Pedro Romero y su grupo dejaron una velada inolvidable. Autor: Elizabeth López Corzo Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
CIEGO DE ÁVILA.— Félix González no gusta de revelar detalles de las bebidas que prepara. Sin embargo, observo cómo el joven barman mezcla en una batidora la crema extraída de la leche de coco, el jugo de piña y una pequeña dosis de alcohol. Le pone hielo y un pedacito de piña y listo: nace la Piña Colada, el popular trago que «bautiza» un festival musical en la Ciudad de los Portales.
«Desde que echamos los ingredientes en la batidora, todo se comienza a fusionar», explicó a JR Félix, trabajador del avileño Centro Cultural Piña Colada y quien encuentra lógica a los presupuestos estéticos de un evento que, ante todo, defiende la confluencia de géneros musicales de la Isla y el mundo.
Es que existe una voluntad de mostrar la presencia de diversos estilos melódicos en el quehacer de los artistas que participan en el certamen avileño, que recién concluyó su décima edición.
Y esa idea de crear un punto de reunión donde de alguna manera intervengan quienes fusionan la música, constituyó una de las primeras intenciones del Piña Colada, como expresó a este diario Arnaldo Rodríguez, presidente del comité organizador:
«No había ni hay en Cuba un festival, excepto este, que agrupe las diferentes perspectivas donde se pueden mezclar ritmos musicales; desde el jazz y el pop, hasta la música caribeña y la popular bailable».
Rodríguez agrega que el segundo propósito del evento fue el de convertir a Ciego de Ávila en plaza importante para la música fusión. «Teníamos el deseo de hacer un festival en el centro del país que incluyera a la música joven y que llamara la atención sobre este aspecto a escala nacional y foránea», dijo el líder del Talismán.
Debemos partir de la visión de que en Piña Colada gravitan dos tendencias y lo más importante, ninguna disuena. Observamos allí que asisten quienes mezclan varios ritmos, y también los que enarbolan una sola vertiente musical. Todos confluyen en un evento que les permite intercambiar experiencias con colegas y ponerse a tono con la actualidad melódica del país.
Todo mezclado
Siempre interesado en integrar a su hacer los diferentes géneros, el cantautor Diego Gutiérrez llegó a Ciego de Ávila para «decir sus canciones», acompañado de la guitarra y de su grupo.
Con el concepto de que toda la música es fusión, Gutiérrez protagonizó la Gala Inaugural dedicada a los 45 años del Movimiento de la Nueva Trova en el Teatro Principal, junto al dúo Cofradía (Trinidad, Sancti Spíritus), el trío Motivos personales y el trovador Yoan Zamora, estos dos últimos de la tierra avileña.
Diego considera que es esa mezcla percibida desde antaño en nuestra sonoridad, unida a las nuevas aportaciones de los artistas, un presupuesto que se debe tener en cuenta por los músicos de ahora, aunque no demerita a quienes defienden un solo estilo.
Para Bobby Carcassés, uno de los elementos más interesantes de Piña Colada es precisamente «la libertad de expresión musical, porque están presentes desde Maykel Blanco y Salsa Mayor, hasta Rumbávila, una agrupación folclórica con la que compartí escenario».
Ante la propuesta jazzística del Premio Nacional de la Música 2012, nadie pudo sustraerse el pasado domingo en el Teatro Principal. Carcassés ofreció una velada de mucho sabor nacional y con un profundo conocimiento de la cultura afrocubana.
Esa cubanía igualmente la entregó Pedrito Calvo, quien en la noche sabatina evocó su etapa con los Van Van, a la vez que nos puso al tanto de los éxitos que ha obtenido con La Nueva Justicia, como Mi mujer y ex y El fotingo de Caridad.
Pedrito sintió desde la escena el entusiasmo del pueblo cuando coreó esas canciones. «Es muy lindo el Festival. Arnaldo ha aglutinado a exponentes del arte y los ha traído hasta aquí. Es un logro que poca gente ha podido hacer», aseguró.
Aunque esta ha sido la primera participación del popular cantante, no deja de resaltar que «Piña Colada da la oportunidad de presentar a artistas de diferentes géneros musicales. Vale la pena que este evento continúe con esa belleza».
La aseveración de Pedrito Calvo es un hecho palpable en las concepciones del evento, que mostró una mirada abarcadora de las estéticas melódicas presentes actualmente en la Isla.
En esa visión se ubica la decisión de los organizadores de crear un espacio de reflexión sobre la música popular bailable. De ahí que por tercera vez se incluyó el encuentro de la timba cubana Mi salsa, el cual agrupó a periodistas, musicólogos y expertos en la temática, en la Escuela de Instructores de Arte.
También pudo disfrutarse de exponentes de este ritmo en la Plaza Indersito, en la que actuaron Pupy y los que son son, Maykel Blanco y Salsa Mayor, Will Campa y la Gran Unión, y Arnaldo Rodríguez y su Talismán.
El certamen igualmente exhibió la maestría de dos agrupaciones folclóricas: Rumbatá, de Camagüey, y Rumbávila, de la ciudad sede, fieles defensoras de vertientes netamente criollas como el guaguancó, la columbia y el yambú.
Atemperándonos con el rock nacional, el Festival nos entregó espacios como Rockolada, por el que desfilaron grupos de una notable factura y con una diversidad en su propuesta; al tiempo que en el Patio de Artex se nos acercó a exponentes del pop-rock como Isis Flores, y a ritmos caribeños y cubanos de la mano del dúo de Bonny y Kelly.
Para los seguidores de la canción contemporánea dejó una velada inolvidable el cantautor Pedro Romero. El compositor de Se me va la vida y Qué hago con la canción destacó su presencia en Piña Colada con una frase: «Soy cubano, no hay ninguna duda de ello, y tengo la música nuestra en la sangre».
Atraído por esa convergencia de ideas diferentes que emerge de la música fusión, Romero actuó en el Centro Cultural Piña Colada, como digna reverencia a ese movimiento de compositores criollos que también han dibujado nuestra nacionalidad desde el pentagrama.
Organizado por la Dirección de Cultura avileña, la disquera Egrem y la agencia Musicuba, y con el apoyo del Gobierno y el Partido del territorio, Piña Colada se erige como un evento musical bien condimentado en cuanto a la participación artística nacional y local, y que puede explotar las potencialidades de plaza importante para acercar a sus escenarios a músicos foráneos.