Las aves se adaptan a espacios sin muchos requerimientos y a la modalidad de pastoreo. Autor: Nelson Rodríguez Roque Publicado: 27/11/2022 | 12:47 am
HOLGUÍN.—Al caballo del joven José Jesús Nieves las riendas se le pueden soltar camino a la unidad porcina Cochico Dos. Su dueño hace el trayecto desde la localidad de Santa Lucía tan frecuentemente, que este se orienta por sí solo y llega al destino a diario.
Como alimentador, dos veces por jornada anda Nieves de corral en corral, a las 6:00 a.m. y bien avanzada la tarde. Solo después de que acaba de echar comida en las mañanas, se va a las tareas agrícolas, para el incremento de titonia, yuca, moringa, king grass y caña de azúcar, cultivos que las crianzas alternativas holguinera y cubana han de fijar a la dieta animal.
Rusticidad y resistencia, son características del cerdo criollo o de capa oscura, según Carlos Gómez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Porcino Holguín. «Cochico Dos, en el municipio de Rafael Freyre, es una unidad productiva de estos animales, que tributa al autoabastecimiento municipal. Desde aquí saldrán ejemplares para vendérselos a campesinos, formas productivas y personas naturales. Generar una descendencia es una opción válida, porque son resistentes a enfermedades y aceptan alimentos alternativos. Es cierto que su régimen reproductivo es menor que el de los de cría fina, pero su cerca de siete crías por partos no padecen una mortalidad alta. Su conversión en carne tiende a ser más lenta, mas su ceba, sin gastos de importación, justifica el rescate de la especie».
Ramón Rodríguez y los trabajadores del módulo pecuario se han encargado de más de 500 gallinas semirrústicas.Foto: Nelson Rodríguez Roque.
Reynaldo Pérez, porcicultor al frente de la UEB, recordó que la experiencia empezaron a ejecutarla par de años atrás, con las razas CC21 y Duroc; sin embargo, desde un centro multiplicador en Mayabeque se enviaron 10 reproductoras y tres sementales criollos puros, dando paso así a la gestación y se han obtenido más de 60 animales: «Desde de noviembre iniciamos las ventas de los de capa oscura. Acá les sacamos provecho a las 20 hectáreas de tierra destinadas a cultivos varios. Los alimentamos con yuca y plantas proteicas (el 100 por ciento de la masa adulta consume un kilo diario de estas)».
Si construyen corrales rústicos y terminan de reparar 10 corraletas, la cifra de reproductoras rondará las 80, asegura Pérez, que respalda el criterio de que los cerdos criollos no requieren de áreas especializadas y se adaptan a espacios de todo tipo: «Les garantizamos agua porque, por las características de su piel, pasan mucho tiempo en lodazales. En la actualidad, estamos en tránsito a colectivo laboral, otro estímulo para seguir con el desarrollo de los de capa oscura, en los que no renunciaremos a mejoras genéticas, pues los hemos cruzado con el CC21 y lo haremos con el Duroc, combinaciones que aumentarán el peso promedio e indicadores de salud en los ejemplares».
Alas a las «sierritas»
Cuando el campesino Ramón Rodríguez describe cómo levantaron la nave de gallinas semirrústicas, uno visualiza a los 14 trabajadores del módulo pecuario de la finca Camilo Cienfuegos, en el municipio de Calixto García, regando cáscara de maní como superficie, claveteando maderos sobre los que yace el techo, colocando el guano protector y asegurando la alambrada contra roedores y otros depredadores.
El pastoreo de esas aves tenía que disponer de un área así, para resguardarlas a su regreso, luego de varias horas en terrenos poblados de frijol gandul, titonia y moringa. A más de 500 de ellas, expresa Rodríguez, jefe del módulo, se les muele caña, yuca y millo, y les proporcionan un pienso totalmente elaborado en la Camilo Cienfuegos: en media hectárea, 119 gramos por animal se distribuyen divididos en dos horarios.
En la granja Luis Augusto Turcios Lima, de la cabecera provincial, la reproducción del huevo fértil de gallinas semirrústicas constituye el punto de partida del impulso holguinero a otro tipo de crianza no convencional. Su responsable, Yudelkis Blázquez, supervisa los envíos a la planta de incubación Manuel Ascunce: «De allí arriban después pollitos destinados al reemplazo reproductivo acá o a ventas en zonas del Plan Turquino y otros lugares. Los animales remplazados se venden al año, para no decaer en los índices de puesta. Somos muy cuidadosos con la ubicación por metro cuadrado, evitamos el hacinamiento».
Jorge Romero, director adjunto de la Empresa Avícola en Holguín, indica que «este programa de fomento de aves semirrústicas lleva mucho tiempo de implementación en el país, pero no se le dio prioridad. Normalmente, se utilizaba la gallina Leghorn, que aporta el huevo comercial o blanco y se emplea de forma convencional porque convierte fácil la comida, pero necesita de muchos requerimientos alimenticios, a partir de materias primas importadas. Las popularmente también llamadas “sierritas” (por su proliferación en territorios del Plan Turquino), de menor intensidad de puesta, aceptan comidas alternativas. Lo que se quiere es obtener huevos a partir de la crianza de estas en distintos espacios, apelando a alimentos disponibles».
José Jesús Nieves atiende cultivos de titonia, yuca, moringa, king grass y caña de azúcar.Foto: Nelson Rodríguez Roque.
Para Agustín Ricardo, especialista agropecuario en animales rústicos, las «sierritas» son de doble propósito, porque no es despreciable su carne: «Llegan a pesar unos dos kilos, con alimento suficiente y en edad adulta. Su potencial es de 190 huevos anuales y en condiciones de patio aporta unos 140. El pienso manufacturado, elaborado por los productores, y las hierbas, insectos, materias minerales y otros alimentos, conformarían bastante de su carga nutricional, a la que añadiríamos plantas como leucaena, frijoles gandul y soya, maíz…Resultan más productivas que la gallina típica de los campesinos, dado que provienen de un cruce refinado, de mayor calidad racial, entre la criolla nuestra y el Rhode Island Red, pollo doméstico estadounidense».
Es indispensable reconocer, tanto en el medio rural como en el semiurbano, a estas especies poco convencionales, cuyos regímenes alimenticios, adaptabilidad y fortaleza de salud las situarían entre las variantes proteicas cubanas. Una cultura de fomento también ha de generarse, toda vez que partiendo del manejo eficaz de ellas se cosecharán los primeros éxitos.
Pensarlas más allá del autoconsumo local o laboral, tan importante en las condiciones actuales del país (y en cualquier circunstancia), llevaría una adquisición progresiva, con patios familiares y productores individuales siempre como uno de sus destinos punteros.
Su gran independencia de la alimentación basada en de componentes foráneos les ha de deparar permanencia en los ámbitos doméstico y extensivo. Identificar y aprovechar sus «rústicas» oportunidades alcanzará para tenerlas presentes.