La dramaturgia de Ópera de la Calle es muy abierta y muestra la realidad del cubano de hoy de una manera jocosa. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
«La reacción increíble de la gente». De ese modo categórico responde el reconocido barítono Ulises Aquino cuando se le interroga sobre los indicios que le demuestran que Ópera de la Calle, la compañía que dirige, funciona inequívocamente como propuesta artística de valía. «El pueblo la ha hecho suya, ya le pertenece», enfatiza este artista que ha permanecido por más de 25 años en escenarios de Cuba y el mundo, y ha tenido la dicha actuar junto a figuras del calibre de Monserrat Caballé, Plácido Domingo, Victoria de los Ángeles...
Pruebas hay más que suficientes para reafirmar lo que Aquino asegura: Desde aquella presentación inolvidable en el parque John Lennon, hasta la acogida extraordinaria que recibió Ópera de la Calle en el parque Céspedes de Santiago de Cuba en la Fiesta del Fuego; o más recientemente, en el Pabellón Cuba, durante Arte en la Rampa. Sin embargo, este creador, eterno insatisfecho, admite que todavía «nos queda un mundo por delante, sobre todo en lo concerniente a conseguir que nuestros artistas sean más grandes, más integrales. Eso es lo más difícil, y mantener una propuesta con alto nivel artístico, porque un golpe de “suerte” lo tiene cualquiera».
Y si se habla del significado de la palabra éxito, entonces Ulises afirma: «Alicia Alonso. Ella representa toda una vida de éxitos, a pesar de que siempre se planteó metas que parecían inalcanzables. Y no obstante jamás dejó de ser una verdadera artista, maestra, mujer sensible y bella, cubana de todos los tiempos».
Escuchando la pasión con la que se refiere a la prima ballerina assoluta no es difícil imaginar las razones que lo asisten para homenajearla este 24 de octubre, mas él las expone: «Es el deseo de un grupo de importantes cantantes líricos, quienes reconocen, como yo, que en las décadas de los 80 y 90, como directora del Gran Teatro de La Habana (GTH), se convirtió en un baluarte para el desarrollo de ese género en Cuba.
«Fue Alicia quien hizo posible que el arte lírico cubano pudiera abrirse paso a nivel internacional, al facilitar nuestra participación en diversos festivales. Así, nos promocionó en España, Italia, Costa Rica, Nicaragua, Colombia..., mientras en el interior de la Isla organizó, junto a otras personas, nuestra presencia en las montañas de la Sierra Maestra, en el Escambray... Por ello, cualquier reconocimiento que se le rinda resultará pálido comparado con todo lo que ella significa para nuestra nación».
—En tu caso, has tenido relaciones muy cercanas con Alicia...
—Efectivamente. Le agradezco infinitamente por el modo como se preocupó por hacer visible internacionalmente mi carrera. Alicia constituyó una gran ayuda en lo creativo, en lo emocional. Se mantuvo muy atenta no solo a mi trabajo —entonces yo era prácticamente un niño— sino al de otros cantantes que lograron un notable desarrollo a partir de sus consejos, sus enseñanzas, su empuje. En ese caso estaban Jesús Li, Linda Mirabal, Hugo Marcos...
«Gracias a Alicia, y a través del GTH, pudimos participar en un concurso nacional que buscaba a los cantantes que participarían en las clases magistrales y en el Concurso Monserrat Caballé, en Madrid. Asistimos Linda Mirabal y yo. Por esa experiencia obtuve luego una beca en el Conservatorio de la Scala de Milán, en Italia».
—¿En qué consistirá el homenaje de mañana?
—Comenzará a las 9:00 p.m., a las puertas del GTH, y será nuestro agasajo a ese genio de las artes escénicas que es Alicia Alonso. Estamos convocando a todo el pueblo a que muestre su agradecimiento y su satisfacción por este aniversario suyo. El espectáculo se nombra Cuba, Cuba, Cuba, y en él involucramos a destacados intérpretes líricos, a la Ópera de la Calle, su coro y orquesta; y a la Orquesta Sinfónica del GTH. Se sumarán a este tributo las autoridades de dicha institución, del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, de Clave Cubana, Artex y Paradiso.
«Queremos lograr algo bien fino, que realce la presencia de Alicia. En Cuba, Cuba, Cuba mostraremos tanto la tendencia tradicional como la contemporánea en la música lírica cubana e internacional. Desde el Mesías y Aleluya, de Handel, y el Largo al factótum de El barbero de Sevilla, de Rossini, hasta Bohemia Rapsody, de Mercury, e Imagine, de Lennon, pasando por el Cabildo de María la O y Negras Lucumí de El cafetal, de Lecuona; Amalia Batista, de Pratts; y la Marcha Habana de Cecilia Valdés, de Roig, entre otras composiciones que constituyen clásicos».
—¿Qué te motivó a fundar, el 28 de abril de 2006, Ópera de la Calle?
—Ópera de la Calle era un proyecto que estaba en mi cabeza desde hacía mucho tiempo. Ya tenía conciencia de que en el país los destinos del género lírico no se correspondían con lo que realmente el público esperaba. Las circunstancias habían cambiado en el mundo, las tecnologías se iban imponiendo, al igual que determinados resortes con los cuales es posible convocar a muchos espectadores.
«Nos dimos cuenta de que contábamos también con patrimonio cultural propio muy importante en el panorama lírico, el cual iba quedando en desuso, tanto por sus sonoridades como por el desarrollo que ha ido alcanzando el teatro en Cuba. Estaba claro que el género no estaba a la altura de la evolución de nuestro teatro y nuestra música, por tanto había que cambiar determinados códigos para ponerlo al día. Ya no existía tiempo para recuperar lo que se había dejado de hacer. Simplemente había que dar un salto cualitativo.
«En principio teníamos muchos sueños por realizar, pero no sabíamos a ciencia cierta por dónde empezar. Fueron nuestras presentaciones ante miles de personas las que nos mostraron el camino, a partir de lo que ellas querían, aplaudían, ovacionaban. El nombre de Ópera de la Calle nació por nuestro empeño de sacar el género de las salas teatrales y llevarlo a las plazas, mostrándolo de una forma diferente, novedosa, desde la contemporaneidad».
—Para satisfacer al público, ¿no habrán hecho muchas concesiones?
—Para que un fenómeno cumpla su objetivo desde el punto de vista estético, lo primero que hay que tener en cuenta es qué espera el receptor. Eso no quiere decir que haya que hacer concesiones artísticas y estéticas. Pero era importante transformar el criterio que tenía el pueblo de lo que era el género lírico, proponiendo espectáculos que por su interés, factura, calidad, contaran con su aprobación, y lograr, al mismo tiempo, que los espectadores se vieran representados en lo que les proponemos. Para ello había que explotar todos los recursos que hoy están a la mano: la microfonía, las luces, una escenografía moderna..., para que ese receptor recibiera de modo novedoso todos los valores que encierra un arte con siglos de existencia, y lo sintiera como algo actual, propio.
«Nuestro primer espectáculo, Habana 2007, cumplió con el rol de presentar todo el talento que habíamos creado, y no nos hicimos grandes ilusiones estéticas con él. Portales y carteles, después, nos sirvió para ir mostrando un poco más hacia dónde nos queríamos dirigir. Ahora Cuba, Cuba, Cuba presenta finalmente los códigos que evidencian nuestras intenciones artísticas y estéticas. Ya en Cuba, Cuba, Cuba incluimos en el elenco al notable bailarín cubano Rubén Rodríguez, quien se ha encargado como coreógrafo y profesor, de ofrecerle al artista lo que lo redondea escénicamente. Estoy convencido de que 1959, nuestro próximo paso, reflejará la madurez de una compañía que tiene sus objetivos muy bien pensados».
—¿Qué distingue a Ópera de la Calle de lo que se hace en el país?
—Ante todo, el discurso escénico, e histriónico, ambos completamente contemporáneos. La dramaturgia de Ópera de la Calle es muy abierta y muestra la realidad del cubano de hoy de una manera jocosa, simpática, acudiendo al humor. Hemos adelantado asimismo en uno o dos tiempos los valores sobre los cuales se fundan las orquestaciones de estos repertorios y hemos renunciado a las sonoridades antiguas, acústicas, buscando otras electrónicas.
«Nuestro discurso escénico hace al artista mucho más comunicador, porque él es capaz de enfrentarse a todo: cantar, bailar, actuar.
«Puede que exista gente que no haya visto actuar a Ópera de la Calle, pero sabe que ha constituido un suceso cultural importante. Y el que ha sido testigo de sus presentaciones, ha repetido mil veces».