Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un Dj inspirado en ritmos ancestrales

Pedro Canale, conocido artísticamente como Chancha Vía Circuito, es un joven Dj y productor argentino ha llevado sus creaciones a múltiples escenarios del orbe

Autor:

Alejandro A. Madorrán Durán

Pedro Canale, conocido artísticamente como Chancha Vía Circuito, es un joven Dj y productor argentino que desde hace más de una década fusiona lo más novedoso de la música electrónica con los ritmos y sonoridades del folclor latinoamericano. Al despegue de su carrera influyó significativamente que en una de las escenas de la gustada serie norteamericana Breaking Bad se incluyera su versión de la canción Quimey Neuquén, interpretada por el cantautor José Larralde.

Desde ese momento este muchacho, de hablar pausado y mirada curiosa, ha llevado sus creaciones a múltiples escenarios del orbe, donde ha presentado cuatro discos que ha realizado bajo su actual sobrenombre: Rodante (2008); Río arriba (2010), Semillas (2012) y Amansará (2014).

Recientemente visitó la Isla invitado por el Festival Internacional de Música Electrónica Eyeife, oportunidad que aprovechó Juventud Rebelde para dialogar con él. «Hace muchos años que tenía el deseo de conocer este país, dijo. Venir a Cuba es una bendición que me ha llegado».

Sus primeros pasos fueron en bandas de rock y heavy metal, hasta que, guiado por la curiosidad, comenzó a investigar las posibilidades expresivas que le ofrecían los software informáticos de su computadora a principio de los 2000. «Parte de “culpa” también la tiene mi hermano mayor, quien gastaba su salario en comprar casetes con ese tipo de música: Tricky, Björk, Portishead y Massive Attack…», relató.

Con estas motivaciones empezó a estudiar Composición electroacústica en la universidad de Buenos Aires, aunque solo llegaría a cursar la mitad del programa. Sin embargo, fue provechoso para él establecer contactos con profesores y amigos que lo ayudaron a utilizar herramientas para componer. Desde esos años ya existían muchos productores y espectáculos de electrónica en Argentina, lo que favoreció que pudiera incursionar en ese género.

«Al principio me invitaban a diferentes fiestas de amigos para que mostrara mi trabajo. Después me dieron la oportunidad de actuar en lugares mejores, en clubes y en algunos boliches del centro de la ciudad», rememoró.

De esta etapa data el disco Luces del aire (2004). Dos años después decidió dar un giro a su carrera y cambió su nombre por Chancha Vía Circuito. Primero experimentó con la cumbia colombiana junto al colectivo Zizek, como se puede apreciar en Rodante; y luego encontró inspiración en las raíces musicales de la región de los Andes, y en las tradiciones y rituales de las culturas indígenas, presentes en Río arriba, Semillas, Amansará y también en su trabajo actual, que aún no ha visto la luz, Bienaventuranza

«Son las inquietudes artísticas que me han guiado. Es como algo muy intuitivo. Uno se enamora de ciertos ritmos y hacia ahí se dirige. Esa búsqueda se inició con mi primer viaje al norte de Argentina, Bolivia y Perú, en el que “redescubrí” ese folclor y me encontré en esos lugares».

—Es interesante ver cómo haces converger un género tan moderno con sonoridades muy antiguas…

—Parecen universos muy distantes, como agua y aceite, pero eso es en teoría. Porque en la práctica uno se encuentra que es una combinación que puede funcionar muy bien, solo hay que tener un criterio estético para elegir qué sonidos mezclar.

—Bajo el sello de Chancha Vía Circuito has podido llevar tu trabajo a muchos lugares del mundo….

—Siempre tuve el sueño de poder vivir de la música y eso empezó a ser posible gracias a este cambio de rumbo. Porque antes no tenía un estilo propio y los productores no me llamaban mucho. Sin embargo, cuando comencé a fusionar diferentes estilos, mi proyecto se hizo más visible en los medios de comunicación, lo cual me abrió las puertas a un mercado más internacional.

«He tenido la oportunidad de hacer giras por Europa, Estados Unidos y América Latina. La reacción de la gente ha sido muy buena en general.

«Al principio, tal vez haya quien no entienda lo que hago, porque puede ser difícil de “digerir” la primera vez que se escucha, pero después se entusiasman y les gusta, los veo bailar. Y eso me ha pasado en muchos países.

«Resulta interesante poder llevar mi cultura a lugares lejanos. Es como ser un embajador. De algún modo, en este festival, Eyeife, pude compartir esas melodías y ritmos sudamericanos de los que me he nutrido tanto y, a la vez, vine con los oídos muy abiertos para percibir lo que se hace aquí».

—¿Estás al tanto de la música cubana?

—He investigado mucho, sobre todo la de origen africano: el tambor batá, la religiosa, que tienen mucha carga espiritual y por eso me gustan mucho. También conozco géneros más difundidos internacionalmente como el son del Buena Vista Social Club.

—¿Te atreverías a fusionar con nuestros ritmos?

—Seguramente muchas de las cosas que aquí escuché se van a traducir en canciones nuevas, eso es inevitable que pase. Cuba tiene una energía especial.

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