Esos insurrectos desconocían las campañas del general español Martínez Campos en Camagüey, y obtuvieron resonantes triunfos a principios de 1878. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 14/03/2018 | 09:05 pm
La noticia sobre el cese de la contienda de 1868 fue una gran sorpresa para las tropas mambisas pertenecientes a la división Cuba: Santiago, Guantánamo y Baracoa. Su máximo jefe, Antonio Maceo, devino, luego de diez años de combate, la figura más relevante de esa lucha, y sus combatientes los más aguerridos, disciplinados y cohesionados, impermeables a las sediciones dentro del Ejército mambí. Los ayudaba la geografía escogida: altas montañas, intrincados bosques, ausencia de vías de comunicación e inexistencia de ciudades y poblados.
Esos insurrectos desconocían las campañas del general español Martínez Campos en Camagüey, y obtuvieron resonantes triunfos a principios de 1878.
Tanto el Jefe como los insurrectos de esa división decidieron entrevistarse con el general español y expresarle sus criterios, completamente opuestos a acatar una situación jurídica que no contemplara ni la abolición de la esclavitud ni la independencia.
Una delegación del Comité del Centro se entrevistó con Maceo para explicarle el acuerdo al que habían llegado el 18 de febrero. Pero el Titán de Bronce no se dejó convencer. Y más difícil aún fue la entrevista que Maceo sostuvo con Gómez antes de abandonar este la Isla. En Sancti Spíritus el mambí Ramón Leocadio Bonachea tampoco aceptaría el Pacto, y dejó constancia de su rechazo en la llamada Protesta de Jarao.
Maceo pidió ayuda a distintas regiones orientales y poco obtuvo de Jiguaní, Bayamo y Manzanillo. Lo siguieron Santiago, Guantánamo y Baracoa. En Las Tunas y Holguín casi todos los jefes respondieron afirmativamente. Y la entrevista con el máximo jefe español se fijó para el 15 de marzo en Mangos de Baraguá.
Por la parte española asistieron los brigadieres Camilo Polavieja y Narciso Fuentes y los coroneles José Arderíus y Alejandro Moraleda. Aparte de Maceo por los cubanos, acudieron el mayor general Manuel de Jesús Calvar, los brigadieres Félix Figueredo y Guillermo Moncada; los coroneles Flor Crombet, Silverio del Prado, Modesto Fonseca y Leonardo del Mármol, los tenientes coroneles José Maceo, Fernando Figueredo, Limbano Sánchez, Pedro Martínez Freire, Juan Rius Rivera y Pablo Beola, entre muchos otros. A cierta distancia Vicente García esperó con sus seguidores los resultados de la entrevista.
Maceo explicó a Martínez Campos que los allí presentes no estaban dispuestos a deponer las armas sin la independencia y la abolición de la esclavitud. Martínez Campos ni siquiera logró que la suspensión de hostilidades demorase un tiempo para él prudencial. Ocho días eran suficientes, declaró Maceo. Y molesto por su fracaso, el español abandonó la zona de la entrevista no sin escuchar el grito viril del oficial cubano de Cambute, Florencio Duarte, dirigido a las huestes independentistas: «¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!».
El próximo paso fue la elección por voto secreto y directo del Gobierno Provisional y los protestantes seleccionaron como presidente al mayor general Manuel de Jesús Calvar, como secretario al teniente coronel Fernando Figueredo, y como vocales al coronel Leonardo del Mármol y el teniente coronel Pablo Beola. Y los cuatro eran hombres que provenían de lo ocurrido el 10 de Octubre, todos militares de alta graduación.
Al siguiente día, el Gobierno Provisional juró fidelidad a la Revolución. Se acordó ascender a los oficiales protestantes al grado militar inmediato superior.
Y el Gobierno Provisional aceptó acudir a la entrevista definitoria del 28 de mayo en Torre de Barigua, zona propuesta por el militar ibérico. Ese mismo día el Gobierno Provisional celebró su última reunión y acordó disolverse y comunicar a los jefes y a la tropa lo convenido con el militar español. Los diferentes grupos de combatientes fueron rápidamente deponiendo las armas, con lo que cesaría la guerra. Entrado junio de 1878, el último contingente bajó de las montañas y aceptó el Pacto. Eran las huestes capitaneadas por Pedro Martínez Freire, jefe de Baracoa. A mediados de junio, se cerraba oficialmente la Revolución de 1868.
Fuente: Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación, Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega, páginas 285-292, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001.