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Vivir en el universo y apreciar sus estrellas

En el espacio Diálogo Abierto, los delegados mayariceros ahondaron en la necesidad de atemperar el trabajo político e ideológico a cada terreno y momento, para que se revierta en el crecimiento a las filas y el pase natural al Partido

Autor:

Héctor Carballo Hechavarría

MAYARÍ, Holguín.— Conocer los pormenores de ese universo juvenil donde el comité de base desempeña su rol como organización política de vanguardia no solo es un deber ineludible para sus militantes y dirigentes, sino, a fin de cuentas, el fundamento mismo que le ha permitido existir o tener lugar y con el cual se debe ser consecuente tanto en la palabra como en la acción.

Lo contrario significaría invocar un dicho tan ilustrativo como aquel de «Vivir en el pueblo y no ver las casas», o lo que puede ser peor: «Perderse en un campo de lechugas…» sin reparar en su verdor y honrar, como merece, esa hora sublime de la existencia humana que es la juventud.

Sobre ese capital designio debatieron durante su asamblea y en el espacio Diálogo Abierto los delegados mayariceros, quienes ahondaron en la necesidad de atemperar el trabajo político e ideológico a cada terreno y momento, para que se revierta en el crecimiento a las filas y el pase natural al Partido.

Anniet Vargas Carballosa, de la Empresa de Servicios Ingenieros Dirección Integrada de Proyectos (DIP) Trasvases, comentó que su colectivo no ha dejado de tributar jóvenes a la organización y recientemente tres de ellos dieron ese paso luego de ser sugeridos por sus compañeros, mientras otros podrían recibir distinciones de la organización como reconocimiento a sus desempeños.

Sin embargo, una trabajadora del sector de la vivienda en Mayarí confesó que un estudio realizado en la comunidad arrojó que en entidades aledañas a la suya la cifra de jóvenes supera en gran medida la plantilla de su comité de base, y entre ellos podría haber varios con reconocidas cualidades para iniciarles el proceso. «Ese es ahora nuestro reto», expresó la también dirigente de base.

Por su parte, Luis Manuel Ochoa, de la clínica estomatológica del poblado, aportó una arista diferente al analizar que en su radio de acción, y en particular en las brigadas de la FEU, son pocos ya quienes no poseen el carné.

Sobre las diversas condiciones en que funciona un comité de base reflexionó Ramón González Martínez, presidente de la organización estudiantil en el municipio, quien aclaró que la referida correlación numérica no siempre quiere decir  cifras que se reviertan en resultados positivos para la organización.

«No es así cuando en algún momento decisivo cueste trabajo encontrar a un joven para cumplir una tarea. La esencia de la labor política del comité de base no puede limitarse a crecer, y sus resultados tampoco se pueden atrapar en números», afirmó el dirigente de la FEU.

A partir de las experiencias propias de la organización, Ernesto Santiesteban Velázquez, miembro del Buró Provincial del Partido, compartió con los delegados la idea de que la misión educativa y formativa de un comité de base no hace más que comenzar con el ingreso del joven a sus filas, para continuar luego como un proceso transformador y paulatino, que acompaña su tránsito por la organización.

«Es compresible que un militante —como ser humano al fin—, no es tampoco un ente perfecto, exento de limitaciones, carencias o inexperiencias propias de la edad o de otra naturaleza, con actitudes, desempeños o principios que no merezcan continuar fortaleciéndose», explicó.

Agregó que aunque hay características que distinguen por naturaleza la conducta de un militante comunista, este debe ser también susceptible a la autocrítica, receptivo a una recomendación, sugerencia o señalamiento que le inspire cada día a ser mejor estudiante, trabajador o ciudadano. «Y en eso consiste también la labor del comité de base», sugirió el dirigente partidista.

Los delegados coincidieron en que el desconocimiento del cúmulo de jóvenes que conviven, estudian o trabajan en un determinado lugar, no es tampoco lo que limita en algunos lugares la afiliación de valiosos compañeros, sino cierta apatía a adentrarse en un proceso que ciertamente lleva implícito gestiones por parte del mismo comité.

Aunque la UJC es una organización selectiva, el intercambio de criterios puso sobre el tapete que en Mayarí, donde confluyen centros pertenecientes a casi todos los sectores de la economía, con fortalezas en campos como el agropecuario, forestal, generación de energía eléctrica, servicios de salud y educación, existe aún un potencial juvenil para atraerles y respaldarles.

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