El júbilo y las expectativas se sobrepusieron al cansancio acumulado de quienes tuvieron la dicha de ser los primeros de Cuba en tocar tierra de Sochi. Autor: Cortesía de la UJC Publicado: 29/02/2024 | 01:53 am
SOCHI, Moscú.— Más de 10 500 kilómetros separan a Cuba de esta ciudad, ubicada a orillas del Mar Negro, y otros muchos más pudiéramos decir si tomamos en cuenta las interconexiones y las diversas escalas que debes hacer para llegar a ella. Sin embargo, el cansancio no parecía aminorar a los participantes en el Festival Mundial de la Juventud por la Mayor de las Antillas, cuyos primeros representantes llegaron este miércoles al filo de la media noche (hora local) a la urbe anfitriona del evento.
Su alegría, espíritu rebelde y patriótico, así como su inmensa carga de solidaridad, contagió —primero en el Aeropuerto Internacional de Sochi y luego en el Sochi Park Hotel, devenido villa del evento— a los delegados de los diferentes países que también van llegando para asistir a una cita que busca unir a la juventud que sueña con un futuro más humano y justo para todos.
El primer abrazo fue el de los nuestros, el de esa avanzada de la delegación antillana que —junto al comité organizador del Festival— durante varios días lleva afinando los detalles relacionados con el programa de trabajo, las facilidades de la villa y otros espacios para los asistentes al cónclave por la Isla. También estuvieron los llamados voluntarios, quienes, además de recibir a los invitados, acompañan a las delegaciones y garantizarán el funcionamiento de todos los servicios.
Foto: Cortesía de la UJC
Tras esa bienvenida, los casi 60 muchachas y muchachos de ese botón de muestra de lo que es, siente y vale nuestra juventud, antes de abordar el ómnibus que los trajo a la villa, aseguraron la convicción de que transmitirán a los delegados del planeta reunidos en esta urbe el mensaje de solidaridad, paz y amistad de Cuba y sus pinos nuevos, y defenderán nuestros ideales, toda causa justa y el sueño posible de un mundo mejor.
Entonces la fría madrugada de la ciudad balneario se llenó con el típico calor isleño y por todos lados se sentía el rigor de los anfitriones en la preparación de este Festival, quienes con singular diligencia se conectan emotivamente con los integrantes de nuestra comitiva y también con los colegas de China, Vietnam, Venezuela…, quienes viajaron con nosotros de Moscú a Sochi.
Los primeros en «descubrir» la ciudad camino a la villa fueron la guantanamera Leticia Romero Marrero, obrera de la empresa agroindustrial azucarera Argeo Martínez Figueredo, y el santiaguero Luis Miguel Valenciano Correa, estudiante de tercer año en la Licenciatura de Enfermería, quienes como el resto de los delegados quedaron admirados con la localidad vistosamente decorada en amarillo, verde y rosa, los colores de los símbolos del acontecimiento.
Justo en el lobby del Sochi Park Hotel ocurrió el gran abrazo, apretón de manos e intercambio de anécdotas, experiencias, reflexiones…, entre quienes desde bien temprano en la mañana habían partido en un vuelo que los llevó de La Habana a Caracas, Estambul, San Petersburgo y felizmente a Sochi, con quienes diez horas después habían emprendido la ruta Varadero-Moscú, y de ahí también hasta la ciudad mundial de la juventud por estos días.
Los rostros, las miradas y las palabras de los recién estrenados viajeros en esta lid era palpable mucho antes de abordar las aerolíneas Aeroflot o Turkish Airlines, que los trajeron hasta aquí. «El cosquilleo era enorme», confesó a estos reporteros una joven doctora del conocido Hospital Naval. Otros delegados optaron por el silencio para «no revelar las novatadas». Y entonces, nosotros que también tuvimos una primera vez, quizá tan «divertida» como la de ellos, dimos aliento como hacen los amigos, con esa amistad que ha de fomentar el Festival.
Desde el Aeropuerto Internacional de Moscú-Sheremétievo, a estos viajeros la urbe se les presentó con esa hermosura que ha conservado por los siglos, y casi cubierta de nieve castigó la piel de quienes ya extrañamos las intensidades del trópico. Otros descubrieron el patrimonio histórico y la belleza natural de Estambul o San Petersburgo de corre-corre…, por las poquitísimas horas de escalas.
Como la gran familia que somos, antes de partir a Rusia —lo mismo en los aeropuertos internacionales José Martí de La Habana o Juan Gualberto Gómez en Varadero, recibimos el abrazo de los líderes de la Unión de Jóvenes Comunistas de la provincia y, también, la camaradería de los trabajadores del Instituto de la Aeronáutica Civil de Cuba, quienes hicieron más llevadero el abordaje, pues la mayoría viajaba más allá de nuestras fronteras por vez primera.
Así sucedió, igualmente, con los otros grupos que ayer ya emprendieron su camino a esta ciudad y con quienes en la tarde de este jueves lo harán. De esos acontecimientos y también de cómo los hijos más jóvenes de Cuba se adaptan a este mapa de convivencia humana le iremos contando, porque desde aquí también se evoca el arraigo a nuestra tierra, a nuestra identidad.