Antonio López Sánchez Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 08/02/2019 | 09:17 pm
Uno de los escritores cubanos que cultiva con asiduidad los géneros fantásticos es Antonio López Sánchez. Con varias investigaciones realizadas sobre la Nueva Trova, acumula un par de novelas de corte épico. Con la Editorial de la Mujer publicó, en el año 2011, Las guerreras de la luz, con la que alcanzó el Premio La Rosa Blanca, que otorga la Sección de Literatura para Niños y Jóvenes de la Asociación de Escritores de la Uneac. Luego, con la misma editorial llegó otra epopeya, El escudo de Valnúss, en 2015.
Ahora hay dos nuevos títulos que están presentes en la Feria Internacional del Libro. Uno de ellos, Grimorium, se presenta este martes 12 de febrero, a las tres de la tarde, en la Sala Carpentier, en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Sobre sus andanzas en el universo literario conversamos con el también periodista, en rápido intercambio de correos.
—Cuéntanos de tus propuestas para la Feria.
—Una de ellas es mi primera novela de horror. Se llama Grimorium y pertenece al catálogo de la Editorial Oriente, al que me alegra mucho regresar después de editar con ellos Trovadoras, en el año 2008. El segundo lo publica Gente Nueva y se titula El otro lado del espejo. Fue mención en el Concurso La Edad de Oro de 2014. Se hizo durante el 2017, pero es ahora cuando sale al ruedo y, por azar, coincidieron los dos.
—¿Qué nos cuentas en Grimorium?
—Es la historia de un libro maldito. Una criatura primigenia y arcana, como las que reveló Howard Phillips Lovecraft, está atrapada en algún lugar ignorado del mundo. Pero su esencia maligna logró habitar este libro y sus seguidores quieren devolverla a su cuerpo y liberarla. Se cuenta en tres épocas, con varios personajes, más un romance que tiene determinada importancia en cada una.
«En orden cronológico, una narración es sobre un joven noble que regresa de la Primera Cruzada, en el año 1103 (d. C.) y se encuentra con un monje que quiere destruir el Grimorio. La otra trata de un profesor universitario norteamericano, desaparecido en el año 1917. A partir del hallazgo de su diario, se conocen sus avatares con el libro. La tercera sucede en la actualidad, donde, gracias al diario mencionado, un experto en mitología debe tratar de encontrar el Grimorio, ayudado por un par de agencias de la comunidad de la inteligencia militar norteamericana. Las tres historias se cruzan y tejen entre sí de varios modos para armar toda la novela. Entre ellas, se escucha más de una vez la voz del Grimorio y las de sus servidores».
—¿Cómo manejas el horror en esas páginas?
—La intención no es mostrar un sitio oscuro, lleno de telarañas y con un ser monstruoso que aparece de pronto para asustar. Me interesa más el horror como presencia constante, como el motor detrás del suceso irracional. Hay un ente invisible, incorpóreo, pero a la vez palpable detrás de lo que experimenta cada personaje. Considero el horror como una presencia, algo sin explicación lógica (ni siquiera desde lógicas mágicas) aunque siempre alrededor. Los elementos oscuros son como un acompañante que lo rodea todo en la obra; la fuerza que matiza, o provoca, o se asoma, a través de cada suceso.
—¿Y la segunda obra, El otro lado del espejo?
—Es una historia de fantasía épica, que se desarrolla en varios escenarios y tiempos distintos. Me la inspiró un pequeño texto de Jorge Luis Borges, de El libro de los seres imaginarios (escrito con Margarita Guerrero) en el que se habla de una invasión desde el lado de allá de los espejos, que sucedió alguna vez pero que fue derrotada. Aunque Borges, en ese mismo texto, alerta de que es posible que haya otra. De esa otra invasión, de por qué ocurre, quién la provocó y cómo detenerla, trata la novela. Además, es un homenaje al argentino porque se usan, adaptados a mi aire y sin nada que ver con los contextos originales, algunas ideas y objetos creados por este escritor.
«Hay un personaje, un mago copista, que desde la Biblioteca debe ir por varios escenarios temporales, y al otro lado del espejo, para combatir el mal. Por el camino encontrará laberintos, acertijos y batallas. También aquí hay una historia de amor, aunque un poco complicada, porque el copista, cuando cruza a través del espejo, no recuerda nada de su vida anterior. Por ahí va el texto».
—¿Algún trabajo en proceso editorial?
—Hay un ensayo sobre la imagen de la mujer en las canciones de la Nueva Trova, que está ahora mismo editándose con la editorial Capiro, de Santa Clara. Muy a propósito, además, porque esa es una plaza muy fuerte e importante en el ámbito trovadoresco a nivel nacional.
—¿Qué tienes ya escrito y qué estás escribiendo ahora?
—Muy abundante, en los dos casos. Me demoro mucho pensando qué escribir, pero cuando tengo la idea lo hago más o menos rápido. A medio hacer hay una novela larga de fantasía, larga pero sin intento de trilogía, que hace rato estoy por terminar. Están ya hechos un par de libros de cuentos y una novela, estos sin fantasía, de puro realismo. Hay otra novela y otro libro de cuentos, pero de textos infantiles. Estos van en onda saga, porque son los mismos personajes aunque en historias diferentes e independientes. Solo repiten los personajes pero ninguna es continuidad de la otra.
«Además, también andan por ahí un montón de ideas. Unas de horror, porque me gustó el experimento de Grimorium y voy a explorar ese género. Otras, de fantasía heroica y otras de 20 cosas. No dejo de escribir, aunque a veces no me gusta mucho ver varios libros acumulados en el disco duro sin llegar al papel. Pero creo que ese mal lo sufren todos los escritores».