Ofrenda, Sergio Vitier acompañado de Javier Cantillo en el violín. Autor: Estudios Revolución Publicado: 17/11/2020 | 09:58 am
En su cumpleaños 501 la capital de Cuba estaba fresca. La lluvia se había presentado con fuerza en la tarde de este lunes. Así fue, como si la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana hubiese llorado por llegar a otro aniversario de vida y hubiese tenido que hacerlo sin la compañía física de su defensor más apasionado: el Dr. Eusebio Leal Spengler.
Al caer la noche húmeda, el histórico escenario del Teatro Martí abrió sus puertas para que allí, gracias al Gobierno Provincial de La Habana y a la Oficina del Historiador de la Ciudad, pudiera disfrutarse de una Gala especialmente dedicada a ese cubano excepcional que fuera Eusebio.
Magnífico resultó el pórtico de una velada a la cual asistió el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez –acompañado del primer secretario del Partido en la capital, Luis Antonio Torres Iríbar, del Gobernador de La Habana, Reinaldo García Zapata, así como de otras autoridades-: fueron disfrutadas tres obras del pianista y compositor José María Vitier.
Primero el auditorio pudo escuchar Balada del amor adolescente, donde Vitier se hizo acompañar de la Maestra Niurka González en la flauta. Después tocó el turno a Ofrenda, pieza que el pianista ejecutó junto a Javier Cantillo en el violín; y finalmente, conmovedor, el Ave María (fragmento de la Misa cubana) que José María ofreció de conjunto con el joven violinista y con la soprano Bárbara Llanes.
Llegó, seguidamente, el momento de presentar en voz de su Director General Omelio Borroto, el documental Leal, insuperablemente fiel. El joven creador adelantó a los invitados que verían un material extenso, armado con 24 testimonios, y donde hay un Eusebio que quiso responder a las preguntas hacia él dirigidas, sin tener anticipo alguno de las mismas.
Omelio Borroto expresó su alegría por saber que en el teatro estaban presentes el Jefe de Estado y otros representantes de la dirección del país. Ellos, afirmó el documentalista, están dando a través de una labor cotidiana «la batalla de ser leales a Leal, que es ser leales a la Patria».
Se sucedieron las imágenes de una propuesta, en efecto, de alto valor testimonial, donde se muestran la vida de Eusebio Leal, el hombre y su obra, la travesía de un ser que ha dejado una huella inmensa en La Habana y en toda la Isla, cuyo esfuerzo con sus logros son tales, que la impronta del Historiador seguirá teniendo vida cuando hayan pasado, incluso, muchos años después de hoy.
Atrapados desde el primero hasta el último instante, los espectadores disfrutaron las evocaciones de los colaboradores más cercanos de Leal, de su hijo Javier, de amigos entrañables. El recorrido creativo viaja hasta los días iniciales, allí donde está el niño humildísimo que nace y vive en el corazón de La Habana, que bordará con su madre Silvia Spengler una relación de complicidad y respeto, que sabrá superarse en lo académico contra viento y marea, que echará su suerte en defender cada adoquín, mueble, columna, documento o símbolo donde respire nuestra fina y sagrada identidad.
Leal, insuperablemente fiel, hace pensar en la vida y en su sentido; porque es un documental donde asoma el hombre auténtico, que ama lo justo y lo verdadero, que tiene fe religiosa y no renuncia a ella pero entiende a fondo la Revolución, que se desvela con el tiempo porque ese tiempo es finito, que quiere tener tres vidas para levantar La Habana.
Conmueven los pasajes con el Comandante en Jefe Fidel, donde al estadista le brillan los ojos mientras escucha al historiador; donde Eusebio confiesa, una vez pasados los años, que toca estar tranquilo porque ya no se tienen las fuerzas de antes; donde él se declara amante y admirador de la belleza femenina, un infatigable enamorado que no se avergüenza de su amor.
Asoma el hombre fiel a Cuba y a todo lo más alto de ella. Así, «insuperablemente fiel», como lo retratara —y de lo cual dejara fe por escrito— el Comandante en Jefe Fidel Castro. Enternece el historiador que no soporta el burocratismo, las reuniones inútiles, y que si tiene muchas mujeres en su equipo de trabajo es porque ellas entrañan valor intrínseco, coraje y consagración a toda prueba.
En una gala que acarició tan hermosamente a La Habana en su 501 aniversario, y ante la evidencia de una trayectoria tan fecunda y única como la de Eusebio Leal Spengler, resultó inevitable preguntarse cuánto podemos hacer con nuestra existencia si hemos llegado a un mundo que arde y que está sediento de obras hermosas y que puedan convertir al ser humano en espejo bondadoso de sus semejantes.