De izquierda a derecha, los doctores José Álvarez Curtis, Oscar Pérez Morales, Isabel María Vallina López, Rebeca Escobar Casas, la enfermera, Nancy Socarrás Álvarez y el paciente pediátrico Norber Zayaz Cruz. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 02/03/2018 | 07:57 pm
Camagüey.— Norber Zayas Cruz se pone pensativo por momentos, y al instante vuelve a sonreír con los personajes y las escenas de la película infantil que disfruta, mientras una máquina, que no asusta ni hace ruidos, más bien tiene apariencia amigable, purifica toda su sangre.
«Siento mucha tranquilidad aquí en mi nueva cama. Lo mismo oigo música que veo el televisor. A veces ni me quiero ir para la casa, porque las “seños” y los médicos me tratan muy bien», comentó alegre a JR el jovencito moronero de 14 años de edad, quien desde hace ya casi 12 meses se hemodializa. Ahora es testigo de los beneficios que ha proporcionado la nueva sala que, con capacidad para ocho pacientes y dos riñones artificiales emplazados, en el pasado mes de enero quedó abierta en el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de esta ciudad.
—¿No te duele?
—Sí, a veces resulta incómodo, pero es algo que se puede aguantar. Aquí todo el mundo me complace y hasta me tienen un poco malcriado.
—¿Cómo te sentías antes de venir para este lugar?
—En el hospital provincial me sentía bien. Los doctores y las enfermeras de allí son muy buenos. Pero no es lo mismo, porque aquí tengo un cuarto solo para mí y mucha calma, mucho silencio. Nada me molesta. Aquí estoy feliz.
Este adolescente avileño recorre tres veces por semana, y en un viaje de ida y vuelta, los más de 150 kilómetros de distancia que existen desde su casa en Morón, hasta la institución pediátrica agramontina. Siempre va en compañía de un familiar y una enfermera, y en un taxi que gratuitamente pone el Estado para que él reciba sin atrasos ni fallos el tratamiento que tanto necesita su organismo.
Su mamá, Odalis Cruz Hurtado, se muestra agradecida. «Llueva, truene o relampaguee, incluso bajo ciclón, a mi hijo nunca le ha faltado la atención que requiere. Eso es calidad de vida, es felicidad para los niños. Cuando una tiene un hijo enfermo no hay palabras que reciproquen completamente aquello que le hace el bien. Y aquí la dedicación de los doctores, con una presencia y una disposición que es constante, tiene un poder curativo especial».
Como Norber, hay dos niños más aquejados de padecimientos renales, Dayannebis Vázquez Álvarez y Yan Carlos Moreno Cé, que son atendidos en el centro agramontino, y quienes también se muestran satisfechos y gozosos por el trato que reciben.
Camagüey es la cuarta provincia del país, después de La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba, en desarrollar la Red Nefropediátrica, con el fin de mantener un servicio permanente y de calidad a los niños con este tipo de afecciones renales. Los médicos, enfermeras y personal asistencial que labora en el servicio de Nefrología del Pediátrico, más que compañeros de trabajo, son como una gran familia, lo que posibilita que los procesos fluyan siempre bien.
El doctor Oscar Pérez Morales, especialista de segundo grado en Nefrología y jefe de este servicio, declaró que aunque la atención a los niños en el hospital provincial universitario Manuel Ascunce Domenech siempre fue priorizada y de excelencia, ahora los pequeños se exponen a menos riesgos biológicos, al no tener que ser trasladados hasta el Centro de Nefrología para adultos. Se reduce también el impacto sicológico negativo sobre los infantes, pues ya no tienen que percibir las complicaciones que padecían otras personas, lo cual les ocasionaba malestar y preocupación.
Señaló que los pacientes pediátricos bajo el tratamiento depurativo de su sangre poseen un estado de salud potencialmente grave, por lo que, de originarse complicaciones de cualquier tipo, estas podrán ser atendidas ahora en la terapia intensiva para niños, que está ubicada en este hospital, algo que permite trabajar sin tensión ni riesgo.
Según la doctora Isabel María Vallina López, esta sala de hemodiálisis cumple con los rigurosos estándares establecidos internacionalmente. El esfuerzo para echar a andar la nueva área ha sido de muchos. Y entre tanta gente comprometida, merece una mención especial el joven ingeniero Farit Rubio Nerey, del Centro de Ingeniería Clínica y Electromedicina del hospital, quien adaptó un dispositivo al equipo de la planta de tratamiento de agua y la puso a funcionar, sin afectar la calidad del proceder médico.
Hay aquí alegría entre médicos, pacientes y familiares. Todo ello tiene mucho que ver con lo que representa disponer de un tratamiento al que no todos los necesitados pueden acceder en el mundo. El más barato de los servicios de hemodiálisis en muchos países cuesta aproximadamente entre 200 y 300 dólares por cada sesión. Con razón hay tanto regocijo, pues en la nueva sala camagüeyana todo se paga y compensa con sonrisas y cariños.
Antecedentes de un anhelo
Corría el año 1977 cuando se crearon los servicios de Nefrología, con sala clínica y de diálisis peritoneal de urgencia, en el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de esta ciudad, los cuales se ampliaron posteriormente para tratar a pacientes de las provincias vecinas de Las Tunas y Ciego de Ávila.
Unos cinco años después de aquel suceso médico, la apertura en la provincia del departamento de Hemodiálisis para pacientes crónicos, además de la disponibilidad de una cama en terapia intensiva para hemodiálisis y diálisis peritoneal de urgencia, y otras dos para el desarrollo de diálisis peritoneal para crónicos en el servicio de Nefrología, abrió el camino no solo para mejorar y ampliar la atención integral que demandan los pacientes con esta afección, sino para expandir aquí el horizonte de estos procederes, que son exclusivos de países del Primer Mundo.
Una nueva era de la Medicina camagüeyana se había iniciado. Desde entonces y hasta la llegada de la década de los 90 tuvieron lugar aquí los primeros cinco trasplantes de riñones en niños, específicamente en el hospital provincial Manuel Ascunce Domenech.
Luego llegarían los difíciles años del período especial, que trajeron consigo el deterioro gradual de la tecnología instalada y, con ello, la suspensión de las hemodiálisis, aunque se mantuvieron los tratamientos de la diálisis peritoneal para pacientes agudos y crónicos.
El 9 de febrero de 2009, para alegría y bienestar de muchos, se reinició la hemodiálisis para niños en el hospital provincial Manuel Ascunce Domenech; y el pasado 15 de enero —en saludo al Día de la Ciencia cubana—, volvieron los servicios de hemodiálisis al hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña.