El intelectual Claudio Magris. Foto: Roberto Suárez Claudio Magris (Trieste, Italia, 1939), una de las voces más sobresalientes de la narrativa y la ensayística contemporánea, era un autor prácticamente desconocido entre los lectores cubanos antes de comenzar la recientemente finalizada 17 Feria Internacional del Libro (FIL) Cuba 2008. La edición en esa fiesta de letras de un título como Utopía y desencanto, nos permitió acercarnos a este importante pensador, nominado en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura y galardonado en 2004 con el Príncipe de Asturias de las Letras. Publicado por la editorial Reina del mar, perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz de Cienfuegos, en Utopía y desencanto están presente tanto la ilusión como la desilusión. Y es que, como dice Magris, muchas veces nos sentimos huérfanos de una herencia y es necesaria la utopía y también el desencanto, dos elementos que van unidos. «Todo mi libro es la tentativa de demostrar cómo la continua desilusión y desengaño que podemos abrigar cuando nos sentimos huérfanos ante cualquier realidad que creíamos perfecta, nos debe ayudar a reforzar la utopía», explicó en una entrevista a la periodista Magda Resik. Para Magris, el ejemplo máximo de lo anterior es El Quijote de Miguel de Cervantes. Él «es el símbolo de una utopía, porque nos prueba que para que la vida sea más rica, útil, noble y humana, debe estar llena de esa sensibilidad y ensoñación. «Estamos concientes de que se han cometido errores políticos con las revoluciones, pero estos no deben esgrimirse como argumentos para renunciar al ideal de salvar el mundo. Debemos ayudar a transformarlo, desde la crítica y la autocrítica», expresó a JR. EL AUTOR Y SU OBRA En la obra de Claudio Magris existen títulos donde acude al testimonio, mostrando así su versatilidad para exponer ideas propias sobre problemas actuales, como se evidencia en libros como Conjeturas sobre un sable, El Danubio (considerada su obra cumbre), Microcosmos y A ciegas. Italo Svevo, Robert Musil, Hermann Hesse y Jorge Luis Borges, han sido autores a los que Magris ha dedicado horas de acucioso estudio. También ha traducido a su idioma textos de Henrik Ibsen, Heinrich von Kleist y Arthur Schnitzler. El también profesor de la Universidad de Trieste, «encarna en su escritura la mejor tradición humanista y representa la imagen plural de la literatura europea al comienzo del siglo XXI. Una Europa diversa y sin fronteras, solidaria y dispuesta al diálogo de culturas». La identidad, reitera Magris, «es movimiento y no ostenta una etiqueta rígida. Es más que un valor. Es una condición para cambiar el mundo. «La identidad cubana, por ejemplo, es el resultado de una gran mezcla de culturas, pero aún así puede distinguirse porque existen diferencias individuales». Al referirse a su presencia en la FIL manifestó su felicidad al poder asistir a tan importante evento. La idea, comentó, fue del escritor cubano Atilio Caballero, quien hizo una bellísima selección, la traducción y convenció a los editores de publicar el libro. Información vs. terrorismo Claudio Magris analiza el terrorismo con toda la complejidad que encierra el fenómeno. «Es muy diferente de país a país», expone. Plantea que un canal viable para combatirlo es la información, amén de que el concepto de noticiabilidad sea manipulable. «Somos bombardeados de noticias falsas y de aquellas que son ciertas. Pero como le asignan el mismo nivel, uno no sabe realmente cuál es la información. «Yo, que escribo para los periódicos, no sé verdaderamente qué pasa en Afganistán. Porque las verdades políticas son conocidas cuando ya no son necesarias y no existe un interés en mantenerlas escondidas ». —Eso ha sucedido con Estados Unidos y los países a los que ha invadido... —Efectivamente. La guerra en Iraq ha sido un desastre. Es la unidad un principio imprescindible para contrarrestar la hegemonía imperial y Europa tiene un rol político muy importante para que el occidente no sea únicamente Estados Unidos, ha reiterado el escritor. «Hoy la vieja tradición europea debería tener mucho más qué decir para detener el modelo norteamericano. Es por eso que EE.UU. no quiere una Europa unida », concluyó