Comieza la fiesta cubana de la Feria del Libro 2016. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 06:03 pm
«No deseo ser medida, sino soñada, no aspiro a que me observen con un microscopio, sino a que tengan de mí una presencia un poco intangible, un poco fugitiva». Las palabras de Dulce María Loynaz, al referirse a sus anhelos para con su libro Fe de vida, resonaron como un eco enigmático y perpetuo durante la presentación este miércoles en La Cabaña de ese volumen —que vio nuevamente la luz bajo el sello Ediciones Loynaz.
La obra, la última que escribiera la Premio Cervantes, es un texto de carácter autobiográfico —nacido también gracias a la insistencia de su amigo, el escritor Aldo Martínez Malo—, que recoge la vida de su segundo esposo, el periodista Pablo Álvarez de Cañas.
El poeta y narrador Jesús David Curbelo, director del Centro Cultural Dulce María Loynaz, dijo al referirse al título que «posee la virtud de la desobediencia y de la indefinición genérica».
Escrito en retrospectiva —escabulléndose de los moldes cronológicos de una biografía—, la Loynaz nos retrata no solo al hombre con el cual compartió parte de su vida, sino también nos dibuja, con una prosa diáfana, una ciudad, una época, un tiempo…
Catalogado como una novela biográfica, biografía novelada, autobiografía emocional o testimonio, Fe de vida constituye, además, una ofrenda de amor y el relato de un romance que destaca por la agudeza del pensamiento.
De la autora de Jardín se presentó asimismo Un verano en Tenerife (Editorial Cauce). El volumen, calificado por Dulce María Loynaz como «lo mejor que he escrito», narra con magistral estilo y dominio del idioma su estancia en ese sitio.
Ambos libros, desde sus particularidades, ofrecen en su conjunto la imagen contundente de la permanencia de una obra y el reflejo de la intensa vida de quien es conocida como la más grande escritora cubana del siglo XX.