Nuestra lengua Madre Autor: Adán Iglesias Publicado: 27/04/2019 | 08:34 pm
Nuestra lengua materna tiene una deuda de gratitud con el gran novelista inglés Somerset Maugham por esta alabanza suya asaz, apropiada y merecida: «El español es la mayor creación literaria de los españoles». En efecto, en ese carismático idioma han visto la luz auténticas joyas de la lírica y de la narrativa universales, entre estas una devenida paradigma: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, obra cumbre de don Miguel de Cervantes y Saavedra, en cuyo homenaje la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció en 2010 celebrar cada 23 de abril el Día del Idioma.
Los lingüistas clasifican al español como una lengua romance derivada del latín. Su texto fundacional data del siglo X. Es una nota de unas 50 líneas, trazadas sobre un trozo de pergamino. Contiene un inventario de los víveres y los quesos adquiridos para la despensa de una abadía en León, España, por un monje nombrado Ximeno. Esta glosa se conoce como Nodicia de kesos.
A fines del siglo XV el castellano ya se había impuesto en España lo suficiente como para cruzar el Atlántico en las carabelas de Cristóbal Colón. Por acá encontró la horma de su zapato, pues debió enfrentar el acoso de lenguas nativas como el taíno, el aymará, el maya, el quechua y el guaraní. Tal variedad originó que este continente se convirtiera en el de mayor fragmentación lingüística del planeta, con más de 120 familias de lenguas diferentes y cientos de dialectos.
En el siglo XVI los americanismos comenzaron a desembarcar en España en los viajes de regreso de los conquistadores. Irrumpieron en su mapa léxico con nuevas palabras olorosas a floresta: cóndor, maíz, cacique, colibrí, chocolate, cacao, aguacate… Años después, en 1713, se fundó en Madrid la Real Academia Española de la Lengua. La primera voz aborigen a la que esta dio luz verde en su riguroso diccionario fue huracán.
Ubicuo y hermoso registro
El español es la lengua oficial en América Latina —en México lo hablan 121 millones de personas—, pero se deja querer también en otros continentes. En África lo platican en Guinea Ecuatorial, Marruecos y República Árabe Saharaui Democrática. Está presente en la asiática Filipinas. Y en Oceanía se exhibe en Isla de Pascua, que, aunque gobernada por Chile, geográficamente pertenece a la Polinesia. ¡Hasta en la fría Antártida pasea sus encantos! En ese contexto de hielo, casi todos los habitantes de sus dos únicas poblaciones civiles se comunican entre sí mediante el idioma español.
A propósito del 23 de abril, un sitio web en internet llamado Escuela de Escritores, ha encuestado a los cibernautas con esta pregunta: «¿cuál es la palabra más bella del idioma español?». El vocablo amor acapara siempre las preferencias, tanto por lo que entraña desde los afectos como por su seductora pronunciación. Otros escogidos suelen ser paz, vida, azahar, éxtasis, mar, azul, lluvia, luna, feliz, alma, libertad, alegría, patria, susurro, luz y sonrisa.
La velocidad es otro de los atributos de este idioma. Se asegura que es la lengua más rápida por la cantidad de sílabas que un hablante promedio es capaz de pronunciar en un segundo. Además, y a juzgar por una investigación hecha por la Universidad de Vermont entre 10 000 palabras obtenidas de películas, canciones, libros y tuits en diez idiomas, se le tiene por el mayor generador de alegría, pues buena parte de sus enunciados transmitieron sensaciones positivas.
Presencia, incluciones y exclusiones
Según las entradas de la edición 23 del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), nuestra lengua fundacional contabiliza hoy algo más de 93 000 palabras y 195 000 acepciones, entre estas 19 000 americanismos. Los términos de mayor presencia son la conjunción y, las preposiciones de y en y los artículos las y los. Y, si de letras hablamos, las que más se repiten son la a, la e, la o, la l y la s.
El léxico especializado de las nuevas tecnologías y las redes sociales —casi todo de origen inglés— ha tomado por asalto los predios académicos del español. Hoy el DRAE incluye en sus más de 2 000 páginas términos exóticos como gigabyte, hacker, wifi, clicar, meme, USB, tuit, selfi, chat, emoticono, SMS y bloguero. Otros no han sido aceptados todavía, pero lo estarán, en virtud de su progresivo uso.
No obstante, en la Real Academia de la Lengua no todo es alumbramiento. En oportunidades, tomó previsiones para actualizarse. Así, en 2010 sometió a cambios el alfabeto del idioma, al eliminarle la ch y la ll con el argumento de que «realmente, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema». Ambas habían sido excluidas del DRAE desde 1994.
Con la ortografía y la gramática nunca logró comulgar demasiado el escritor Gabriel García Márquez. En el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en 1997 en Zacatecas, México, pronunció un discurso titulado Botella de mar para el Dios de las palabras, que, por lo novedoso y polémico, causó gran revuelo en la comunidad académica.
Propuso aquella vez el Gabo: «Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la g y la j, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra b de burro y nuestra v de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?».
Galería de curiosidades
Entre los heterogéneos matices que distinguen la lengua española figuran las curiosidades. Disfruten este rosario:
La palabra oía tiene tres sílabas en solo tres letras. En el vocablo aristocrático, cada letra aparece exactamente dos veces. El término arte es masculino en singular y femenino en plural. En la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres y la cuarta cuatro.
En el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite. El vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número. El término corrección tiene dos letras dobles. Las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden. Con 23 letras, la palabra electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.
El término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv. Con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas. Mil es el único número que no tiene ni o ni e. La palabra pedigüeñería tiene los cuatro llamados firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i. El vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa…
A manera de punto final
Cada día son más los que se acogen al español como opción comunicativa. A ese paso, y según el Instituto Cervantes, en el año 2050 el diez por ciento de la población mundial —900 millones de personas— lo tendrá como primera lengua. Para esa misma etapa, Estados Unidos será el primer país hispanohablante del planeta, con 138 millones de habitantes de habla hispana.
En el mundo actual se hablan 7 000 idiomas y dialectos. Pero según la Unesco cada 14 días muere uno por falta de hablantes o por su desarraigo. En la última década desaparecieron más de cien lenguas, 400 yacen en estado crítico y 51 son habladas por un solo individuo. De continuar tal ritmo, la mitad se esfumará en este siglo, un daño similar a la extinción de igual cantidad de especies.
A los hispanohablantes nos corresponde velar por la integridad del nuestro y por su pureza. Estamos en el deber de que les llegue entero, fortalecido, lozano y vital a las generaciones que nos sucedan. Es la tarea que nos toca.
Los conquistadores dejaron una huella funesta en el Nuevo Mundo en aquellos siglos de aciago recuerdo. Pero, como sugirió Pablo Neruda en Confieso que he vivido, todo tiene su pro y su contra. Dijo el gran chileno: «A los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes. Salimos perdiendo. Salimos ganando. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo. Nos dejaron las palabras».
Sí, para nuestra fortuna, nos dejaron el español.