En mi pueblo había una limosnera, «La vieja Rosario», así la llamaban todos. Mamá siempre nos decía: «¿Saben por qué no se quiere morir? Pues porque, según ella, todos los días se aprende algo nuevo». Y es así. Hace poco, almorzaba en un restaurante con mi hija y su familia. Se leía en el menú: «Pastas», nada más. No aclaraba cuáles. La empleada, muy amable, informó que había de todas clases. Mi hija pidió: «Para mí, penne, por favor». Yo escuché: «pene». Tú sabes que a esta edad, se endurece el oído. Quedé estupefacta, pero la impresión creció cuando los demás ordenaron lo mismo. ¡Madre mía! Creí que ya la locura senil andaba pisándome los talones. ¿Será posible?, pensé. De pronto vi llegar los «penes»: No eran parecidos a los macarrones, tampoco largos, sino corrugados y cortados oblicuamente.
Después de buscar en cuanto diccionario hallé a mano, decidí llamar a mi amiga Julia Calzadilla, escritora y traductora. «Chica —le pregunté preocupadísima por la etimología del vocablo—, ¿de dónde procede esa palabra?»
«Se escribe con dos enes, es el plural de penna, ‘pluma’ en italiano», me respondió.
¡Mira eso, qué alivio! Realmente no siempre debiéramos hacer caso de aquel refrán: «Piensa mal y acertarás».
Respuesta de hoyUn lector me escribió hace unas semanas. Deseaba conocer el origen de la palabra gay. Casualmente, mi amigo Waldo González me envió esto que me parece muy interesante, y contesta ampliamente a «El preguntón de La Lisa». Ahí les va. Él lo leyó en alguna publicación: «El término anglosajón gay, sinónimo en la actualidad de homosexual, tiene su origen en la Francia del siglo XIII. Los galos utilizaban la palabra gai para referirse a la persona, generalmente a un hombre, que practicaba lo que entonces se llamaba el culto al amor cortés u homosexual. El amante o compañero era conocido como gaiol».
En siglos posteriores, el término gay pasó a tener distintas acepciones. Primero fue acuñado para nombrar a las prostitutas; más tarde, sirvió para señalar a cualquier indeseable social; y, finalmente, la cultura británica lo adoptó para dirigirse de forma peyorativa a los homosexuales. En Estados Unidos, el primer uso público de gay como sinónimo de homosexual fue utilizado por Cary Grant en la comedia Bringing up Baby, en 1939.