Fotograma del mediometraje Quietud interrumpida, de Alexander Rodríguez. El 2007 ha sido un magnífico año para los Estudios de Animación del ICAIC: más de 80 minutos de producción. Y aunque la cifra en apariencia no es alta, quienes seguimos de cerca las tantas horas robadas al sueño, la pasión y la creatividad desbordadas de sus trabajadores, sabemos que ese tiempo en pantalla merece que lancemos fuegos artificiales. Pero bien vale la pena el desvelo. La muestra está en el mediometraje Quietud interrumpida, de Alexander Rodríguez, premiado recientemente en el festival Caracol en los apartados de fotografía, sonido, edición, animación y dirección.
Ahora Alexander Rodríguez está en aparente calma, igual que cuando terminó Nené Traviesa, un corto de siete minutos que lo dejó extenuado pero, sobre todo, ansioso, pues no sabía hacia dónde iba a dirigir sus pasos, «hasta que un buen día volvieron a poner en la televisión Historias de la Revolución. Y cosa curiosa, aunque ya lo había visto, me interesó mucho el primer cuento, El herido, de Titón, tanto que me dije: eso es lo que tengo que hacer.
«Volví a buscar la película, la miré y remiré hasta que estuve convencido de que podía llevar adelante una especie de remake del cuento, el cual me atraía por la moraleja, por la enseñanza que dejaba: la importancia de estar siempre dispuesto a ayudar a los demás».
Según confesó Alexander a JR, Quietud... no es totalmente fiel a El herido, «aunque el que haya visto el original se percatará enseguida de que en esencia ocurre lo mismo. Pero esta no podía reproducir exactamente lo que se había filmado en 1959. Los cineastas de entonces asimilaron mucho del neorrealismo italiano, y esas influencias estaban muy presentes en sus obras. Sin embargo, el público de hoy tiene otras exigencias a la hora de enfrentarse a una película animada como esta, que dicho sea de paso, no es muy usual en Cuba.
«Los mayores aportes en este cine vienen esencialmente de Europa y Japón, y claro, si vas a enfrentar un mediometraje como Quietud interrumpida no puedes darle la espalda a lo último que se está produciendo en el mundo, tienes que tratar de que te quede lo más profesional posible, pues sería un choque muy fuerte para aquellos que están adaptados a ver este tipo de propuesta».
También Quietud... cuenta con un número mayor de personajes. «Por ejemplo, argumenta Alexander, agregué a dos chivatos para poder desarrollar el conflicto principal. Ellos son, además, los que le dan un toque humorístico al drama, los que ayudan a sacar un poco el plug».
La película se centra en los acontecimientos del 13 de marzo de 1957, cuando un grupo de jóvenes decidió asaltar el Palacio Presidencial para derrocar el régimen del dictador Fulgencio Batista. Como consecuencia de esa acción, los asaltantes fueron muy perseguidos. «Quietud interrumpida, enfatiza Rodríguez, muestra la toma de conciencia de un grupo de jóvenes universitarios».
La realizaciónPara hacer las voces de los distintos personajes, Alexander apostó por un elenco de actores experimentados, como Alexis Díaz de Villegas, la popular Sheila Roche, así como Violeta Rodríguez, Mario Limonta, Jorge Alí, Carlos Cabal, Ulises González, Alina Molina —una actriz que recién comienza—, y Jesús Rubio, «quien viene siendo la voz de los Estudios, pues aunque trabaja con nosotros, tiene mucha chispa para eso. Lo mismo lo puedes escuchar en Más vampiros en La Habana y en El negrito cimarrón que cada vez que sale un animado».
Si en algo coincide el equipo de trabajo de este mediometraje es en que su realización fue en extremo complicada, pero quizá sea Manuel Ramírez Brezo, el director de arte, quien mejor pueda explicarlo. Manuel, antes de Quietud... se había dedicado, sobre todo, a elaborar fondos, como los de El güije enamorado. Por ello, a pesar de que su labor es muy válida para él este ha sido su primera labor en verdad de envergadura.
«Por ser una película de época, tuve que hacer un estudio muy riguroso, buscar mucha información, ver una cantidad inmensa de fotografías de archivo, videos con imágenes de los años 50..., para saber cómo eran las construcciones, si hoy existen, si fueron modificadas o no, pues hacemos una reproducción bastante exacta de La Habana de los 50.
«La tarea no fue para nada fácil. Había planos de la película, por ejemplo, donde salía una parte del edificio del museo de Bellas Artes, y luego de tomar una fotografía como luce ahora, había que compararla con otra antigua para añadir o quitar.
«Si retratábamos las calles, después había que eliminar los carros modernos, los bicitaxis, los camellos, las señales del tránsito, las personas..., apoyándonos en Photoshop, para más tarde trabajar los fondos encima de esas imágenes, e incorporar carteles y cosas así. La gente pudiera pensar que fue una labor de corte y pega, pero de eso nada».
Ayudó mucho a que Quietud interrumpida estuviera lista, el hecho de que Manuel es un experto en fondos, porque de lo contrario nunca se hubiera podido estrenar durante las vacaciones, principal propósito de los Estudios, al estar dirigida esencialmente a niños y adolescentes. «Básicamente éramos dos fondistas: Rogelio Sierra y yo —una película como esta, con más de 200 fondos, requiere mucho más personas—, por tanto, no podía ni coger un diez, porque también tenía que corregir detalles, revisar la composición final, los efectos de luz y de sombra... Una sabrosa locura».
No obstante, por si no le queda completamente claro a los lectores, Rogelio Sierra insiste: «Esta película representó un gran reto para los Estudios de animación. Los fondos se hicieron de dos formas: a la manera tradicional y digitalmente. Primero comenzamos artesanalmente, lo que permitía un terminado más artístico, pero por la presión del tiempo no nos quedó otra alternativa que acudir al digital, que acelera el proceso mas no disminuye el esfuerzo humano, donde sobresalió cada una de las especialidades: composición, animación, edición, sonido, fotografía... Eso nos obligó a encontrar el modo de que no se notara la diferencia, y fue difícil pero quedamos bastante satisfechos».
Alexander Rodríguez, dibujante y pintor autodidacta, quien se inició en los Estudios de Animación ICAIC en 1997, también se siente satisfecho. «Quietud interrumpida marca una diferencia en cuanto a la fotografía y al tipo de animación, que es muy atrevida. Esta fue una experiencia completamente nueva para los Estudios, porque tiene muchos efectos de luces, de ambiente, incorporamos 3D (tercera dimensión) que convive sin ruidos con 2D; nos preocupamos mucho por el diseño de las escenas, donde no utilizamos los planos convencionales característicos de la animación cubana, sino otros más agresivos. Y eso, por supuesto, requería un diseño de personajes más complejo... Sí, hubo que trabajar muy fuerte, pero creo que no fue en balde».