Cándido Pereira dos Santos Van-Dúnem Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:21 pm
Discurso pronunciado por Cándido Pereira dos Santos Van-Dúnem, ministro de Antiguos Combatientes y Veteranos de la Patria, en el acto por el aniversario 40 de la independencia de Angola, en la Sala Universal de las FAR, el 11 de noviembre de 2015, “Año 57 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
Compañero Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba;
Distinguidos miembros del Buró Político de Cuba, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y del gobierno de Cuba;
Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático acreditados en la República de Cuba;
Honorable General José Augusto César Kiluanje, embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Angola acreditado en la República de Cuba;
Compañeros internacionalistas que cumplieron misión en la República de Angola;
Distinguidos invitados;
Compañeros;
Señoras y señores:
Ante todo, permítanme manifestar una vez más nuestros agradecimientos a las autoridades cubanas, en la persona de su más alto dignatario, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, por la invitación formulada a Su Excelencia, jefe de Estado angolano, ingeniero José Eduardo dos Santos, quien nos designó para representarlo en este acto, lo cual hacemos con el más alto honor.
La patria angolana conmemora hoy el cuadragésimo aniversario de la independencia nacional, proclamada bajo el tronar de los cañones enemigos, el 11 de noviembre de 1975 ante África y el mundo, por el inolvidable presidente doctor Antonio Agostinho Neto.
Lejos de ser solo una fecha conmemorativa motivo de gran satisfacción y orgullo de todos los angolanos y de los pueblos hermanos y amigos, como es el caso del pueblo cubano, es también un momento importante de reflexión, es un momento sobre el largo y glorioso camino de lucha armada de liberación nacional y de la trayectoria recorrida hasta la actualidad.
Compañero presidente Raúl; compañeros; señoras y señores:
Como todos sabemos, la independencia de Angola, según expresó el presidente Dos Santos en su discurso a la nación hoy a las 12:00 de la noche —y cito—: “En realidad no fue fácil, no recibimos la independencia en una bandeja de plata” —fin de la cita—, sino que fue el resultado de una larga y dura lucha de liberación nacional, desencadenada por varios nacionalistas angolanos contra el entonces régimen colonial y fascista portugués, que durante casi 500 años ocupó nuestra tierra, explotó nuestras riquezas y reprimió violentamente a nuestro pueblo.
A pesar del poderío militar que el régimen colonial ostentaba, el pueblo angolano nunca dejó de manifestar su oposición, resistiendo bajo varias formas las arbitrariedades perpetradas por las autoridades coloniales. Nzinga Mbande, Ngola Kiluange, Ekuiki y Mandume son, entre otros, héroes, nombres y símbolos de la resistencia colonial que nuestra historia jamás borrará.
Fue a partir de los años cincuenta que comenzó a despertar en los angolanos la conciencia y el sentimiento nacionalista, que poco a poco dio origen al surgimiento de pequeños núcleos y grupos clandestinos de nacionalistas que fueron organizándose y más tarde se transformaron en movimientos de liberación nacional.
El régimen colonial portugués, al percatarse de que el pueblo angolano ansiaba y estaba determinado a luchar por su libertad, comenzó a reforzar los métodos y formas de represión, persecución e intimidación, los que más tarde desembocarían en una ola sin precedentes de detenciones y prisiones arbitrarias en su generalidad.
Es así que en 1959 varios nacionalistas angolanos fueron detenidos, juzgados, condenados y desterrados hacia campos de concentración, bajo condiciones marcadamente inhumanas, que nuestra historia registró y la memoria colectiva nunca olvidará. El caso más célebre fue, sin dudas, el que quedó registrado como el Proceso de los 50.
En 1961 un grupo de nacionalistas angolanos, inconformes con las condiciones inhumanas a que estaban sometidos sus compatriotas, se organizó y de forma valerosa fue a atacar las cárceles de la policía fascista portuguesa donde estos se encontraban prisioneros, con el objetivo de liberarlos, acción que se produjo en la madrugada del día 4 de febrero, cuya respuesta, como era de esperar, ocasionó la muerte de varios angolanos.
Acto seguido, en marzo de ese mismo año, otros compatriotas desencadenaron acciones armadas contra instituciones administrativas e intereses económicos coloniales portugueses en el norte de Angola, sobre todo, en las regiones de Nambuangongo, Uige, Zaire, Kwanza-Norte, entre otras.
Foto: Calixto N. Llanes
A partir de ese momento la lucha clandestina se transformó en lucha armada, que poco a poco fue movilizando a varios compatriotas y se fue generalizando por todo el territorio nacional. Estaba, de esta forma, declarada una lucha sin treguas que 14 años después culminaría con la proclamación solemne de la independencia nacional el 11 de noviembre de 1975. Sin embargo, en las vísperas de la proclamación de la independencia el país fue invadido por fuerzas extranjeras, mercenarios de varias nacionalidades y efectivos de ejércitos regulares del ex Zaire y del régimen segregacionista del apartheid, entonces reinante en Sudáfrica, que en apoyo a sus secuaces pretendían ver instalado en Angola un régimen neocolonial.
Ante aquella difícil coyuntura político militar, el compañero presidente Antonio Agostinho Neto recurrió a la ayuda internacionalista del pueblo hermano de Cuba y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz correspondió y rápidamente envió hacia Angola un significativo efectivo de combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba que se conocería como la “Operación Carlota”, y de la cual tuvimos el honor y el privilegio de participar de las celebraciones que tuvieron lugar el pasado día 5 de noviembre en el municipio de Matanzas.
Proclamada la independencia de Angola contra todas las expectativas, el país se sumergió en un conflicto armado sin precedentes, sustentado por la ira del imperialismo norteamericano y por el régimen del apartheid, cuyas consecuencias nefastas y de triste memoria son por todos conocidas: muchas vidas perdidas, mucha sangre derramada, muchas infraestructuras destruidas, familias desmembradas, en fin, el país se sumergió en un caos total. Angola continuó siendo escenario de la mayor confrontación de la guerra fría en África y tal vez en el mundo. Ante esta situación el Estado angolano tuvo que redoblar esfuerzos y con la ayuda siempre solidaria del pueblo hermano de Cuba y otros países como es el caso de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy Federación Rusa, defendió la patria y las conquistas duramente alcanzadas, perdiendo en esta confrontación a muchos de sus mejores hijos.
Compañero Presidente; excelencias; compañeros; señoras y señores:
Si en el frente se combatía con armas en la mano en la retaguardia el gobierno nunca abdicó de las tareas del desarrollo económico, productivo y social para garantizar la sobrevivencia de las poblaciones y evitar así el caos social.
En cumplimiento de la Resolución 435/78 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la independencia de Namibia y los Acuerdos de Nueva York de 1989 se inicia la retirada triunfal de la misión militar cubana en Angola. En este sentido, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó y cito: “Lo único que nos llevamos de África son los restos de nuestros combatientes que cayeron luchando por la libertad”, fin de la cita.
En 1988 y con la victoria de la batalla de Cuito Cuanavale una vez más se derrotó al régimen racista del apartheid en África del Sur y se dio por fin la continuidad a la libertad del pueblo angolano. Este proceso condujo a la independencia de la hermana República de Namibia.
Con la retirada de las tropas internacionalistas cubanas algunos círculos conservadores de Occidente y no solo, e incluso, nuestro adversario, presumían de una probable reducción de la capacidad militar de la FAPLA, lo que les proporcionaría condiciones para una posible toma del poder por la fuerza de las armas por parte de la UNITA; hecho que la realidad desmanteló. Con la derrota de esta organización militar y la muerte de su líder estaban creadas las condiciones para la solución del problema interno del pueblo angolano.
La visión estratégica y humanista de su excelencia, el compañero presidente José Eduardo dos Santos, evidenció el sentimiento de tolerancia y el perdón, abriéndose de esta forma las bases hacia la reconciliación y la unidad nacional. De esta forma se crearon entonces condiciones políticas, económicas, sociales y militares para el nuevo proceso que se avecinaba con la integración de elementos procedentes de la UNITA y otras formaciones políticas en varias esferas de la vida nacional, un hecho inédito hasta entonces.
Con la conquista de la paz en mayo de 2002, Angola y los angolanos, bajo el sabio y clarividente liderazgo de Su Excelencia el ingeniero José Eduardo dos Santos, presidente de la República y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Angolanas, iniciaron el proceso de reconstrucción del país, entonces dilacerado por la guerra. Es así que se construyeron y se reconstruyeron varias vías de comunicación, puentes y carreteras, escuelas, hospitales, nuevas urbanizaciones, infraestructuras hidroeléctricas y otras, cuyas obras constituyen hoy un orgullo nacional, base sólida para el proceso de desarrollo sostenible.
Compañero Presidente; distinguidos invitados; señoras y señores:
En el contexto geopolítico africano, la República de Angola se ha venido desarrollando y afirmándose como una potencia regional de referencia ineludible, donde las Fuerzas Armadas Angolanas, además de haber asegurado la transición de la guerra hacia la paz, constituyen un instrumento central de la política exterior de Angola.
La experiencia de Angola que puso fin al conflicto interno y a la contribución en la solución de conflictos regionales es reconocida hoy y enaltecida por todos.
Las reiteradas visitas de varias personalidades extranjeras a nuestro país para consultar al jefe de Estado angolano, demuestran que nuestra nación se ha granjeado un prestigio internacional, lo que además permitió su elección con una mayoría abrumadora de votos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Por estos y varios otros actos y hechos protagonizados por Angola a lo largo de su existencia como Estado independiente soberano, sobre todo en estos últimos 13 años de paz, como angolanos, no tenemos cómo ocultar nuestro orgullo y satisfacción.
Por ello valió la pena los sacrificios realizados y la sangre derramada durante nuestra lucha, ahora lo que importa es que continuemos firmes y determinados a defender, preservar y consolidar las victorias alcanzadas, sin descuidar la educación patriótica de nuestra juventud y de la sociedad en general para el respeto a los símbolos de la república y de las instituciones democráticamente electas y la preservación de su legado histórico a través de las diferentes generaciones.
Por otra parte, es necesario que Angola y Cuba, encarnadas en las históricas relaciones de amistad y fraternidad, forjadas desde los momentos más difíciles e inolvidables de la historia de la lucha de liberación nacional y de la defensa de la independencia y de la patria angolana, continúen unidas, creando condiciones estratégicas favorables, para que esas relaciones se desarrollen cada vez más, fortaleciendo la cooperación ya existente en los sectores de la salud, la educación, la agricultura, construcción civil y obras públicas, energía y aguas, interior, defensa nacional, juventud y deportes, petróleo, transportes y otras con ventajas recíprocas.
Quisiéramos recordar en esta oportunidad que el próximo día 15 de noviembre conmemoraremos el cuadragésimo aniversario de esta cada vez más sólida cooperación.
Angola y Cuba, los angolanos y los cubanos estamos todos condenados, en el buen sentido de la palabra, a caminar juntos; nada ni nadie nos puede separar. Continuaremos unidos por los ideales por los cuales luchamos y juntos derramamos sangre de nuestros mejores hijos.
En este acto solemne y de solidaridad no quisiera concluir sin dejar una palabra de aprecio y de agradecimiento al Cuerpo Diplomático presente, particularmente al cuerpo africano, que desde la primera hora nos acompañaron y participaron en las actividades programadas, brindando su solidaridad en las conmemoraciones del cuadragésimo aniversario de la Operación Carlota y de la Proclamación de la Independencia Nacional.
Con estas breves palabras doy por terminada mi intervención, reiterando una vez más nuestros agradecimientos en nombre del gobierno y del pueblo angolanos.
¡Viva la amistad de Angola y Cuba! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡La lucha! (Exclamaciones de: “¡Continúa!”)
¡La victoria! (Exclamaciones de: “¡Es cierta!”)
¡Patria o Muerte! (Exclamaciones de: “¡Venceremos!”)
Muchas gracias (Aplausos).