El médico holguinero es uno de los más experimentados profesionales cubanos que ayuda a Italia. Autor: Cortesía de Roleider Tamayo Publicado: 27/03/2020 | 12:31 am
HOLGUÍN.— Italia es célebre por el Coliseo de Roma, el canto lírico, los espaguetis y el Catenaccio (sistema de juego futbolístico), por mencionar algunas notoriedades, pero hace algunas semanas se convirtió en uno de los focos principales de la actual pandemia, y más de medio centenar de integrantes del contingente médico cubano Henry Reeve son de los primeros «gladiadores» dispuesto al combate en la difícil arena de la salud.
Uno de esos valientes es Jorge Luis Quiñones Aguilar. Las secuelas de los históricos terremotos de Pakistán y Haití y las epidemias de cólera en tierra haitiana y de ébola en la africana Sierra Leona, son los escenarios en que ha colaborado este médico holguinero, quien desde el sábado 22 de marzo se encuentra en la región de Lombardía, donde la COVID-19 hace aún fuertes estragos.
Bañada por un mar parecido al Mediterráneo está la patria de este especialista de Segundo Grado en Medicina General Integral, donde su familia dialoga con JR y cuenta cómo desde «la retaguardia», se respalda el aporte cubano a la lucha mundial contra esa enfermedad.
Lo que se hereda…
Los padres y Roleider admiran la disposición de Jorge Luis para dar el paso al frente por la humanidad. Foto: Nelson Rodríguez Roque
Hay muchos rasgos en el rostro de Jorge Luis similares a los de su madre, Maritza Aguilar, profesora universitaria jubilada. A medida que la conversación fluye, los ojos de esta mujer de 60 años enrojecen, hasta dejar caer lágrimas. Mas acopia sus fuerzas y nos narra: «De su viaje a Italia me enteré tres días antes de que partiera. Se había ido el domingo anterior hacia La Habana a una preparación sobre las peculiaridades de la COVID-19 y estaba previsto su retorno a Holguín el jueves siguiente, que fue cuando nos comunicó la inminencia de su nueva misión internacionalista y nos dijo que lo habían seleccionado para ir en el primer vuelo.
«Llegábamos su papá y yo de la discusión de tesis de maestría de su hermana (Mariuska), y lo llamamos por teléfono para contarle lo excelente que había salido cuando nos dio la noticia. Entonces me orientó que le recogiera ropa en su casa y se la enviara en ómnibus. Ya en ese momento él sabía que su grupo lo conformarían 52 compañeros y me pidió que no me preocupara, que ellos estarían bien. A Italia arribó el siguiente domingo».
Reconoce que calificar de fácil la asimilación de esa noticia de súbito sería mentir: «Pero siempre hemos confiado en él, en su disposición de ayudar donde sea. Sus misiones en el pasado, también riesgosas, le han aportado mucha experiencia. Cuando fue a África, igualmente viajó muy seguro de la función que cumpliría. Desde que se encuentra en Lombardía, en el municipio de Crema, hemos podido intercambiar por Facebook».
Maestro de Educación Primaria y hoy profesor de la Universidad de Holguín, Jorge Luis Quiñones (padre) no cree que las actuales generaciones en el mundo hayan afrontado una pandemia de tal connotación. Este momento, a su juicio, se distingue de otros: «Quizás en Italia, mi hijo tenga faenas más duras, y no me refiero al nivel de riesgo porque ya ha estado expuesto en otros sitios. Claro, uno jamás se acostumbra a su ausencia, al peligro que corre, pero hemos ido adaptándonos a estas situaciones sui géneris. Asombra su voluntad de socorrer, de dar el paso al frente por la humanidad. A Jorgito no lo frena nada cuando toma decisiones por el bien de otros. De su familia nunca le ha faltado apoyo. Más bien le pedimos que se cuide y lo ayudamos.+
«Ya vimos el hospital de campaña de los cubanos internacionalistas en la provincia de Cremona y él nos habló de las condiciones de vida y alimentación de que disponen, bastante buenas».
Maritza agrega que el embajador cubano recibió a los miembros del contingente y se percató de que requerían mayor abrigo, ropa más adecuada al frío reinante: «Rápidamente les entregaron suéteres, y les facilitaron adaptadores acorde a los tomas eléctricos de ese lugar, para que, por ejemplo, sus celulares cargaran».
Al padre preguntamos sobre el origen de la vocación de su hijo mayor y responde: «Desde pequeño, Jorgito manifestó que quería ser médico. De chiquito estuvo ingresado varias veces por problemas de salud, y en esos momentos se inclinaba por estudiar Medicina. Tuvo suerte de que fue su mamá quien le impartió clases desde primer grado, así que la formación escolar la empezó en familia, en una escuelita rural de Las Minas de Kamazán, en el municipio de Báguanos. Fue su alumno hasta tercer grado y luego nos trasladamos a vivir en la ciudad de Holguín».
El especialista del departamento de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades del centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, y su hermana, nacieron con una década de diferencia, afirma Maritza, y añade: «Entre ellos prima una relación óptima. A veces pienso que Jorgito, más que como hermana, la ve como una hija. No hay momento en que no la tenga presente. Adora a sus sobrinos, que tienen 6 y 10 años de edad. Los niños, ahora en casa, extrañan a Tito, como lo llaman. Desde que estaba preparándose en la capital le pedían que se cuidara».
Químico de estudios y metodólogo docente del hospital Lenin, Roleider Tamayo es pareja de Jorge Luis y lo considera un gran ejemplo de profesional. Subraya la actitud solidaria del doctor holguinero, que busca constantemente actualizarse para actuar en correspondencia con las exigencias laborales: «Siempre trata de hacer su trabajo correctamente en el departamento de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, y eso ha llevado a que su desempeño sea de referencia en el ámbito nacional, e incluso ha impartido cursos de alcance internacional.
Recientemente, ya sabiendo que iría al IPK a superarse en temas del nuevo coronavirus, desarrolló clases con participantes foráneos acerca de ensayos clínicos relacionados a su especialidad. Es incansable investigando, como demuestran sus innumerables ponencias. Él es la evidencia de que no siempre un recurso o un equipamiento de última generación soluciona determinada problemática de salud, además vale el esfuerzo, mayoritario en Cuba».
Al hablar de Jorge, resalta su poder de adaptación al entorno: «Es increíble que sin tantos estudios haya aprendido lenguajes y dialectos que se emplean en Haití, Pakistán, Sierra Leona, y ya va incorporando palabras en italiano. Además maneja bien el inglés», enumera.
En Jorge Luis aprecia a una persona sensible en extremo: «Pone el corazón en todo lo que hace y es decidido cuando se trata de hacer el bien. Ahora mismo, en Italia, cada vez que él y sus compañeros van a un restaurante contiguo a su residencia, una señora italiana saca al balcón una tela donde se lee “Gracias Cuba”. Dice que se emocionó por el aplauso cerrado que les dieron los italianos en el aeropuerto, gritando “¡Viva Cuba!”».
Relata que recibieron juntos, en su casa del reparto Emilio Bárcenas, la comunicación telefónica donde preguntaban a Quiñones si estaba dispuesto a luchar en el exterior contra la COVID-19: «Fue inmediata su respuesta positiva, y luego muchas veces, cuando lo lógico sería que desde acá le enviemos ánimo, es él quien nos transmite ánimo».