Aquelarre es una reunión de brujas y brujos (que está de moda la «cosa» genérica). En Cuba, es también la liga criolla de los humoristas cubanos. Es un espacio «para reír en serio» como dice el lema del «simposio», pero a lo Zumbado, «sin carpeticas de plástico con el emblema del organismo y agendas y bolígrafos y distintivos en la solapa con credenciales».
La cita de este 2009 finalizó el pasado domingo. Y en esta edición, sin muchas algarabías, el Festival Nacional del Humor Aquelarre celebró sus quinces primaveras, mejor dicho, llegó a sus quince en pleno verano.
Ahora cuando el dolor en las mandíbulas deviene resaca de una semana a carcajada limpia, sería saludable poner algunos puntos para el recuento y «el balance» de este festival.
Luego de una «década prodigiosa» para el humor cubano como fueron los años 80, en 1993 se realizó el primer Aquelarre alrededor de grupos paradigmáticos de nuestra escena como el Conjunto Nacional de Espectáculos.
Un año más tarde comenzó a gestarse el Centro Promotor del Humor (CPH), que luego quedó oficialmente inaugurado en 1995. Esta institución, perteneciente al Consejo de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura, agrupa y representa a los humoristas cubanos.
Aunque el concurso convoca en los acápites de Música, Literatura, Humor gráfico, y —eventualmente— en Audiovisuales; el punto clave del Aquelarre es el humor escénico.
Para Miguel Coyula, protagonista de los tiempos del Conjunto Nacional de Espectáculos, y jurado del certamen en varias ocasiones, existen comediantes, cómicos, chistosos y humoristas, los últimos pertenecen a una categoría que engloba al ingenio, al arte, a la creación y a la escena del Aquelarre.
Según Coyula, a lo largo de las ediciones del Festival, se han extinguido los «chistosos delante de un micrófono hilvanando cuentos», amparados en los últimos años por la «misericordia» de Internet y las listas de correos electrónicos.
Por el contrario, y para beneplácito del humor nuestro, «en cada edición del Aquelarre se nota más la coherencia en las propuestas, la superioridad de los espectáculos, la calidad en los guiones y los actores, la escenografía, la banda sonora, el diseño de las luces y hasta la utilización de otros recursos dentro de las puestas en escena, como los audiovisuales. Y es que, antiguamente, venías al teatro y veías una seguidilla de chistes manidos», refiere Coyula, para quien el verdadero humor debe ser más artístico y reflexivo, y menos chistoso.
Si bien es notable la explotación de los infinitos recursos del teatro, por momentos estos coexisten con elementos desdeñables.
Particularmente llama la atención el facilismo, la abundancia de parlamentos trillados donde nuestra realidad social, tan rica y diversa en sí misma, es minimizada de una obra a otra. Por momentos es tan recurrente la poca imaginación, que la superficialidad reina sobre temas como los viajes, la vaca, el pinareño, el oriental, los apagones o la televisión. Atisbos de muchos «cómicos» que pululan en los cabarets.
Nuestra cotidianidad tiene en el humor el más suculento caldo de cultivo; así pues, resulta inaudito convertir la sátira, el sarcasmo, la ironía, el absurdo, entre otros filosos componentes, en una catarsis, en una crítica vacua.
Es lamentable la saturación de frases evidentes con el único fin de conquistar la risa fácil del público. En ocasiones tal parece que asistimos a la misma obra pero con diferente nombre, escenografía y actores. Y lo peor: al salir del teatro muchos olvidan por qué rieron.
En una entrevista hecha por dos colegas de este diario hace unos meses a Alejandro García (Virulo), el creador del histórico espectáculo El Génesis según Virulo, advertía que «el gran defecto» de muchos de nuestros humoristas era quedarse «tan enganchados en la cotidianidad, en lo inmediato de los problemas nacionales, que han dejado en muchos casos de ser una expresión artística».
De la misma forma confesaba que la virtud principal era «la valentía para enfrentar problemas y situaciones que no encuentran cabida en otras expresiones artísticas».
Retomando la décimoquinta edición del Aquelarre, aunque el público no abarrotó las diferentes sedes, como en otros años, no hay dudas de que sigue siendo este uno de los eventos más populares dentro del panorama cultural de nuestro país.
Ahora, creo que este aniversario merecía mayor «bombo y platillo». Hubiera sido un buen motivo para rememorar a Nos y Otros, Salamanca, Onondivepa, La Seña del Humor, La Leña del Humor, Humoris Causa, aquellas primeras presentaciones de Pagola la Paga, Punto y Coma, La Oveja Negra, Komotú, Cari Care, entre otras joyas que han pasado por el Aquelarre.
El comprometido arte del humor demanda cierta irreverencia pero, al mismo tiempo, creación. Y con justicia, con sus altas y sus bajas a lo largo de estos quinces años, este ha sido el espíritu del Aquelarre.
Los ganadores del certamen Y ahora, para ustedes queridos lectores, los premios... y desiertos del Aquelarre 2009: En la categoría de música, el conjunto Pagola la Paga resultó el ganador con la versión del tema Apretaíto pero relaja’o. El galardón de literatura y el de novela fueron a parar a las manos de Luis Alexis Pérez (Nwito), por Bola de nieve y los siete enanitos y La solución de Juana. Y en humor gráfico el lauro fue para Chang Gogh, de Arístides Hernández (Ares). En la escena, La leña del Humor de Santa Clara, con Los ecologistas, presentó el mejor sketch. El guión premiado fue el de la puesta del grupo camagüeyano Te con Té; mientras el mejor unipersonal fue el espectáculo Con el un, dos, tres, de Narciso Alfonso; el premio en monólogo fue para Ernesto González, por Soraya está escapa´, y la mejor actuación masculina recayó en el holguinero Nelson Osorio, del grupo Etcétera. La vida sigue igual, del director Ricardo Isidrón, fue el mejor espectáculo. Y el máximo galardón, el Gran Premio Aquelarre... infelizmente quedó desierto junto al de actuación femenina. Para cerrar la larga noche de premiaciones fue dado a conocer el mejor espectáculo anual del Centro Promotor del Humor: Sistema solar, un «remake» por los quince años de Humoris Causa, y donde participaron como invitados Carlos Gonzalvo y Kike Quiñones.