Aunque no todos llegaron a la cima, por inclemencias del tiempo, este grupo de colmeneros decidió celebrar en la Sierra Maestra tres importantes aniversarios. Foto: Cortesía de La Colmenita Escalar la elevación más alta de Cuba, el Pico Turquino, resulta una travesía difícil pero grata. No son pocas las leyendas que se han tejido alrededor de la gigantesca montaña, al punto de que muchos tienen primero que vencer sus miedos para atravesar la Sierra Maestra. Algo así experimentaron alrededor de 30 integrantes del colectivo de la compañía de teatro infantil La Colmenita, quienes escogieron ese punto de la geografía nacional para celebrar los 17 años de la agrupación.
Bastones para apoyarse, botas de escalar y ropa de campaña para protegerse de las bajas temperaturas, estuvieron todo el tiempo en los preparativos para el ascenso. «Nos dijeron que en la subida siempre hace mucho frío», relata Lázaro Marlon Pijuán, un joven actor de 14 años. «Y era verdad. Claro, las mochilas también llevábamos comida, y eso como quiera ayuda».
«El recorrido nos lo sentimos un poco, sobre todo el kilómetro siete. No obstante, tomamos la delantera, y así pudimos descansar mientras nos alcanzaban los otros», detalla Luis Adolfo Goicochea, otro de los más noveles.
A decir de Carlos Alberto Cremata, director de la compañía, esta fue una aventura hermosa. «Todos tuvimos la magnífica oportunidad de apreciar “en vivo y en directo” la increíble naturaleza del lugar, y estuvimos en contacto con la historia, al tiempo que se puso a prueba la solidaridad humana que sigue estando entre nuestras principales virtudes. Quienes ya han ascendido saben perfectamente que es algo inolvidable. Estoy seguro de que entre las cosas lindas que se llevan los muchachos estará esta vivencia, que en lo adelante repetiremos todos los años, dijo.
«Quisimos celebrar de esta forma nuestro aniversario, así como el 45 de la Unión de Jóvenes Comunistas y el 46 de la Organización de Pioneros José Martí. Nos pareció que la mejor manera era contagiar en esta “locura” a los muchachos que ya abandonan físicamente la compañía, pues cumplen 14 y 15 años y pasan al décimo grado, que tuvieran la posibilidad de visitar sitios históricos de gran importancia como este», precisó Cremata.
Fue el 14 de febrero de 1990 cuando se creó este emblemático colectivo teatral, que se ha ocupado de traer «a lo cubano», para niños y jóvenes, clásicos universales como Meñique, Alicia en el país de las maravillas, La cucarachita Martina y Los cuentos de Andersen. Y claro, la historia de Cuba ha estado presente desde siempre, tanto que La Colmenita central, por ejemplo, cuenta con 82 niños actores, cifra que es un homenaje a los expedicionarios del Granma.
«Estar en las montañas de la Sierra Maestra y conversar con el Quinteto Rebelde y con la familia Medina, y palpar cuánto se preocupa la Revolución por preservar y cuidar la memoria, representa dos cursos completos de Historia. Vivirlo es un privilegio para todos, porque además de aprender, podemos ofrecer nuestro arte y nuestra miel por estas zonas», asegura Cremata.
Para Patricia Etcheverry, estudiante y actriz de 15 años, esta visita resultó impresionante. Nunca había imaginado que pudiera entrar en contacto con la Comandancia de La Plata, «un sitio decisivo para que se materializara el país que hoy los niños y jóvenes cubanos podemos disfrutar. Y es muy significativo en lo personal, porque el preuniversitario donde estudiaré lleva el mismo nombre».
Cuenta Carlos Alberto Cremata que fueron diez muchachos los que escalaron la Sierra Maestra. «Con ellos llegamos hasta Aguada del Joaquín. Allí dormimos para al otro día recorrer el tramo que nos separaba de la cima. Sin embargo, la lluvia hizo extremadamente peligroso el camino». Los «colmeneros» tuvieron que esperar allí un día más. Y aunque todos anhelaban estar el 14 de febrero a más de 1 900 metros por encima del nivel del mar, el tiempo no permitió que los más chicos llegaran al final.
«Subimos solo los adultos y comprobamos que El paso de los monos, otro punto más arriba, estaba deteriorado por tanta agua. Pero llegamos e hicimos las fotos de los fundadores de La Colmena», comenta Cremata.
Los que no pudieron llegar dicen que les queda esa «tarea» pendiente. Claudia García, de 13 años, desea volver para ver el busto de Martí, al igual que Osmani Artidiello que no quiere perderse «esa asombrosa geografía».
Para Lázaro Marlon, uno de los que dice adiós, este viaje representó uno de los últimos momentos de convivencia en la agrupación. «Dejar La Colmenita me entristece. Mi infancia la he pasado en ella, mas no me alejaré. Seré colmenero para toda la vida».
Así se sienten todos, aunque no todos tomarán la misma ruta: unos se han decidido por la Informática, algunos pospondrán sus elecciones para cuando finalice el pre, en tanto que otros continuarán aferrados al arte, como Alejandra Fernández, que tendrá siempre en su corazón las tantas actuaciones en teatros y lugares de difícil acceso del país, y también por el mundo, «donde, según expresa, siempre hemos puesto en alto el nombre de Cuba. La Colmenita nos ha enseñado a ser mejores seres humanos, a amar más a la Patria, y eso no tiene precio».