la compraron, como mismo hicieron con la florería de al lado. Entonces se demolió todo y en diez meses se construyó la botica en la planta baja, mientras que en la alta se edificó la vivienda y el secadero de hierbas. El 1ro. de enero de 1882 abrió sus puertas», narra Marcia.

Marcia Brito le ha dedicado casi cuatro décadas a resguardar este patrimonio cultural de la nación.Foto:Raúl Abreu.

Farmacéutico de hospitales de París, Triolet se había enamorado de doña Justa de Figueroa, hermana de Juan Fermín, quien murió poco tiempo después de inaugurada la botica. Fue con la fortuna que le dejó que se pudo construir y avituallar este establecimiento matancero.

Más tarde contrajo nupcias con la hija de su excuñado, María Dolores de Figueroa, quien se convirtió en la primera mujer farmacéutica de Cuba (estudió en Nueva York). «Triolet trajo de Francia la impronta del desarrollo científico en las ciencias farmacéuticas del siglo XIX», reflexiona Marcia.

Las sustancias que se observan dentro de los frascos son las originales y porque se puede saber lo que se preparó cada día, al estar recogido en los libros de asentamiento de recetas, los cuales han sido digitalizados en 55 tomos con más de medio millón de fórmulas preparadas. Se anotaba el médico que prescribía la receta.

«Era un establecimiento personalizado, pues se tenían en cuenta las particularidades de los pacientes para elaborar las fórmulas. Por tal motivo esta botica nunca evolucionó hacia una farmacia que es donde se vende lo que se hace en un laboratorio, pues esta se dedicó a crear los medicamentos a partir de plantas medicinales fundamentalmente. Eso le otorgó un sello distintivo en la ciudad por las características de los mismos, la rigurosidad en los modos de obtención de los materiales, y por la belleza de la presentación del producto farmacéutico», refiere Marcia.

Una familia ilustre

En 1900 el fundador Ernesto Triolet participó con 11 medicamentos en la Expo de París, donde obtuvo la Medalla de Oro. Pero allí contrajo neumonitis que lo llevó a la tumba el 19 de diciembre. Su última voluntad fue que lo enterraran en Matanzas. Su cuerpo se embalsamó y después se veló en la casa. Entre 1901 y 1944 la dueña de la botica fue Dolores, quien quedó viuda y con tres hijos: Celia, artista; Ernesto, doctor en farmacia; y Alfredo, médico forense.

Luego, hasta 1964, el segundo asumió la dirección. El 16 de enero de ese año, fecha en que cerró la botica, se realizaron dos fórmulas elaboradas por Ernesto Triolet Figueroa. Cuando en noviembre de 1963 quedó nacionalizada, entonces él propuso que la convirtieran en museo. Si pasaba a patrimonio, él la dejaba tal cual estaba. Así, el 1ro. de mayo abrió como el primer museo farmacéutico fundado en Latinoamérica.

La familia vivió en la casa hasta 1987. Triolet falleció el 30 de enero de 1979 y su viuda heredó los bienes. A su muerte la testó a sus hermanas, quienes definitivamente vendieron la vivienda al museo.

«Siempre digo que la humanidad tiene una deuda eterna con esta familia, porque dejaron millones de piezas con un inestimable valor monetario y patrimonial excepcional. Optamos porque sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, porque reúne todas las condiciones previstas. Lo merece, y a partir de ahí el grado de protección será mayor. Presentamos el expediente para que también sea declarado Memoria del Mundo el fondo documental de libros de asentamientos de recetas».

Maravillas de Cuba

Se preservan innumerables productos, como las esencias, los extractos fluidos y blandos, y aquellos dirigidos a las formulaciones.Foto:Raúl Abreu.

La primera sala se destinó a la venta de la población. Tiene tres puertas con vitrales así como una estantería de cedro hecha a mano, además de los frontones de cristal de bohemia, los mármoles de Carrara y la imagen de la Purísima Concepción esculpida en mármol blanco.

En la rebotica llaman la atención también el herbario donde se protegen los paquetes de hierbas que venían de otros países, la caja registradora, y la biblioteca, un arsenal de conocimientos de medicina natural de los siglos XIX y XX.

En el patio se reunió una colección de frascos de farmacia, la cual está considera como la más numerosa del mundo perteneciente a una misma farmacia.En el tercer piso se hallan el laboratorio privado de Triolet, el corazón de la botica, y el secadero de hierbas. «Todo se elaboraba en un fogón de leña, pues tenían la teoría de que de ese modo no se aceleraba ni retardaba el principio activo», prosigue Marcia.

En este sitio se descubren asimismo infinidad de rarezas como los caramelos de miel para los niños; el polvo de cuerno de ciervo, conocido como el afrodisiaco natural más potente del mundo; instrumental médico, un autoclave, un generador de oxígeno, el primer tipo de electrocardiógrafo que Estados Unidos comercializó en 1920, jeringas; materiales ginecobstétricos; en el zaguán hay una escalera de mármol blanco de Carrara para acceder a la casa, está la bicicleta de ruedas de madera que usaban los mandaderos, la primera cabina telefónica pública que tuvo la ciudad de Matanzas, un etiquetero del siglo XX formado por 150 gavetas; y el farol hecho en Londres que estuvo 13 décadas en la calle solo encendía los lunes, cuando estaba de guardia nocturna la botica.

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